Gary Louris – Jump For Joy (Thirty Tigers / Popstock!)
En época de pandemia y confinamiento, y ante la imposibilidad de tocar en directo, muchos músicos parecen haber dedicado tiempo extra a labores compositivas. Así, apenas un año después de la última entrega de The Jayhawks –el algo irregular ‘XOXO’ (Sham, 20)–, ve la luz el presente disco en solitario de su líder Gary Louris. Esta es la segunda referencia del vocalista bajo su propio nombre y al margen del seminal grupo de Minneapolis, tras el atractivo ‘Vagabonds’ (Rykodisc, 08) y sin tener en cuenta aquel ‘Ready For The Flood’ (New West, 08) firmado junto a su otrora amigo y compañero de banda Mark Olson.
Unas circunstancias, todas ellas, que no implican que ‘Jump For Joy’ (Thirty Tigers, 21) sea el típico disco forzosamente acústico e intimista registrado por el músico de turno cuando se aleja de su grupo. El álbum en cuestión presume de solidez, situado como está en un atractivo punto a medio camino entre pop, folk y americana que deja un decálogo de canciones muy bien arreglado y engalanado con gusto. Aunque, en realidad, el lanzamiento cae bastante más hacia el lado del pop, con la alargada y siempre bienvenida sombra de Paul McCartney haciendo fuerza sobre el conjunto, además de sumar otros referentes como Paul Simon, Donovan o Del Amitri. El norteamericano entrega un trazado de tintes clásicos que se degusta con satisfacción y tremenda facilidad, con mayoría de destacadas y singles en potencia. Es el caso del irresistible comienzo que supone “Almost Home”, “Follow” “One Way Conversation”, la final “Dead Man’s Burden” (con ecos a Simon & Garfunkel), “Living In Between”, la sedosa “White Squirrel”, o esa “New Normal” que es una de las gemas del año.
‘Jump For Joy’ (Thirty Tigers) no es un álbum espectacular ni asombroso. Tampoco uno experimental o que se aleje diametralmente de la propuesta más reciente de The Jayhawks. Pero es un acierto en objetivo y pretensiones, por lo que las consecuencias que motiva son muy satisfactorias. Sobre todo porque, a cambio, es un elepé sin resquicios negativos o fácilmente criticables, cargado de melodías inspiradas y luminosas con las que resulta difícil no empatizar. Uno de esos discos, en definitiva, que no cambiará la vida de nadie pero que casi con toda seguridad hará la existencia más agradable durante cuarenta minutos.