Conciertos singulares (IX): Lou Reed en el motín
20 de Junio de 1980.
Barrio de Usera, Madrid.
Estadio de Fútbol del Club Deportivo Moscardó.
Era abundante la ilusión del público por contemplar a su venerado Lou Reed interpretar canciones como «Walk on the wild side», donde además éste acudió a Madrid, en 1980, rehabilitado de sus adicciones a las sustancias prohibidas, las cuales consumió en los años 70. Sin embargo, las cosas empezaron a torcerse cuando el cantante y guitarrista estadounidense no había modo de que actuase y la función ya acumulaba, nada menos, que una hora de retraso. Como consecuencia de ello, algunas de las 5.000 personas asistentes comenzaron a sentirse muy nerviosas y furiosas debido a la amplia tardanza en la salida del mega-astro de Brooklyn, prevista inicialmente para las 10 de la noche…
Todo sobrevino en medio de la gira internacional de promoción del LP Growing up in public (1980), el cual fue ignorado por la crítica especializada y resultó una decepción comercial en aquel principio de década ochentera. Aún así, se ansiaba un memorable concierto en Madrid y es que además, Reed venía de actuar el día anterior, 19 de Junio de 1980, en La Plaza de las Arenas, en Barcelona.
De todos modos, el elevado coste del concierto para lo que era esa época, o sea 700 pesetas, provocó que cierta gente tratara de colarse antes de la actuación, así que se produjo la expeditiva intervención de las fuerzas de seguridad del recinto del Club Moscardó para evitarlo a toda costa. El combativo lema “¡Rock para el pueblo!”, era lo que algunos aficionados patrios exigían y clamaban para que el evento resultase gratuito, dentro de una España en plena transición política y aún con ciertas penurias económicas.
Según la creencia de Román Sánchez, un socio del promotor Gay Mercader (organizador del concierto), debido a este motivo de acceder sin pagar por parte de una guerrillera minoría, el evento fue acumulando minutos y minutos de demora hasta que la cosa cogiese un orden. En concreto, cierto personal muy concreto provocó avalanchas entre la mayoría más pacífica o dichos escuadrones callejeros colocaron escaleras de mano para trepar los muros y para lograr el vil propósito comentado de infiltrarse sin rascarse el bolsillo, como el resto de musicómanos. Como otra rémora, también sobrevoló el tema de la falsificación de entradas. En el propio concierto, en Barcelona, también brotaron problemas con este tipo de delitos el día anterior, 19 de Junio, con postes de luz utilizados como arietes para derribar las protecciones del recinto; sin embargo, pudo controlarse la situación en la Ciudad Condal.
Otra versión del retardo en el horario normal del espectáculo apuntó a una huelga de transportistas (e incluso se especuló con algún otro motivo más serio), la cual provocó un bestial atasco del tráfico en Madrid y la banda de Lou Reed y parte de los fans no lograron arribar puntuales a la previsión inicial del recital. Según las distintas versiones se dieron entre 1 y 2 horas de retraso del arranque del mismo.
En definitiva, que después de que costase arduos esfuerzos direccionar convenientemente el tema, hacia las 12 de la noche aprox., al fin, pudo iniciar la marcha musical Lou Reed con «Sweet Jane» y es ahí donde la confusión se apoderó, definitivamente, del ambiente. Algunos cuentan que el músico iba borracho y otros aseguran que el mismo artista tenía un enojo de campeonato por haberse visto obligado a salir con semejante tardanza.
Además para colmo, se marchó la electricidad en dicha canción de apertura y Reed abandonó por primera vez el escenario, todavía más colérico, para después retornar a tocar, al poco tiempo, cuando se subsanaron las dificultades de la corriente lumínica.
Como sugerimos antes, era la tercera vez que Lou Reed venía a España a tocar y las dos anteriores, como las Madrid y Barcelona, en 1975 y en 1979, habían sido bajo la etiqueta de un fiero provocador y un “hijo de la calle”, algo que muchos adeptos melómanos idolatraban por encima de todo. Por lo tanto, alguna gente del público, quizás, no aceptó de buen grado el lavado de imagen del artista anteriormente maldito en los 60 y los 70 (incluso Reed había contraído matrimonio, en Febrero de 1980, con Sylvia Morales y el hombre estaba feliz y saludable). De tal modo, algunas personas de la audiencia comenzaron a rugir, de manera impaciente, que el vocalista de Long Island abordase el tema “Heroin”, (la cual, por cierto, la censura le prohibió tocar en vivo, en la España de 1975) pero Lou no consideró oportuno interpretarla, de momento, tal como sí había efectuado, en Barcelona, justo la jornada precedente.
La enrarecida atmósfera se comenzó a pasear, cada vez más, por el lado salvaje y es que después de ejecutar «Real good time together» , «I’m waiting for the man», «Coney Island baby», «So alone», «Vicious», el cantante inició precisamente «Walk on the wild side».
No existe audio ni imágenes del concierto que tratamos hoy, así que mostraremos una actuación del neoyorquino en un programa Estados Unidos, en Abril de 1980, para tratar de hacernos una idea aproximada de la propia interpretación artística de ese mismo año, en Madrid.
La mecha explosiva estaba a punto de llegar al barril de pólvora. Cuando Reed llevaba relativamente poco tiempo tocando, unos 20 minutos, es decir, 7 canciones, el vocalista de New York se sorprendió al observar como un objeto, arrojado éste desde la grada, rozaba su rostro. Increíblemente, jamás se supo que fue lo que, exactamente, se tiró desde el público pero los “candidatos” más probables son: un cigarro, una moneda, una botella o una lata vacía de cerveza; entre otras conjeturas.
Lou Reed quizás hastiado de tantos percances, inmediatamente hizo un gesto a toda su banda y todos se fueron disparados al camerino, al parecer, sin ninguna intención de regresar a escena. Cierta parte del público, cada vez más y más encrespado, continuó lanzando cosas al tablado y exigió la reaparición de la estrella pero, aunque su manager le rogó que retornase a tocar, el mismo Reed le contestó que si el gentío no se aplacaba en su agresividad no pensaba moverse de la zona del “backstage”.
Algunos improperios de la concurrencia más radical hacia Lou fueron: “¡Carroza! ¡Casado!¿Pero tú te crees que se puede uno retirar a los veinte minutos por una lata? ¡Mamón!”
Pocos instantes después, uno de los coordinadores, Román Sánchez, micrófono en mano, rogó a la gente que apaciguaran sus ánimos, cosa que todo el respetable cumplió sentándose y permaneciendo en silencio. Es entonces cuando Lou Reed y su grupo de acompañamiento se fueron zumbando del estadio, en limusina y pillando totalmente por sorpresa a la organización. De inmediato, el gerente de los promotores tomó un taxi y entabló una veloz persecución respecto al vehículo de los músicos “fugados”, aunque no consiguió que éstos retrocediesen y les perdió la pista por las calles de Madrid.
El público no fue consciente, en ese momento de que el intérprete americano había huido muy lejos del escenario, ya que por megafonía se anunció que el protagonista de la noche sí que regresaría en breve a proseguir con el show. De tal modo, la afluencia aguantó 45 minutos extra (2 horas más de “propina” para después nada, según la percepción de algún espectador), hasta que, de repente, los “roadies” se dispusieron a recoger el equipo ante la mezcla de asombro y rabia de algunos de los tensos asistentes ya que se daba por concluido el accidentado bolo.
Entonces, aunque la mayoría de las 5.000 almas comenzó a abandonar el recinto lenta y resignadamente, sin embargo, unas 100 personas arremetieron contra el escenario como una estampida de búfalos desbocados y con intención de despedazar todo lo que encontraran a su paso; además de con el deseo de robar instrumentos, micrófonos, cables, bafles, etc, para vender el “botín” días después. Entonces, los guardias de seguridad no aparecieron por ningún lado para poner orden. Por su parte, el técnico de sonido intentó, desesperadamente, asustar a ese enrabietado clan con sonido monocorde (el denominado “ruido blanco”), a todo volumen, desde la mesa de mezclas pero enseguida dicho hombre fue apartado, bruscamente, por dicho tropel descontrolado y se consumó el saqueo y el vandalismo sobre todo el material musical citado.
El conocido y meritorio promotor Gay Mercader, el cual había hecho un gigantesco esfuerzo por traer al cantante neoyorquino a España por tercera ocasión, ofreció su opinión: “El público de Lou Reed de aquella época era lo peor de lo peor de lo peor. No eran todos pero en los conciertos de Lou Reed encontrabas navajas, jeringuillas… de todo.
Al poco tiempo, irrumpió en el recinto la policía anti-disturbios con la pretensión de detener a esa alborotadora camarilla entre golpes de porra y demás batallas campales. Debido a los focos reventados por la rebelde estampida, se originó un incendio en el propio escenario y se tuvo que desalojar, definitivamente, el campo del Moscardó. Eso no impidió que por los alrededores del propio estadio continuaran las persecuciones de los agentes sobre algunos individuos y con varias ambulancias teniendo que trasladar a varios heridos.
Sin embargo, no era la primera ocasión que ocurría algo así en un concierto de Reed, ya que en 1979, en la ciudad de Offenbach (Alemania), la muchedumbre también destrozó el escenario, además de arrojar sillas al mismo y el propio músico acabo arrestado por la policía germana. Antes, en 1975, en Milán, el cantante se evaporó del escenario tras ¡solo tocar dos canciones!, después de que le lanzara de todo parte de la audiencia de ideología más extrema y en el mismo año 75, en Roma, hubo también terroríficos disturbios entre policía y fans durante la celebración de otro recital del neoyorquino (algo similar se repitió en dicha capital italiana, en 1983, siempre hablando de conciertos de Lou Reed). Pero es que ya en una función en Manchester, en 1974, ya se habían producido altercados semejantes al negarse a ofrecer un bis el artista americano, el cual una posee una auténtica colección de directos de “alto riesgo”.
Por lo tanto, para evitar más problemas con la mencionada justicia de Madrid, aquel 20 de Junio de 1980, Lou Reed y su séquito tomaron un avión y abandonaron España, de la manera más súbita que pudieron. Después, el vocalista de la “Gran Manzana” juró que jamás volvería a nuestra península a tocar y aconsejó a otros músicos hacer lo mismo.
Es entonces, cuando los promotores indignados a quienes echaron la culpa fue a los propios espectadores madrileños y la propia compañía coordinadora decidió que el importe del ticket no sería devuelto a los seguidores. Dicha audiencia, por su parte, contraatacó e hizo responsable a la organización, la cual además se pensó en interponer una querella contra Lou Reed por incumplimiento del compromiso, aunque al final ésto mismo se quedaría en agua de borrajas. Como colofón a la descomunal contienda, el Gobierno Civil cargó la responsabilidad en los mismos promotores y los sancionó con 500.000 pesetas por no haber tomado medidas de prevención, ya que aquella zona de Usera estaba considerada como conflictiva, previamente. Además, los daños materiales ascendieron a 2 millones de nuestra antigua moneda.
Aquel episodio histórico (e histérico) recibió el apodo de “El Motín de la Mosca” o el “Motín de El Mosca”, utilizándose la abreviatura habitual del nombre del equipo de fútbol
A pesar de que el propio Gay Mercader garantizó la seguridad del siguiente concierto que, en pocos días, iba a conceder allí Bob Marley, al final este siguiente evento tuvo que suspenderse ante la colectiva protesta vecinal, la cual estaba harta de la mala fama del rock e indignada ésta de como sufrió la ofensiva contra Lou Reed y el campo del Moscardó. De todos modos, con el tiempo, luego se celebraron allí mismo conciertos de Dire Straits, King Crimson, Roxy Music, The Police, The Cure o Mike Oldfield; entre otros. Ya en 1987, fue cuando ya no se ofrecieron más bolos, en vivo, en este estadio balompédico.
Con todo ya olvidado y perdonado del músico hacia el público madrileño y viceversa, un ya más reposado Lou Reed actuó en otro lugar de Madrid, 9 años después, en 1989, en su gira de promoción de su exitoso disco, New York. El propio Reed, al que personalmente le considero uno de los 15 más sobresalientes solistas de toda la cronología rock, lo dio todo por ofrecer una antológica intervención en aquel año 89 y en esta oportunidad, el asunto en la capital céntrica se desarrolló según los cauces normales, por suerte. Entre los años 2000 y 2010 fueron muchas veces más las que el mítico Lou vino a tocar a varias ciudades de España.
Lamentablemente, Lou Reed suspendió, el 19 de Noviembre 2012, otro concierto en la misma Madrid haciendo referencia a la situación en España de las crisis, las huelgas y las protestas (aunque oficialmente, se aludieron a causas técnicas del recinto correspondiente que acogía el directo). En 2008, también en la preciosa localidad catalana de Sant Feliú de Guixols se anuló también su actuación en el Festival de Portaferrada. Tal vez, al crack americano pudieron, quizás, resurgirle los “fantasmas” del tan turbio e iracundo concierto de 1980.
No pudimos saber si, a partir de ahí, Reed hubiera podido volver a tocar en alguna urbe española porque, desgraciadamente, falleció en 2013; dejando tras de sí la leyenda de un rockero completamente indomesticable, el cual no causó impasibilidad a nadie.
Interesante artículo. Me ha llamado la atención, por las curiosas anécdotas y la escapada del artista dejando tras de sí, una batalla campal con antidisturbios incluídos.
Me ha gustado la manera en que Txus Iglesias ha contado la historia.
Supongo que no es ni de lejos el más breve de los conciertos habidos (una vez iniciados), ni incluso de los del propio Lou Reed, tan genial como problemático en este aspecto en esos tiempos, pero no dejan de ser más que llamativas todas las circunstancias, mayormente negativas que confluyeron para generar una actuación tan singular como nefanda, de este genial y añorado artista neoyorkino. Gracias a Txus Iglesias y a Muzikalia por habernos asombrado una vez más. Un cordial saludo.
Gracias a Gemma y a Xavi Gállego por sus opiniones, aportaciones y comentarios del artículo, en Muzikalia, sobre ese tan agitado pero también histórico concierto de Lou Reed en España, en 1980.
Excelente
No sabía que en ese pequeño e histórico reducto del fútbol madrileño había tocado el gran Lou Reed.
Gracias!
Muy bueno el artículo. Didáctico y entretenido.
Afortunadamente y con el tiempo Lou se olvidó de su «promesa» de no volver. Hasta cuatro veces lo he visto en directo. Recuerdo las dos primeras, muy especiales. En el Velòdrom d’Horta presentando el excelente New York en 1990, y en el Palau de la Música (casi nada) en 1993 en la gira de Magic and Loss.
Grandísimos discos y memorables conciertos.
Gracias por el articulo y un saludo.