Swans (Teatro Barceló) Madrid 18/02/24
El espectral y algo enigmático paso de Maria W Horn por el Teatro Barceló como telonera de Swans resultó, en la práctica, de lo más apropiado. La sueca tiró de tentativas electrónicas para generar unas atmósferas complejas que, de algún modo, allanaron el terreno para ese certero golpe que vendría a continuación. Aunque, en realidad, nada, absolutamente nada, podía preparar al público que atestaba la sala en cuestión para la descarga visceral de energía que propiciarían, desde un escenario sometido, Michael Gira y su séquito. La excusa no era otra que la presentación de The Beggar (Mute, 23), último álbum de Swans hasta la fecha, si bien en el caso (extremadamente) particular que nos ocupa, eso ofrecía pocas pistas acerca del contenido efectivo de la velada.
El sexteto se presentó ante un aforo completo, tomando unas posiciones que ya no osarían abandonar durante casi dos horas y media empleadas en desarrollar sus ocultas artes sonoras de experimentación, post-punk, industrial, post-rock, no wave y noise-rock. Fue ese el preciso instante en el que cogieron de la mano a cada uno de sus seguidores y, apretándola con fuerza, confrontaron un viaje dantesco de intensidad apabullante en el que la ausencia de oxígeno y los violentos cambios de ritmo lucieron como premisas inexcusables. Una formación extremadamente encrespada con respecto a su versión de estudio –tan áspera en fondo como impecable en ejecución– desató la (esperada) bajada a los infiernos de un público indefenso y también inmóvil ante las artes argumentadas por la secta neoyorquina. Un trazado sin interrupciones, guiado por la liturgia del reverendo Gira, que maneja los hilos de músicos y audiencia como un director de orquesta chamánico capaz de albergar el poder sanador o condenatorio en sus manos.
El calor asfixiante y las intensas luces rojas fijas sobre los protagonistas potenciaron sensaciones, definiendo unas texturas opresivas recibidas con satisfacción por aquellos pobres humanos que, atrapados unos contra otros, esperaban ensimismados su turno en el purgatorio. Swans firmaron un concierto de artimañas hipnóticas y compleja digestión, desplegando sus conocidos y extensísimos desarrollos con intimidación hasta levantar, minuto tras minuto, un muro sonoro con el que chocar una y otra vez en pleno trance. Un concierto de los de cicatriz, grabado a fuego y que tardará días en asimilarse en su totalidad, parido desde las mismas entrañas de los cisnes al plato.
Fotos Swans: Blanca Orcasitas