Andrés Calamaro – Cosquín Siempre Rock (Córdoba (Argentina))
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Después de seis años sin presentaciones solistas en vivo, durante los cuales realizó una obra monumental (El Salmón), a priori alejada de la masividad y el efectismo en las ventas, seguida de un largo silencio suspendido con la aparición del ilegal Deep Camboya y El Cantante, Andrés Calamaro volvió a los escenarios en el marco de la segunda edición del Cosquín Siempre Rock, realizado en la plaza Próspero Molina, típica anfitriona de festivales folclóricos en la provincia de Córdoba.
La ansiedad de las casi veinte mis almas que hacían equilibrio para ganar algunos pasos adelante, y que volvían evidente la admiración por AAndrés con remeras que superaban en cantidad a las de bandas como A77aque o Intoxicados, se encontró con un Calamaro algo distinto al recuerdo-imagen que -en general- se tenía de anteriores recitales. En primer lugar, Calamaro apareció (con camisa amarilla, pantalón de vestir y chaleco negros) ya dispuesto frente a los teclados sin promover esa entrada suntuosa a la que suelen estar acostumbradas las figuras de su calibre. También sorpendió a muchos que Andrés no usara en todo el concierto los característicos lentes oscuros, que para algunos son una insginia del ex Abuelos de la Nada junto al porro. En cambio, y destacando aun más la exhibición de los esforzados ojos de Andrés, todos los miembros de la Bersuit combinaban la elegancia de su vestuario con llamativos anteojos de sol.
Como aquellos amigos, con los que uno puede estar sin hablarse durante meses sin que el paso del tiempo afecte la relación, la potentísima apertura de Andrés con «El Salmón» inició una conexión entre el músico y su público que no sufrió bajas en ningún momento de las casi dos horas que duró el show. Y quizás sea ese uno de los principales factores que lo hacen tan singular a Andrés en una época en que casi todas las bandas nuevas del rock nacional imitan algún aire suyo: y es que pareciera que todas sus canciones son hits. Ninguna se destaca demasiado por sobre las otras, sino que mantienen una especie continuidad que las hace interdependientes. Y no hubo tema que la gente no supiera cantar el sábado porque hasta resultaría inútil jerarquizar las obras de quien se ganó el premio al más prolífico y mejor gestualizador a la hora de cantarlas.
Además de verlo con su instrumento más entrañable, los teclados, aquel que le aseguró un protagonismo inesperado en Los Abuelos de la Nada, fueron varias las pistas que el sábado dejaron entrever que El Salmón está pasando por un momento de autenticidad y tranquilidad interior. Y no es mentira ni exageración que Andrés parece más entusiasmado, sonríe con mayor frecuencia, genera mucha complicidad con su público (el sábado -por ejemplo- se tomó un momento para saludar y agradecer a un discapacitado que estaba en las primeras filas) y -por momentos- parece sorpendido de su propia popularidad, que en Cosquín parecía no tener límites.
Ese reconocimento al público quedó demostrado en continuos agradecimientos y un repertorio sustancioso en el que no faltaron las bellísimas «Paloma», «Crímenes Perfectos», «Media Verónica» y «Los Aviones» ni las efectistas «Flaca», «Alta Suciedad» y «Para no olvidar», ganándoles todo el territorio a los covers y haciendo desaparecer por completo el muy contagioso inglés de Calamaro.
Decididamente, en un concierto impecable, los puntos más altos estuvieron en la ejecución de algunos temas de esa inestimable obra que se extiende por cinco discos y que hasta ahora no se había podido disfrutar en directo. La conmovedora atmósfera de intimidad en «Tuyo Siempre», la ironía aguda al mejor estilo Calamaro en «Vigilante Medio Argentino» y esa capacidad para encontrar aquello inexpicable, fatal y hermoso que tiene toda relación en Nos volveremos a ver (cantada como primer bis) confirmaron, junto a la sorprendente versión de una «Copa Rota» con ritmo cuartetero y «La libertad», dedicada al motín de los presos de Córdoba, que Andrés Calamaro es el más diferente de entre los más populares y queridos músicos.
Así, con la colaboración de una de las bandas que mejor suenan y más mueven gente hoy por hoy, y en un marco impensable para Andrés pocos años atrás, El Cantante demostró que para nadar contra la corriente también hay que ser honesto. Palabras más, palabras menos, ya lo dijo Dylan en «Blonde on Blonde»: «To live outside the law, you must be honest».
* Artículo cedido generosamente por Camisetasparatodos.com.