Fangoria – Teatro Circo Prize (Madrid)
Lo de Fangoria con su público es un poco lo que le ocurre a las folclóricas con sus clubes de fan, no importa cuán larga sea su condena, su apoyo será siempre el mismo, férreo, inamovible ante la adversidad. Da igual que sus discos no consigan recobrar el aliento de los tiempos mejores que vivieron al abrigo de Carlos Jean, como productor de su afamada trilogía.
El fan de Fangoria estará allí a romperse la camisa por su musa y por Nacho Canut. De hecho me atrevería a decir que los conciertos de Fangoria se suelen puntuar en relación a la cantidad de fiesta que se consiga desatar entre el público. El público es un elemento más del repertorio. Y es que Fangoria son mucho más que música, prueba de ello es que su arte cada vez más en entredicho, tras la publicación de varios discos que no terminan de calar en el personal más allá de las primeras escuchas de criba, o unos directos que vienen arrastrando los mismos fallos durante años, exceso de voces pregrabadas, fallos de sonido considerables, etc., esa noche tampoco fue una excepción, seguramente por culpa de esa manía que tienen de trabajar siempre con los mismos amigos, no se traduce en absoluto en su cada vez más imparable éxito comercial (cuanto bien está haciendo a sus bolsillos el reality de la MTV).
Dos noches seguidas en el Teatro Circo Price de Madrid en la gira de presentación de su último álbum Cuatricromía (2013) son la mejor prueba de la buena salud del dúo y su intacta capacidad para convocar a fieles. Fangoria son mucho más que un dúo musical, son el estandarte de una fiesta superficial y etílica, son una marca de fiesta más, como lo son la «WE» o la «Goa«, aunque esto sea a costa de un detrimento en la calidad del producto que presentan y cómo lo presentan. De nada importaba que prácticamente todo el repertorio se basara en su último disco, tampoco importó que el sonido fuera bajísimo, que las coreografías por momentos recordarán a la fiestas de fin de curso de primaria (de vergüenza ajena lo del ballet Nueva Fantasía que les acompaña). Nada. No importaba nada, porque a buen seguro no hubo ni una sola persona que esa noche no saliera feliz, contenta y afónica. Lo de celebrar los conciertos como si fueran mega karaokes adquiere con Fangoria tintes dramáticos. La fiesta se desató con sólo ver la embutida figura de Alaska en un vinilo negro que orgullosa presentaba sus casi 50 años como la diva madrileña por excelencia, icono que aglutina las simpatías de abuelas y el cariño de los pocos yonquis ochenteros que queden vivos en las Barranquillas.
Y arrancó el espectáculo con «Peligros», posiblemente el mejor tema de su último álbum, que fue dando paso a unas interpretaciones prácticamente literales de éste pasada por una túrmix de ritmos machacones y poco estilosos que se entrelazaban muy hábilmente con canciones de su repertorio más clásico. Dos horas de concierto revisitando presente y pasado que se fundieron en un espectáculo de ritmo trepidante, haciendo parada obligatoria para rendir homenaje a la desaparecida y muy añorada Sara Montiel, co-protagonista del descacharrante vídeo para «Absolutamente», que en palabras de Alaska «siempre estará dedicada a Sara«, a la que cambiaron la letra, en vez de «¿quién pondrá una vela a San Sebastián?», ahora cantan algo así como «¿quién pondrá una vela a Sara Montiel?«; pero vamos que la única manera de conocer este dato es tirar de los comentarios del dúo en internet, porque en directo con ese tímido sonido era imposible distinguir apenas palabras sueltas entre el algarabío oligofrénico de los asistentes.
Una pena que las producciones corta-pega de sus amigos de SPAM no realzaran la belleza de una recuperada, por fin, para los directos «Me odio cuando miento» o la trascendencia de «Electricistas», ambas de su magnífico Una temporada en el infierno (1999). Tirando la vista más atrás llegaron incluso a hacer una nueva concesión al pasado con la revisión de «Ni tú ni nadie» o «Perlas Ensangretadas», momento en el que los cimientos del Circo Price se desquebrajaron por la potencia saltarina de un público ya para entonces mucho más protagonista que la misma Alaska. Por todos lados grupos de amigos abrazados dando vueltas, de espaldas al escenario, coreando en plan hooligan, bailando y celebrando los inicios de las canciones como si no hubiera mañana, como el que tiene un hijo en la cárcel. Tengo mis serias dudas de que el concierto se mereciera tan altos honores.
Y contenta se fue Alaska agradeciendo lo «divertida» que había resultado la noche (una muestra más del protagonismo que se tuvo fuera de las tablas). Pero además Fangoria debían sentir que la noche fue un triunfo porque consiguieron unificar el mismo entusiasmo para gran parte de sus nuevos temas. Vienen con muy buena pegada en directo muchas de sus nuevas canciones como la que será su próximo single «Desfachatez» que ganó por goleada en cuanto a colorido. Pero también «Tormenta Solar Perfecta» o «Dramas y Comedias» por mencionar tan sólo un par de ellas, aguantaron muy bien el pulso a temas que ya arrastran gran carga emocional para sus seguidores como son «La Pequeña Edad de Hielo», «Retorciendo Palabras», o la que puso el broche final a la fiesta «No sé qué me das».
Resultado del partido: Fangoria 1 – Público 2 …y eso jugando en casa.