Indigo Sparke – Echo (Sacred Bones)
Expresar tanto con tan pocos elementos es algo que no está al alcance de muchos. Tener la capacidad de emocionar ahondando en los silencios, en las melodías suspendidas, en arpegios en fuga, en una voz que parece surgir de las cenizas de la memoria.
La australiana Indigo Sparke debuta con un disco que hace acopio de todos estos elementos para crear un discurso eminentemente sensorial, de plasticidad etérea, acompañada por la producción de Adrianne Lenker, cuya estética la acerca irremediablemente a los sonidos íntimos de Big Thief, pero también de resonancias al sonido Laurel Canyon que cultivó la indómita mirada de Joni Mitchell.
Este Echo (Sacred Bones, 2021) avanza con tonadas que recuerdan a Mazzy Star, meciéndose en torrentes de suave psicodelia sostenida por las ensoñadoras notas que salen del mástil de Sparke (“Colour Blind”, “Undone”), y versos de desamparo en donde el pasado duele:
“Standing on the freeway with her lonely cigarette.
Holding up my mirror with the pictures that she made.
And our eyes never look away.
Demons have there ways, the games they play”.
La cadencia nerviosa de la guitarra y la voz hacen de “Bad Dreams” una pesadilla de la que te deja sin aliento (“Time, most backwards here. I am drinking mugs of fear”), mientras que “Carnival” el aullido desesperado queda suspendido en el aire, mientras en el carnaval de las almas errantes se bailan valses desesperados.
Tonalidades agrestes y blueseras dan forma a “Dog Bark Echo” y “Golden Age” con un drone que envuelve la noche, y en la enorme “Wolf” hay un palpito de vida, de reafirmación emocional (“You’re the moon and I am a wolf”), y en su devenir podemos escuchar como el sonido de nuestra respiración vence a los deseos de caer en un pozo. Negro.