Las dificultades para organizar conciertos en este país. Buscamos las causas.
Hace algún tiempo que venimos anunciando y denunciando lo extremadamente complicado que resulta organizar conciertos en este país. Uno de los motivos no es otro que la falta de público interesado en propuestas alternativas a lo convencional, especialmente si esas propuestas son nacionales.
La pregunta es obvia, ¿no hay público, o las propuestas no son lo suficientemente interesantes? El debate está servido, y la duda recorre nuestras cabezas con ejemplos bien sencillos. Ésta revista, Muzikalia, ha organizado ya varias fiestas en muchas ciudades del país, con respuestas bien variadas. Sidonie y Carrots llenaron en Oviedo, Maga despertó la curiosidad de muchos en Oviedo y Valladolid, Tindersticks o Sexy Sadie arrasaron en A Coruña, … es decir, parece obvio que público que se interesa por este tipo de grupos EXISTE. Pero, ¿qué pasa cuando esos grupos no son tan conocidos y de lo que se trata es de arriesgar y «ver qué pasa»? La respuesta, desgraciadamente, también está clara: no va prácticamente nadie.
Hace unas semanas, desde Muzikalia volvimos a arriesgar y, en Valladolid y Gijón, proponíamos un doble cartel de lo más interesante:Audience y Sanpedro, dos grupos estilísticamente opuestos, pero que combinan juventud, ganas y una enorme calidad. La repuesta fue fría, excesivamente fría me atrevería a decir. No puedo entender como de las 500 personas que fueron el año pasado a ver aSidonie en Oviedo, no había al menos 60 ó 70 que, a pesar de no conocer a las bandas, no quisieron arriesgar y probar suerte…
Eso sí, nadie falló para ver a Piano Magic en la misma ciudad, como nadie falló para ver a The Appleseed Cast en Madrid y Barcelona…
Eso no pasa en el cine. Allí, pagas tus 5 ó 6 euros de rigor, y te tragas lo que te echen. Te puede gustar o no, pero nadie te devuelve el dinero, y la gente sigue yendo. ¿Por qué no tenemos la costumbre de hacer lo mismo con los conciertos? ¿Cuantos ‘fans’ de Sidonie se hubieran prendado de la música de Sanpedro? Ese riesgo y esas ganas de buscar y no quedarse en la superficie hacen de la situación actual algo complicado de superar.
Para mejorar todo, a las salas habría que pedirles una mayor implicación en la realización de los conciertos. La forma de trabajo hoy en día es alquilar la sala, por una cantidad normalmente desorbitada y con una relación ciudad-precio bastante desequilibrada (¿como puede costar más alquilar una sala en Murcia, Alicante u Oviedo que en Madrid, por ejemplo?), desde 200 hasta 600 euros, y que tú te lo hagas todo (promoción, cartelería, … es decir, gastos y más gastos), siendo esta una opción válida y económicamente atractiva para los grupos que han dado el salto, pero siendo también un obstáculo insalvable para todos los que empiezan.
Esto es algo que muchos no saben, y que no está demás recordarlo: los grupos y promotores, hoy en día, normalmente no ven un euro de los conciertos. Todo lo contrario, normalmente lo pierden. Entre gastos de alquiler de furgoneta, gasolina, comidas, lugar para dormir, alquiler de sala, etc., se hace difícil no perder dinero con un concierto. Y esta es la realidad, porque algunos la vivimos a diario. Así se hace difícil crear una escena y un circuito estable de conciertos. Es por eso que la actitud de algunas salas como la Swell de Leganés, la gente que organiza conciertos en Basauri, o la Tetería de Úbeda, entre otras, es loable y admirable: son salas que pagan mínimos y que programan regularmente, siempre arriesgando por el bien de la música independiente.
Quizá este también es el momento de pedir a las autoridades una mayor implicación, una mayor ayuda para las salas (por favor, dejen de putearlas… no podemos ser más claros), una mayor ayuda para los promotores locales con ganas, en definitiva, más dinero para poner en marcha iniciativas de interés.
A los grupos hay que pedirles que intenten encontrar caminos de expresión propios y copiar menos lo de fuera (maldita costumbre que, poco a poco, parece menguar). A los managers, una mejor visión de la realidad en la que vivimos, que se bajen un poco de las nubes. A los promotores de alto nivel, que dejen de aprovecharse de nosotros en cada entrada. A los promotores de bajo nivel, que no pierdan la esperanza y que sigan (sigamos) trabajando por lo que creemos.
Y al público, un mayor apoyo por la gente que, desde abajo, intenta dar a conocer propuestas de calidad. Si para meter más de 100 personas en un concierto tenemos que traer siempre a Sidonie, Deluxe, etc… mal vamos. Compromiso, riesgo, interés… bajo estos parámetros, TODO funcionaría mejor.
Vosotros tenéis la palabra.