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Roger Waters (Wizink Center) Madrid 24/03/23

El jueves 23 de marzo era una fecha que prometía ser histórica, pues teníamos una cita ineludible en el WiZink Center de Madrid y con Roger Waters. Mientras me acercaba al recinto, se percibía en el ambiente que iba a ser una noche mágica en la capital, de esas en las que el peso de la música se siente sobre tus hombros y que difícilmente se olvidan, para bien o para mal. En conciertos de esta magnitud, el resultado es siempre una incógnita hasta que llega el momento de la verdad.

A pesar de que el Barrio de Goya es lo menos rock que pueda haber, las primeras impresiones eran favorables. Una maraña de chupas de cuero, esas que tienen solera y no están compradas en Zara, se apiñaban en los bares cercanos. La multitud estaba compuesta por una mezcla de generaciones y clases sociales: hippies veteranos que habían vivido la época dorada del rock en los años setenta, yuppies con trajes elegantes que parecían haberse escapado de sus oficinas en Deloitte esa noche, y jóvenes que habían hipotecado lo que queda de mes para estar allí. Entre la multitud, también se podían ver viejos amigos reuniéndose después de varios años, intercambiando abrazos y recuerdos. La Plaza de Salvador Dalí respiraba ambiente de concierto en el antiguo Vicente Calderón. Ambiente de remontada.

Roger Waters llegó a Madrid presentando su última gira, This Is Not A Drill, un impresionante espectáculo que fusiona el rock and roll con elementos cinematográficos y ofrece una contundente crítica a la sociedad actual. Además, la gira estaba cargada de polémica, ya que Waters llegó a España en medio de controversias y debates en torno a su figura. Recientemente había estado involucrado en diversas disputas con su ex compañero de Pink Floyd, David Gilmour.

La presentación, al menos en la primera jornada de Madrid, estaba conformada por  Waters liderando el espectáculo (voz principal, guitarra, bajo y piano). A su vera, se encontraban Jonathan Wilson y Dave Kilminster en las guitarras y voces, Jon Carin en los teclados, guitarra y voz, Gus Seyffert en el bajo y voz, Robert Walter en los teclados, Joey Waronker en la batería, Shanay Johnson y Amanda Belair en los coros, y Seamus Blake en el saxofón.

A nivel general, el concierto comenzó a las 21:20 de la noche y duró en torno a los ciento cuarenta minutos, repartido en una veintena de canciones (si contamos conjuntamente la triada de «Another Brick in the Wall»). Un espectáculo dividido en dos partes, y en el que, por supuesto no faltaron los míticos temas de su trayectoria en Pink Floyd, así como algunas de sus canciones en solitario.

Después de leer algunas crónicas sobre su concierto en Barcelona, no estaba seguro de lo que esperaba, pero debo admitir que el espectáculo fue impresionante en todos los sentidos. La producción fue una maravilla, desde los efectos visuales proyectados en una especie de muro tecnológico suspendido en el centro del escenario, hasta el sonido envolvente y potente, que contaba con más de veinte altavoces colgados del armazón de la estructura. A nivel de sonido, desde mi opinión, solo el de Bon Iver en ese mismo recinto está por encima, y eso que el de Sigur Rós también me pareció una bestialidad.

Por supuesto, todo el concierto estuvo impregnado de la defensa y justicia social. Nada más entrar al recinto podías encontrar a activistas que defendían la libertad de Julian Assange y otros  la causa Palestina. Todo el concierto fue un homenaje a la lucha por un mundo mejor, más cercano y digno para todos. La defensa continua por los derechos civiles y humanos, así como la denuncia del abuso policial a nivel internacional o la geopolítica estadounidense en las últimas cinco décadas. Es más, nada más empezar el espectáculo, desde la megafonía se proyectó el siguiente mensaje: Si eres de los que adoran a Pink Floyd, pero no soportas los ideales de Roger Waters, harías bien en irte al bar ahora mismo.

 

Esto, que para muchos periodistas podría ser un lastre, para mí fue lo que más me gusto. Un ejercicio de responsabilidad. Después de tantas décadas y rondando los ochenta años, Roger Waters sigue teniendo una capacidad innata para abordar temas complicados a través de su música, convirtiendo el arte visual y el legado de Pink Floyd en un mensaje oportuno, crítico, feroz y contemporáneo como lo ha sido siempre. La única pega que le pongo es que todos los mensajes estaban en inglés, y viendo la capacidad económica con la que cuenta este espectáculo, podría haber puesto una traducción al castellano para que todo el público pudiera entenderlo.

El concierto de Roger Waters en Madrid arrancó con fuerza al son de «Comfortably Numb» y las tres partes de «Another Brick in the Wall». Si tienes planeado asistir a la segunda presentación, asegúrate de llegar temprano para no perdértelo. Además de las clásicas «Have a Cigar», con homenaje incluido a Syd Barrett, «Wish You Were Here», «Shine on You Crazy Diamond» y «Sheep», esta última con una oveja hinchable recorriendo el escenario y cerrando la primera parte del espectáculo, una canción que me sorprendió gratamente fue «The Powers That Be», que gracias a las imágenes proyectadas y la atmósfera creada se convirtió en uno de los mayores himnos políticos de la noche

Después de un merecido descanso de unos quince minutos, la atmósfera cambió cuando la oveja inflable que sobrevolaba el recinto se tornó siniestra. Los ojos se tiñeron de rojo y aparecieron dos mensajes en sus costados: «Que se jodan los pobres» y «Roba a los pobres para dárselo a los ricos». Comenzó la parodia fascista y toda la parafernalia totalitaria, representada magistralmente por Waters, quien en esta ocasión se vistió con uniforme militar de las SS mientras cantaba «In the Flesh» y «Run Like Hell». Incluso, llegó a disparar una metralleta MP40 con balas de fogueo.

En la segunda parte del concierto, se escucharon temas icónicos como «Déjà Vu», «Money» o «Two Suns in the Sunset». A pesar de ello, la canción que más me cautivó fue «The Bar», una de las últimas creaciones de Waters. En un lateral del escenario, todos los músicos se reunieron alrededor de un piano, descorcharon una botella de mezcal y brindaron mientras interpretaban la canción y se despedían del público. Fue una verdadera maravilla. Además, el veterano músico aún tenía un as bajo la manga: cuando se retiraron a los camerinos, una cámara los siguió mientras interpretaban «Outside The Wall», mostrando todo en los monitores.

Es posible que, para mis amigos de las viejas chupas de cuero, esta última gira pueda no estar a la altura de algunas anteriores, y por supuesto, de las míticas de los años setenta. No tengo ninguna duda al respecto. Sin embargo, para mí, con veintisiete años y habiendo visto esto solo en los antiguos VHS de mis padres o en videos de YouTube cuando empecé a interesarme el mundo, me pareció una auténtica genialidad. Fue un encuentro con el pasado que se contrapone al mundo que he heredado, demostrando la vigencia que a día de hoy todavía tienen estos grupos. Ojalá envejezca como Roger Waters y no como Ramón Tamames.

10 comentarios en «Roger Waters (Wizink Center) Madrid 24/03/23»

  • Cada día que pase, será mejor concierto.
    Roger Waters dio una lección magistral de rebeldía.
    Luces, sonido e imagen agrandaron e hicieron irrepetible cada momento.
    Puto poder, putos gobiernos.
    Eterno Waters.

  • Hay opiniones con las que no me siento a gusto porque son en exceso críticas u criticables. Todos podemos hacer juicios y definir y mostrar nuestros gustos y opiniones manteniendo el respeto por los demás. En mi opinión, vivir o pertenecer a la zona De Goya no es patrimonio de los opositores a Pink Floyd porque este grupo no es patrimonio de nadie. Solo de aquellos a los que les gusta su mensaje y su sonido. Esto es lo bueno que tenían los 70. Deslíelo no había tanto belicismo o mal vistismo si no eras un progre al uso o si eras seguidor de los hombres G. En fin, envejecer es una castaña pero es cierto que Waters tiene buen gusto en su estetica y se cuida mucho. Pero, es un hombre de 79 años al que le gusta y puede vivir bien y permitirse cualquier mensaje. Seamos sinceros con dinero todo es posible. Una última cosa, Tamames es un gran pensador y siempre fue un gran economista, pero … que pinta en esta historia?

    • Señora, lea un poco. Roger Waters envejece con dignidad e ideales y Tamames es un tránsfuga que traicionó a los suyos y que en su decrepitud termina aliado a una banda de miserables equiparando la democracia de la República con el golpe de Estado Franquista, atacando el salario mínimo y defendiendo la sanidad privada. Un ridículo espantoso, por muchos libros de economía que escribiera hace 40 años.

  • La tercera vez que lo veo. Genial como siempre. Alguna canción eché de menos como Welcome to the machine y no me gustó el castigo que impuso a Gilmour quitando ese maravilloso punteo de guitarra catalogado como de los mejores de la historia. Aún así, Roger no defraudó.

  • Hola!! En mi opinión (también de un joven de 27 años), el concierto ha sido todo un espectáculo audio-visual cargado de crítica social y política, tal y como todos esperábamos de Waters. Como buen friki del sonido, hay que resaltar la enorme calidad del audio, con altavoces colgados en el techo y a la espalda del público para dar la sensación de que las voces y sonidos de la película están detrás nuestra.

    No obstante, el setlist no ha sido el mejor, por no hablar de la versión descafeinada (y para mi gusto, nada acertada) que ha hecho del mítico Comfortably Numb, eliminando los solos de guitarra que la caracterizan y dejándonos sin la oportunidad de disfrutarlos por última vez en directo. El escenario 360 no me ha terminado de convencer, muy frío y desconectado de los músicos que estaban al otro lado. Tenía más la sensación de estar en un maravilloso cine, que en un concierto (al menos desde mi posición en la grada junto a los palcos VIP, que se supone que es el mejor sitio para verlo). Para mí, fue un espectáculo mucho mejor el de hace 4 años en el mismo recinto, que me dejó marcado para el resto de mi vida. Sin embargo, este no me emocionó tanto.

    Por supuesto, a pesar de ello me marché feliz y creo que se le perdona cualquier cosa por todo lo que ha hecho por nosotros con Pink Floyd, y por seguir dándonos la oportunidad de disfrutarlo a sus 79 añazos (firmaría ahora mismo estar la mitad de bien que él a su edad).

    Un saludo!

  • Interesante crónica, aún así creo que la primera parte de la misma peca de sesgo, prejuicios y confrontación (zona de Goya, cazadoras de cueros, us vs them….).

  • Un muy buen concierto pero lejos de la excelencia demostrada en sus dos anteriores visitas al mismo recinto. Los años no perdonan y los egos van a peor…

  • Yo no vi los otros dos anteriores, este me impresionó mucho por la calidad de sonido y montajes audiovisuales, se me puso la piel de gallina.

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