Swann – Manual de Espejos (Molusco Discos)
Somos carne de lamento. El único ojo de Polifemo nos observa triste y lánguidamente desde la laguna violada del tiempo. Los sueños de nuestra juventud se miran con desconcierto en el espejo de nuestras derrotas mientras dejan siluetas de luz y ceniza sobre el vacío de nuestras alcobas.
Éstas son algunas de las conclusiones que extraigo de la escucha de Manual de EspejosSwann y la primera referencia para Molusco Discos, un nuevo sello discográfico con el que estos muchachos abandonan el tortuoso camino de la autoedición. ¿Y a santo de qué vienen tan poéticas y grandilocuentes conclusiones? Pues vienen a cargo de la que, sin duda, es la mejor baza de esta banda de Albacete que apareció, hace unos cuantos años, avalada por las bendiciones de Joaquín Pascual –ex componente de Mercromina-, que ya produjo su primer disco –Llamados al olvido– y que colabora a la –siempre susurrante- voz en “En rotación”, el hermoso e inspirado tema que cierra esta segunda entrega discográfica y que supone un merecido homenaje al prolífico legado musical de Chucho y Mercromina.
Si digo que ese lirismo taciturno y descarnado del que hace gala Swann es su virtud más destacable, es porque es la que más claramente define su personalidad. Son muchas las referencias culturales –y generacionales- que se dan cita en este muestrario de sueños, apelaciones y desencanto, y es precisamente el componente literario el que adquiere un mayor protagonismo desde el mismo bautismo del cuarteto, ya que sus miembros cogieron prestado el apellido Swann del personaje principal de la obra del escritor francés Marcel Proust, acorde con las coordenadas estilísticas –y existencialistas- del grupo, que centra sus letras en el análisis de los avatares físicos y mentales del ser humano de la misma manera que lo hizo Proust en sus escritos.
El diseño del álbum, respaldado por la obra del pintor Pepe Enguídanos –quien cede su particular Polifemo para la portada tras haber hecho lo propio con otra de sus obras, Pájaro equivocado, para el primer disco de la agrupación-, aporta un paisaje de melancólicos tonos violáceos que casa perfectamente con la temática de las canciones. Incluso con la del tantas veces radiado tema de La Unión “Lobo – Hombre en París”, del que hacen una revisión que, con respecto a la original, resulta algo más acelerada y punzante.
En otro orden de cosas, el sonido es más sólido, nítido y compacto que el del disco precedente. La anterior maraña de guitarras deja paso aquí a una distorsión mucho más afilada, contundente y planificada. Ambos discos comparten la misma visión en cuanto a música y letra, sólo que, para el caso, esos dos aspectos han sido afianzados y madurados tanto en la elaboración como en la ejecución de los temas.
Ahora bien, hay elementos que actúan en detrimento de esa evolución, como la forma de cantar que ha adquirido Carlos Martínez -demasiado forzada y emocionalmente poco fluida- o la escasa efectividad de algunas de las composiciones para retener la atención del oyente.
Las canciones no están exentas de buenas melodías -e interesantes textos en castellano- , pero considero que hay matices o niveles de emoción y profundidad a los que el conjunto todavía no ha logrado acceder. Por otra parte, todo se andará, la línea de trabajo de Swann se presenta ascendente, y parece llevar impresa en su empeño e ilusión por hacer bellas canciones los mejores augurios.