Natasha Bedingfield – Unwritten (.)
Es innegable que Natasha Bedingfield se ha convertido en una de las artistas revelación del 2004 con su disco de debut Unwritten. Con tan sólo 22 años la hermana pequeña de Daniel Bedingfield ha conquistado el número uno de las listas inglesas de singles ( gracias a su pegadizo «These Words») y de discos. También es innegable que, para bien o para mal, Natasha lo tenía más fácil para triunfar, por lo menos a corto plazo. Para empezar, es evidente que factores como su atractivo físico y el hecho de ser «hermana de…» ayudan y mucho. Por otro lado hay que reconocer que su single «These words» es un buen tema o, por lo menos, una pegadiza ráfaga de aire fresco para cualquier lista de ventas. Y creo que ese es precisamente el secreto de su éxito; esa sensación de frescura y naturalidad que irradia la música de Natasha Bedingfield y ella misma.
Es cierto que se podría discutir sobre lo mucho que esa mezcla entre lo comercial y lo alternativo, la fragilidad y la rebeldía huelen a márketing de puro en boca que intenta «vendernos» a Natasha como una especie de nueva Fionna Apple, Ani DiFranco o Alanis Morrissette, o sobre el papel jugado por la MTV en el fulgurante éxito de «These Words» (véase el caso Maroon 5, por poner un ejemplo). Sin embargo perderse por esos derroteros sería absurdo ya que se trata de una artista que acaba de empezar y a la que, por lo tanto, hay que conceder el beneficio de la duda. Además, al fin y al cabo, la música es lo realmente relevante y es hora de centrar la vista en los argumentos que presenta Unwritten.
El disco comienza con la incombustible «These Words», una original mezcla de sonido acústico, bases Hip Hop y producción Rythm & Blues con un estribillo nacido para el éxito y un ritmo fresco como faldas campesinas danzando entre colinas soleadas. Es un single bastante representativo del tono del disco ya que, si bien es cierto que muchos de los temas caen más del lado del Hip Hop y las bases, la frescura y la mezcla de la electrónica y los instrumentos son dos de las notas predominantes. Canciones como «Unwritten» (el último single), «Frogs & Princess» o «We´re All Mad» siguen por la senda de «These words»: hip hop electro-acústico. En otras como «I´m a Bomb», «If You´re Gonna…» o «Drop Me In The Middle», Natasha acelera el ritmo con bases rápidas y pesadas y momentos rockeros muy a lo Pink. Por otro lado, temas como «I Bruise Easily», «Single», «Wild Horses» o «Silent Movie» ponen el toque más melancólico y, gracias a su mayor sencillez, ofrecen, para mí, los mejores momentos de voz y melodía del disco (preciosa «Wild Horses»; piano, voz y cuerdas).
Quizás se le podría objetar a Unwritten algo de abuso de la fórmula Hip Hop + acústica (que además no es demasiado original) y algo de repetición en las melodías, pero juzgado como un disco de debut la sensación que deja es buena: agradable de escuchar, honesto, directo y con personalidad.