The XX – Coexist (XL Recordings / Everlasting)
Hay dos maneras de enfrentarse a una carrera musical estigmatizada por un impactante éxito del álbum debut: De manera progresista y de manera conservadora. La primera de ellas, supone romper de un tijeretazo, con ramalazo rebelde, con todos los pilares sobre los que se construyó la primera publicación, al estilo de lo que hizo en los setenta David Bowie, los U2 más noventeros o los primerizos R.E.M.; la segunda línea defensiva para evitar lo efímero de un éxito carambolero es echar raíces en los mismos terrenos ya abonados. Es decir, más de lo mismo, siguiendo la máxima de Woody Allen: Si la cosa funciona…. Esa segunda vía es la escogida por los de Londres para dar continuidad, literalmente, a su carrera musical. Si el brillante y elegante debut te emocionó, Coexist te gustará, pero para tu desesperación, no encontrarás tanta emoción en cantidades ingentes. Fieles a su leift-motiv, el álbum sigue siendo una apuesta por el menos es más, pero carente ahora del factor sorpresa. Si bien The XX siguen presentando tan elocuentemente las mismas atmósferas frías y espaciales, con igual de tino, gracia y encanto que hace tres años, al escuchar el disco a uno le queda preguntarse si no hemos tenido que esperar demasiado tiempo para escuchar la cara B de un disco que ya conocíamos. Al disco le falta asestar en el oyente un golpe de gracia para que las bocas de su público tomen de nuevo forma de exclamación, ¡oh!
Para suplir esa pérdida del elemento sorpresa han permitido a Jamie XX enseñar tímidamente sus patitas de productor y afamado DJ por debajo de la puerta en tres de los temas más brillantes del disco: «Reunion» «Sunset» y «Missing», acomodando entre líneas esa latencia housera en modo pause, como de cuelgue de ketamina, haciendo las canciones bamboleantes, cálidas, agradables y duraderas; otorgando a su música, una vez más, los adjetivos de ondulante, eléctrica y neuronal. Pura magia.
Romy y Oliver en su lado, dos pasos al frente de Jamie, optan por atribuir un mayor protagonismo al juego de voces, batalla entre hombre (chico) y mujer (chica). Utilizando así este juego coral a base de dos para tapar la carencia de unas letras cuasi sonrojantes, desprovistas de cualquier atisbo de complejidad poética. Si bien en el debut era Romy la que con su voz ejercía de dulce dominatriz a lo largo del LP, ahora es Oliver, quien le gana la guerra vocal a su compañera en temazos tan redondos como «Tides»,»Angels» o «Fiction».
Da rabia pensar que canciones como «Try» o «Unfold» vayan a quedar enterradas bajo las huellas de sus predecesoras, acumulándose las canciones unas a otras, formando un estrato de gran calidad que por compacto y repetitivo no permita su disfrute individualizado, sin que aquella pueda resultar por encima de la otra. Una pena, que no hayan sabido o no hayan querido trasladar la grandeza del sonido de sus últimos directos a este formato enlatado. Aún así siguen siendo merecedores de otros tres años de alabanza por buenos más que por casi excelentes.