Crónica del sábado del Bilbao BBK Live 2019
Avanza el cambio climático desertizando media península, menos el Bilbao BBK Live, donde siempre llueve, aunque sean cuatro chispeos como ayer, jornada final de un festival que termino a todo trapo con un final digno volver a tener veinte años y el súper poder de no sufrir resacas. Pasadas las 00, comenzó la galerna electrónica con HVOB, Hot Chip, Cut Copy, Charlotte Adigéry, Todd Terje, y Talabot. A las 5, por si quedaba alguien vivo aún, salieron 2ManyDjs. Son las 11 del domingo y aún hay gente tratando de encontrar la forma de bajar del Monte Kobetas y volver a Bilbao.
Mucho antes, a media tarde, Cala Vento y Perro protagonizaron un solapado duelo de energía y abrasividad, del que salieron vencedores los primeros.
Poco después, Nathy Peluso, una coctelera andante de sonidos que van desde el hip hop o el jazz, hasta la salsa cubana. Cargada con toda la sensualidad del Caribe, la hispanoargentina comenzó protagonizando una nueva versión del Calle 54 de Trueba, para terminar convertida en la versión trap de Gloria Estefan. El año que viene hace Primavera Sound seguro.
Sobre The Good & The Bad & The Queen se puede escribir un buen rato hablando solo de quiénes son sus componentes, cada cual más relevante. Trataremos de hacerlo rápido, porque no todos los días puedes ver al bajista de la foto de la portada del London Calling de The Clash (Paul Simonon), o a Tony Allen (fundador del afrobeat y según Brian Eno, el mejor batería de la historia), tocar junto a un ex The Verve (Simon Tong), mientras canta un tal Damon Albarn. En Bilbao repasaron sobre todo Merrie Land (2018, Studio 13), un notable ejercicio de oposición al brexit. Musicado a base de “folk inglés contemporáneo” (en palabras de Albarn), sobre el escenario del Bilbao BBK Live fue pop complejo delicadamente arreglado con cuerdas, piano y metales. Sutil y reflexivo, no fue plato para todos los gustos, a pesar de la contagiosa teatralidad a lo Kurt Weill de Albarn.
La alternativa era los facilísimos Kero Kero Bonito, una irresistible ola de buen rollo a base de J-Pop, electro y funk. Desde Londres y a toda velocidad, tiraron abajo la carpa.
El plato fuerte del sábado eran Weezer, una banda a la que se le hizo difícil llevar el legado de un éxito del calibre de “Buddy Holly”. Quizás por ello decidieron exorcizar demonios y la tocaron la primera, dentro de un setlist dominado por su grandísimo debut, el legendario Blue Album (1994), del que sonaron siete canciones.
No era el directo la mejor de virtud de Cuomo y los suyos, aunque para esta gira parecen haberse puesto las pilas y suenen como una máquina algo automática, pero perfectamente engrasada. Disparada su mejor bala al comienzo, decidieron tratar de no bajar el ritmo con “Undone – The Sweater Song”, “Holiday” y “The Good Life”. Cuando se terminó la primera munición del Blue Album y del Pinkerton (1996), comenzó una irregular tanta de versiones, “Everybody Wants to Rule the World” de Tears for Fears peor que el “Happy Together” de The Turtles, pero infinitamente mejor que el “Africa” de Toto, o que una vergonzosa “Take on” me de A-ha. Rondando el final, los californianos volvieron a centrarse para clavar un destacado “My Name is Jonas” y las correctas “Island in the Sun” y “Say it Ain’t So”. Correcta nostalgia pero incierto futuro.
Todo lo contrario que nuestros dos siguientes protagonistas, que tienen toda una vida musical por delante.
Los primeros fueron Shame, una nueva y excelente revisión de la mejor tradición rabiosa del punk que con un solo disco (Songs of Praise, 2018, Dead Oceans), son ya un fenómeno en UK. Lo dije el jueves, si les gusta el estilo, apunten los nombres de Slaves, Idles o Dream Wife. Frenética letanía protagonizada por el ultra expresivo Eddie Green, un nuevo tifón se acaba de formar en el Canal de la Mancha.
Vince Staples forma con Kendrick Lamar, Tyler the creator o Kanye West la elite hip hop ilustrado. Complejo, calmado y lleno de matices, le comparas con un trapero hispano y parece un cantante de ópera. En directo rapea con ritmo natural y sin estridencias, en un show pegadizo que se hizo demasiado corto.
Desde aquí hasta el cierre, todo el festival se vistió de Sónar convertido en una pista de baile hasta el amanecer. Me temo que el año que viene, tampoco podremos faltar.
pedazo de edición
Weezer estan acabados, pero en directo estuvieron bien
Me sorprendió gratamente Nathy Peluso y Hot Chip, todo lo contrario que Weezer, con una trayectoria como la de ellos, directo flojo y sobre todo ver un cabeza de cartel tocando un % alto a mi parecer de éxitos de «otros», lo q me llevaría a tener la sensación de estar delante de una » Orquesta de Lujo».