Mad Cool 2019. Sábado, Madrid 13/07/19

La jornada del sábado de Mad Cool no solo fue la más numerosa de público, sino que sirvió para poner el broche de oro a una edición que si bien parecía inferior artísticamente a la anterior, terminó siendo una de las más memorables de las celebradas hasta la fecha. Bien de público pero sin masificaciones, con grandes espacios y suficientes escenarios para poder degustar los más variados estilos. Ya no solo el gran evento que venía reclamando la capital desde hace años, sino ya un festival asentado que convive y mira de tú a tú a los grandes de Europa

Había que ver a Johnny Marr. Ya lo habíamos disfrutado en sala el pasado otoño y sabíamos que su presencia en Mad Cool era una de las paradas obligatorias en esta última jornada. Todo ello, a pesar de los cuarenta grados que azotaban sin compasión a las 18:10 de la tarde en el soleado escenario principal. Pero cuando el guitarra más elegante de su generación hace acto de presencia  todo lo demás se olvida. Fueron tan solo 10 canciones en poco más de 45 minutos, pero aún así volvió a merecer la pena verle armado con su Fender Jaguar sacando esas notas punzantes que nos taladraron el corazón hace más de 30 años y no terminan de cicatrizar. Tras «The Tracers» sonaban los acordes de «Bigmouth Strikes Again» que ejercieron un efecto llamada entre todos los valientes que a esa hora acudían recinto, saliendo de las pocas sombras para acudir a la llamada del de Manchester.

No hubo tiempo para mucho, tan solo unos fogonazos escogidos de su discografía en solitario representados por la melódica «Hi Hello», la hipnótica «Walk Into The Sea», la pegadiza «Easy Money» y esa reciente «Armatopia» con tintes ecológicos. Quiso recordarnos su periplo junto a Bernard Sumner (New Order) en Electronic con las bailadas “Getting Away With It” y “Get the Message”. Y lo más esperado y celebrado, fueron sus canciones al frente de The Smiths, que aunque no presuma continuamente de ellas, son tan suyas como de Morrissey. Poder escuchar “How Soon Is Now” y inmortal “There is a light that never goes out” en manos de Johnny Marr ya es un premio. Y por ello mereció la pena asumir el riesgo de morir deshidratados.

Manuel Pinazo

Minutos después de nuestro encuentro con Marr, acudíamos al escenario contiguo, que dada su disposición proyectaba algo de sombra, algo impagable y de agradecer. Allí llegaba nuestra querida Cat Power con su nueva formación, para hacer un repaso a su larga carrera. Quienes habéis visto a Chan Marshall en directo sabéis que es capaz de ofrecer veladas para el olvido o de cautivarnos con su hipnótica presencia. Ayer tuvimos la suerte de vivir lo segundo, con un repertorio y unos tempos a los que seguro costó entrar a poco iniciados. La cantante de Atlanta derrocha personalidad y en vez de optar por un set rescatando sus piezas más populares, quiso enfriar el tórrido ambiente con una actuación reposada, más propia para degustar sentado en un teatro. Era la tercera vez que pasaba por aquí en pocos meses y en lugar centrarse en las canciones del reciente Wanderer (2018), decidió tirar por lo íntimo rebuscando en algunos tesoros del pasado juntándolos con los presentes.

Armada con dos micros para sacar partido a su personal tono de voz, nos llevó de paseo por Moon Pix (1998) abriendo con “Cross Bones Style” y posteriormente recuperando esa joya llamada «Metal Heart». También se acordó de You Are Free (2003) trayendo de vuelta «Good Woman», versionó a su amiga Lana del Rey en «White Mustang» e hizo una concesión al público menos iniciado trayendo de vuelta la bailable «Manhattan» y esa maravilla llamada «The Greatest». De sus temas recientes sonaron “Robbin Hood”, “Me Voy” y la bonita “Wanderer”, con la que cerró. A pesar de ser un show difícil para el emplazamiento, las horas y el calor, terminó congregando a un buen número de asistentes que cayeron rendidos ante una Chan Marshall en plenitud de facultades.

Manuel Pinazo

Con el Mad Cool Stage ya copado en primeras filas por fans a muerte de The Cure, fuimos bastantes los que nos acercamos a disfrutar de las evoluciones de Gossip, que ejercían como teloneros en dicho escenario.

La propia Beth Ditto no paraba de recordárnoslo con un visible nerviosismo y excitación por serlo mientras la banda desgranaba hits a la altura de “Love long distance” o “Move in the right direction”, auténtico dance-pop (poco punk de sus inicios, por no decir ninguno, les queda a estas alturas) de quilates que demandaba mayor nocturnidad. Un concierto tan leve como disfrutable.

Raúl del Olmo

The Twilight Sad, apadrinados por Robert Smith, ya fueron compañeros de gira de The Cure en 2016 e incluso se unieron a la fiesta del pasado año en el macro concierto de Hyde Park. Ayer volvían a coincidir con ellos en el cartel (al igual que Mogwai, otra de las predilecciones del cantante de Crawley). La banda escocesa acaba de editar su quinto disco, un It Won’t Be Like This All the Time (2019), cuyas canciones vendrán a presentar el próximo otoño, pero que pudimos empezar a degustar en directo en Mad Cool. Los de James Graham practican un pop oscuro a medio camino entre los primeros Editors y el shoegaze, que si bien en sus últimas entregas se ha ido estandarizando un poco, contiene unos cuantos motivos para prestarles atención.

La innegable pasión y entrega de su vocalista, hace de sus directos un viaje entre la épica y las atmósferas que va creando el grupo, algo que cautivó al personal que a esas horas abarrotaba el escenario Mondo Sonoro. Pudimos escuchar canciones recientes como «[10 Good Reasons for Modern Drugs]» y «Ytr», la versión de sus paisanos Frightened Rabbit “Keep Yourself Warm”, además de rescates de antaño como “And She Would Darken the Memory” o no tan antiguos (“There’s a Girl in the Corner”).

Manuel Pinazo

Era tiempo de ir tomando posiciones para disfrutar de la madurez escénica de Mogwai, no tan exuberante en emociones, pero sí en sutilezas y capacidad insobornable a prueba de bombas. El único dolor, y vaya dolor, era el solapamiento con un John Hopkins en momento indiscutiblemente dulce y, menos, con unos Prophets of rage que al menos por curiosidad hubiera visto.

La misteriosa tormenta fugaz con la que se levantó ayer Madrid, presagio de la incontenible sensibilidad que nos ahogaría deliciosamente con The Cure, tuvo en la exposición ante los escoceses un anticipo de altura, gozando de finura escénica y de un set list confeccionado para dilapidar cualquier festival; de hecho la chavalada que se aferraba a las primeras filas para tener el mejor sitio con The 1975 no sé yo muy bien qué pensaría de todo esto.

Centrados en temas oblicuos y anti-climáticos como “Crossing the Road Material” seguido de “Take Me Somewhere Nice”, el inicio de show mostraba una exigencia precisamente no basada en el ruido, sino en el narcotismo más radical. No fue hasta “Mogwai Fear Satan” que los fans de siempre nos dejamos llevar por su post-rock maestro e influyente en miles de grupos afines.

Un final arrasador con “Old Poisons”, su nuevo “Batcat” reciclado, y el riff mántrico pesadísimo de “We’re No Here” les hizo terminar como auténticos triunfadores, defendiendo una incomodidad y un ensimismamiento del todo arrebatadores. Calentamiento perfecto ante el colosal concierto que ofrecería The Cure, sobre todo cuando tiraron de su lado más abisal y catártico.

Raúl del Olmo

He visto a The Cure una docena de veces en 30 años y no recuerdo a un Robert Smith tan pletórico de voz, tan alegre y en forma como anoche. Mad Cool jugó a caballo ganador con su contratación y ha resultado ser el gran acierto de la temporada, porque da igual que vuelvan a tirar un del vasto repertorio del que llevan alimentándose  en sus conciertos los últimos 20 años, la catarsis que desprenden ya es un motivo suficiente para reivindicarles hasta la muerte. A falta de un nuevo disco que ya nos revuelve por dentro, volvimos a asistir a dos horas de viaje apasionado por una de las discografías más intachables de estas cuatro últimas décadas.

Una lección de profesionalidad, de sonido majestuoso, de cómo escoger repertorio (apunta esto, Billy Corgan) y de cómo saber alternar los momentos más luminosos de tu carrera con esos infiernos particulares que tanto agradecemos los extreme fans de toda la vida. La infalible dupla «Plainsong»/ «Pictures Of You» dio pie a veintisiete canciones de algunas de sus mejores épocas, haciendo especial parada en Disintegration (1989), del que sonaron hasta siete de sus temas, incluyendo la poco habitual «Last Dance» esa maravilla de dreampop ambiental. Fue muy especial poder disfrutar de la apabullante recreación de «Just One Kiss», cara B del single «Let’s Go to Bed» con el que quisieron romper su etapa Pornography. Un Pornography que por desgracia pasaron por alto, pero al que se acercaron en intenciones con la brutal «Shake Dog Shake», la incendiaria «Burn» o esa oscura «39», que volvió a recordarnos la grandeza de Bloodflowers (2000). Otros momentos de especial emoción llegaron con la deliciosa “The Caterpillar” o la enrevesada “From the Edge of the Deep Green Sea” con un Reeves Gabrels en estado de gracia. Y ya que citamos al guitarrista qué podemos decir de un Simon Gallup omnipresente, con su excelsa presencia recorriendo el escenario de lado a lado y su machacante bajo haciendo de las suyas, con especial protagonismo en «Primary», «Play For Today» o la esperada a «A Forest».

Estábamos en un festival y por ello, no podían faltar sus piezas más poperas, de «In Between Days» y «Just Like Heaven», a las celebradas «Close To Me», «Why Can’t I Be You?» o «Boys Don’t Cry». Mejor imposible.

 

Manuel Pinazo

Robyn atraviesa un momento discográfico notable, fruto de lo cual su presencia escénica y confianza eran tan porosas que resultaba del todo imposible no caer rendido a sus hits con una pátina siempre inteligente y no tan de plástico como en otras figuras del género.

Con un set-list centrado en su recomendable último trabajo, el maduro Honey (18), su show fue divertido y adecuado para esas altas horas mientras nos desgañitábamos bailando “Dancing on My Own”.

Raúl del Olmo

Hubo ayer más de un despistado paseando por el recinto de Mad Cool que cuando escuchaba de fondo a Greta Van Fleet pensaba que eran una banda tributo a Led Zeppelin o algo similar. Lo cierto es que la primera referencia que viene a la cabeza al escuchar a la joven banda de Michigan es obvia, el tono de voz de Josh Kiszka recuerda al de las mejores épocas de Robert Plant, lo de la guitarra ya es otra cosa (aún no ha nacido alguien capaz de suplir a Jimmy Page). El caso es que los chavales tienen oficio y presencia escénica suficiente para ser una de las bandas de rock de referencia en los próximos años.

 

 

Había ganas de verles en directo, a tenor de la suspensión de la gira del pasado febrero, ya que sus dos discos les han colocado en el punto de mira, y lo cierto es que la sensación fue muy satisfactoria. Su energía, ese poso a las mejores formaciones setenteras, esos riffs adictivos y la empastación de la base rítmica -el batería Danny Wagner es una bestia parda-, nos dejaron sin aliento. Quizá les falte aún desarrollar un estilo propio que les identifique, pero canciones como “When the Curtain Falls”, “Black Smoke Rising” o ese arrase que es “Highway Tume”, les dejan muy bien posicionados.

Manuel Pinazo

Como enfermo patológico de la escena synthwave, de nuevo los adeptos de su faceta más horror synth estábamos de enhorabuena con la tercera visita en un año a la capital de su más flamante embajador, Carpenter Brut.

Con sus habituales proyecciones de cine de serie B y retroarte variado, Franck Hueso llegó acompañado de un guitarra y un batería que aportaban cierto tono orgánico en una actuación poderosísima, un auténtico aquelarre electrónico, más atronador y magno que nunca.

El movimiento poco a poco va calando en nuestras latitudes geográficas, a un ritmo desmesuradamente lento, como todo en este país de pandereta y mercachifles salvo la corrupción, la caradura y la estupidez patológica que se expande con la alegría del uranio enriquecido en Chernóbil, pero no obstante, los fieles y los neófitos bailamos desatados al ritmo de “Leather teeth”, “Beware the beast”, “Turbo killer”, “Inferno galore” en una progresión de temazos sin fin que terminó con su irresistible versión del “Maniac” de Michael Sanbello. Sobrada mítica de los franceses.

Y, tras cuatro agotadoras jornadas, nos marchábamos felices y contentos a descansar a casa, los de las marcas y las stories de i was here y los que siempre tendremos a la música como la más fiel compañera mientras nos quede vida en el cuerpo por mucha muerte bípeda sidosa que nos amenace con su mera existencia.

Raúl del Olmo

Fotos: Mad Cool (Instagram

Lee aquí:
Mad Cool – Welcome Party
Mad Cool – jueves 11 de julio
Mad Cool – viernes 12 de julio

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