Libro: La música no es lo más importante (Javier Becerra)
Marzo de 2020. Un virus letal asola al planeta. Hay miedo, incertidumbre ante el futuro que se presenta; muchos infectados y fallecidos. El país se confina, sale a las 20.00h a aplaudir cada noche la labor de los sanitarios y adopta el «Resistiré» de El Dúo Dinámico como himno de resiliencia. Una canción que supone una ofensa para todo melómano que se precie, quienes inundan las redes con sus quejas avaladas por una superioridad intelectual autoimpuesta.
Este panorama anima al periodista Javier Becerra a escribir La música no es lo más importante, un divertido ensayo desmitificador, que dedica sus páginas a realizar un ejercicio de desdramatización de la habitual conducta de esos «guardianes de la autenticidad», con la que que muchos musicómanos de su generación nos sentimos identificados.
En unas coordenadas que convergen con títulos como Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural (Capital Swing, 2014) de Víctor Lenore o Música de Mierda de Carl Wilson (Blackie Books, 2016), el autor hace gala del subtítulo del libro «contradicciones de un melómano con su pasión» y aglutina en 82 cortos capítulos, una compilación de experiencias personales y reflexiones sobre el buen o mal gusto y los muchos prejuicios que conlleva.
Abundan las anécdotas que caricaturizan diversas actitudes, esas que parecen otorgar una distinción social por encima del resto de mortales a este club de elegidos (para el que alguno nos hemos postulado en algún momento). La cosa viene de lejos y no es local, como bien comenta David Saavedra en el prólogo al citar La Distinción de Pierre Bourdieau, obra de los años 60 en la que se hablaba de que el acceso a la educación establecía las bases del buen gusto. Unas creencias que vistas en perspectiva, terminan por parecer ridículas. Al final, la música como el resto de artes, no es más que un vehículo de disfrute en todas sus variantes, aunque en cierto momento nos haya hecho sentirnos como parte de ese selecto grupo de personas más interesadas en sonidos oscuros y atormentados, que en las melodiosas y saltarinas canciones de la radio comercial.
La lectura de este libro ayudará a acercarse a las canciones desde una dimensión menos forofa y más sosegada, la que tienen -dicho sea de paso- las nuevas generaciones, infinitamente más abiertas y eclécticas que la nuestra. Para ellos, realmente la música no es lo más importante.
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Anda que no conozco a gente que sigue sacándote la navaja cada vez que te mola algo que a ellos no. Este libro es necesario, pero yo prepararía un: la política no es lo más importante o el fútbol no es lo más importante. Lástima de cabezas…
Pues tiene buena pinta