Bunbury (WiZink Center) Madrid 29/06/24
Fue más o menos a mitad de concierto cuando Bunbury agradecía al público su presencia y se decía feliz al estar viviendo cada uno de estos ‘shows únicos’ como si fueran el último: «Yo pensaba que esto no iba a ocurrir nunca más». Echaba la vista atrás para recordar que habían pasado seis largos años desde su última visita a este mismo recinto; seis años y medio que parecen veinte, si pensamos en todo lo que ha ocurrido desde entonces.
«Las cosas cambian y no estamos aquí de visita», como bien reza una de sus grandes canciones que sonó poco después, con lo que el simple hecho de que esta gira pueda tener lugar tras sus problemas de salud felizmente resueltos, ya es motivo suficiente para que se convierta en toda una celebración. Tiempo de volver a vibrar en directo con una de las carreras más universales de nuestra música, que si bien cuenta con un glorioso pasado a sus espaldas, mantiene un presente con aún mucho que decir. Bunbury es mucho Bunbury encima de un escenario y más aún con la intensidad con la que vivimos las cosas cuando pensamos que podemos perderlas.
Asistíamos a la presentación del notable Greta Garbo, un álbum de transición grabado con la producción de Adan Jodorowsky y varios músicos de estudio. Pero la primera gran noticia de este doble tramo de conciertos era sin duda la vuelta de Ramón Gacías, Álvaro Suite, Jordi Mena, Robert Castellanos, Quino Béjar y Rebenaque, «los putos Santos Inocentes», como banda de apoyo reforzada para la ocasión con la incorporación de Erin Memento. Reconozco que fui de los que no entendió muy bien su ausencia en el disco, y de hecho fue una de las primeras cosas que le pregunté cuando tuve ocasión de entrevistarle, que no tardó en aclarar: «En este disco no han grabado ellos, nada más. No es el fin de la banda». Fantástica noticia vista la química que siguen teniendo juntos.
El repertorio fue de menos a más, fueron dos intensas y muy emocionantes horas, centradas en un alto porcentaje en su última década. Constatamos que estas recientes composiciones: «Nuestros mundos no obedecen a tus mapas», «Invulnerables, «Alaska» o «Desaparecer», suenan aún mejor en directo, por no hablar de cómo el grupo sigue dando nuevos matices a muchos de los temas. De qué manera la sintética «Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti)» muta en un orgánico y épico artefacto o el peso que van cogiendo en los setlists los temas del muy reivindicable Expectativas (2017), con la poderosa «La actitud correcta» a la cabeza, sin olvidar esas geniales «Cuna de Caín», «Parecemos tontos» o «La Constante».
No tardó en desarmarnos llevándonos a ese Viaje a ninguna parte con la arrebatadora «El rescate», recuperando ese himno global que es «El extranjero» o conmoviéndonos con una «Apuesta por el rock ‘n’ roll» de Más Birras, que siempre quedará como homenaje a un Mauricio Aznar de actualidad por la reivindicación de su figura en la excelente película La Estrella Azul. El ambiente era el propicio para atacar dos de sus mejores composiciones en solitario, la antes mencionada «Porque las cosas cambian» interpretada en un tono más pausado al habitual, y la creciente «De todo el mundo», para la que se mezcló entre las primeras filas. Pero si hubo un momento verdaderamente catártico, fue cuando resonaron los primeros acordes de «Entre dos tierras» de Héroes del Silencio. Una absoluta explosión de nostalgia entre un público ya talludito, que retrocedió tres décadas para revivir una época que ya no existe, a través de una banda sonora que le acompañará para siempre.
Completamente noqueados, ya solo quedó dejarnos llevar y afrontar un último tramo en el que toda la artillería caía sobre nosotros amplificando la sacudida ventricular con la festiva «Sí», ese clásico llamado «Lady Blue» o la inmensa «Infinito». Aún había tiempo para un guiño más a su antigua banda con una rocosa versión de «Maldito duende», hasta que ese valls de despedida «…Y al final», culminó una apabullante actuación.
Fotos Bunbury: Alberto Castillo (WiZink Center)