VV.AA – We Are Never Alone. Songs Of Vic Chesnutt (No Aloha Records)
Vic Chesnutt era pequeño, pero tenía un corazón muy grande. Tan grande que no le cabía en su casa de dos plantas – al que posteriormente hizo construir un ascensor- del S. XIX que una vez le comprara a un yonki. El bardo de Athens solo necesitaba una guitarra en cada habitación de su casa, porque en cualquier momento podía sobrevenirle unas ganas inmensas de componer. La luz del mediodía, sus dolores continuos, las injusticias sociales, los corazones incendiados, el trineo de un pájaro, un ruido solitario en la noche, el recuerdo de un beso imaginado, salir volando…esas cosas le servían para rellenar un pentagrama.
La gente que tuvo la suerte de ver a Vic en directo me cuenta que él solo se bastaba para llenar el escenario. No había cabida para más parafernalia. Su guitarra, su sombrero, su escuálida figura postrada en una silla de ruedas, y su voz, esa voz quebrada y sabia que era un torrente de emociones que bullían en su cabeza y las convertía en verbo.
El hombre del corazón gigante murió un día señalado. La muerte tiene su pátina de belleza. En la navidad de 2009 se suicidaba porque no cabía ya tanto vacío en este mundo. Su alargada sombra se esfumaba, y las facturas de un hospital que no pudo pagar estarán en algún fichero polvoriento. Desapareció a los 45 años, pero su música sigue siendo un bálsamo, una portentosa válvula de escape ante tanta mediocridad.
El sello afincado en Reus (Tarragona) No Aloha Records se estrena en la publicación con un homenaje que se me antoja muy oportuno para revalorizar a este gran compositor. Una edición cuidada en todos los sentidos, como muestra esa bella portada -obra de Marc Volpini- en la que desde dentro del molde en escayola de un joven Chesnutt van emergiendo flores de colores, y grandes mariposas revolotean. Una naturaleza muerta sobre un fondo de cartón. A todo ello le cantaba el autor de At The Cut, a la hermosura que se adivinaba en las grietas del alma.
Los participantes adaptan algunas gemas de su cancionero a su manera, y todas dan en la diana. Arranca We Are Never Alone con la enigmática “Coward” por el grupo afincado en Barcelona Casa Das Feras, y la fantástica voz de Ana Biermann endulza este mal trago a altas horas de la noche. Marce Becerring, integrante de Algunos Hombres, adapta al castellano “Sobrenatural” (“Supernatural”,) y las guitarras se expanden pantanosas y agrestes.
Germán Salto se alía con Martí Perarnau para reinterpretar “When I Ran And Left Her” como si fuera una miniatura bedroom pop. Una delicia en miniatura. Los Ran Ran Ran apuestan por el toque Jonathan Richman en “Wallace Stevens” cantada en catalán, y llegamos al meridiano con The Standby Connection en donde arriman las ascuas a la estética de The Velvet Underground en su lectura de “Guilty By Association”.
La cara b del vinilo inicia su recorrido con el blues profético y animal de “Everything I Say” de la mano de Ana Béjar, incluido en su nuevo disco Sahara Star (Discos Belamarh). Un mantra evocador mecido por la arena del desierto. La inmensa “We Were You” le toca a Islandia Nunca Quema, y salen airosos de tamaña proeza siendo respetuosos con la original que ya de por sí trae consigo emociones tumultuosas. “Dona Dubte” (“Doubting Woman”) bautizan Senior I El Cor Brutal a esta perla que la conducen por derroteros que Stephin Merritt bendeciría, mientras que El Osombroso Folk De Los Badlands recrea “Siempre He Flirteado Contigo” (“Flirted With You All My Life”), y nos transportan a la barra de un bar junto a Vic charlando sobre la soledad, la muerte, y la imposibilidad de amar. Cierra el disco Llum con la adaptación al catalán de “Aire” (“Flying”), y todo se anega de emoción. Desde el porche de su casa, Chesnutt veía las estrellas y cantaba tonadas tristes. Un día salió volando a encontrarse con ellas para hacerlas llorar.
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