L’Rain – Fatigue (Mexican Summer)
En los sonidos oníricos, mercuriales y fragmentados de este disco existe una necesidad, diría yo, de deconstruir los limites del soul en tiempos en los que el revival, para bien o para mal, resiste a los envites del tiempo para volver a erigirse en modus operandi de muchos artistas. La multiinstrumentista y compositora Taja Cheek aka L’Rain tiene un potentísimo discurso sonoro que, afortunadamente, tenemos difícil de etiquetar, y eso siempre va en beneficio del oyente.
En los surcos de Fatigue (Mexican Summer, 2021) Cheek condensa un espacio a la introspección emocional, y lo hace combinando neo-soul, R&B, art rock, psicodelia, field recordings, esbozos de electrónica vintage, etc. Un territorio escarpado repleto de ensimismados experimentos que parecen desfilar por nuestra mente a cámara lenta, en un fluir insospechado.
Este fascinante juego de texturas, timbres y capas de sonido arranca con un collage –“Fly, Die”- en donde se puede escuchar que se lanza al aire una pregunta: “What have you done to change?”. Un interrogante que no es baladí, porque reta a la artista a desnudarse emocionalmente en canciones que actúan de espejo ante el cual la autora ve reflejado un universo fracturado, informe, colmado de interrogantes por resolver. Los ritmos van acompasando a este estado mental, y así “Find It” explora contornos inexplorados en donde la voz loopeada de L’Rain se enreda en el magma candente de líneas de sintetizador, y acaba en un góspel. Un monumento a la osadía.
“Blame Me” la pespuntea el sonido de una guitarra folkie, y la voz se acopla a una diatriba plañidera que rezuma vulnerabilidad, y las cuerdas y unos bajos potentes serpentean al final de la canción, volviendo a tener al oyente siempre alerta. El latido soul de “Suck Teeth” me recuerda a una Erikah Badu on acid, y en ella Cheek narra la incertidumbre que depara el no ser dueño de tu futuro. Un muro de percusiones y diferentes capas de riffs superpuestas conforman la disonante “Kill Self”, mientras que “Two Face” es un avasallador crescendo de sintetizadores y percusiones jazzísticas que dan vida a un monstruo de mil caras. De entre algún resquicio se cuela un verso que da miedo: “I can’t build no new nothing/ no new life no new nothing for me”. Un trabajo con un halo de misterio impactante, desgarrador. Esto es como mirar boquiabierto la extraña fisionomía de un meteorito.