ConciertosCrónicas

Blam De Lam (Sala Hangar) Córdoba 26/09/24

Tal vez no sea estrictamente necesario hacerle saber al mundo, al menos a ese pequeñito al que algunos creemos pertenecer, que con la música adecuada puede ser mucho mejor de lo que es. Ni que los días y las noches más inesperados, como la de un jueves ubicado justo en medio del cambio de estación, acaban resultando imprescindibles para el bienestar de ese diminuto planeta que habitamos, en el que sólo orbitan astros afines y brillan cielos iluminados por canciones y sueños habitados por monstruos amables y cariñosos. En una de esas veladas íntimas y cercanas con que los inquietos miembros de El Colectivo nos obsequian con cada vez más frecuencia, y con una inversión inferior a la empleada en cualquier bebercio de alta graduación, los jiennenses Blam De Lam vinieron desde Martos a demostrar por qué un grupo formado por músicos multiplicados en mil labores e implicados en decenas de proyectos debería prodigarse en cuanto a grabaciones por lo menos el doble de lo que lo hace. Su directo es arrebatador y sus discos –sólo hay que escucharlos en el orden correcto- joyas de psicodelia pop e intensidad melódica culminados en el reciente Punto Nemo, el más álgido de una discografía más raquítica de lo que debieran a estas alturas.

Desde 2013 hasta la fecha les ha dado tiempo a entregar tan sólo tres discos largos, y como si al volver sobre sus propios pasos quisieran revitalizar algunas de esas canciones que por desgracia seguirán perdidas para la mayoría de oídos, introducen el set list con una “Ensoñación” que no es sino una declaración de intenciones válida aún. De aquel La Máquina Y El Movimiento rescatan “Dadme sal” e “Invierno”, puede que las piezas más coherentes con su trayectoria posterior, apuntalada por otras incluidas en Dualismo (2016) como “Lluvia estelar”, “Cadáver” y “Motor de pánico”, dando continuidad a un proyecto y a un concierto in crescendo, con tres guitarras perdiéndose y encontrándose en una oleada continua de ritmo en el que poca o ninguna cabida tienen los solos y las recreaciones de un virtuosismo al que sin embargo ninguno de ellos es ajeno. Hasta duele darse cuenta de que han tenido que pasar ocho años para que podamos disfrutar de canciones mágicas como “El predicador”, “Confesión”, “Polvo en suspensión”, “La estancia” o “Frecuencia”, tocadas al punto de ebullición exacto para que los arreglos de teclado y el theremin tengan el protagonismo debido, con resultados idénticos y efectos inmediatos. “Transparente” y sobre todo “Tarántula”, expansivas y deslumbrantes, culminan la presentación en una sala Hangar que pocas veces en los últimos tiempos ha tenido un sonido tan ajustado y preciso. La ocasión lo merecía sin duda.

Uno de esos conciertos que te provocan la necesidad imperiosa de volver a casa cuanto antes para colocar el vinilo en el plato, y que suenen de nuevo las canciones que acabas de escuchar en directo, es un signo inequívoco de que la huella dejada por Blam De Lam será difícil de borrar, y de que su expresión musical deja un rastro firme y seguro. Las consecuencias de optar por la letra pequeña de la agenda cultural de cada semana no son sólo inevitables, sino completamente vitales.

Foto Blam De Lam: JJ Caballero

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