Conciertos singulares (II): Elton John en la URSS
Año 1979. Discurrían, por entonces, unos instantes donde se anunciaba como extremadamente peliagudo que en la Unión Soviética permitieran entrar a actuar a un artista de pop-rock de fuera de aquella descomunal super-potencia mundial, ya que además había una prolongada lista sobre bandas anglosajonas muy mal consideradas por el Kremlin, como AC/DC, B-52, Sex Pistols, Kiss, Pink Floyd, Talking Heads, etc. Incluso en la propia U.R.S.S. “post-Stalin” no existían ediciones oficiales (¡solo “bootlegs” caseros!) de discos de The Beatles o The Rolling Stones (éstos últimos solo habían llegado a ofrecer un solitario concierto en Polonia, en 1967, como punto más cercano), por ejemplo.
Los únicos músicos forasteros que habían logrado la hazaña de tocar en tierras rusas, hasta entonces, habían sido Cliff Richard, en 1976 (12 conciertos) y también los discotequeros Boney M., en diciembre de 1978 (10 directos); aunque todavía sin una desaforada repercusión ni una multitudinaria acogida hacia sus respectivas funciones.
Obtener un masivo e internacional impacto artístico, en directo, en el mismísimo epicentro del régimen comunista se consideraba como un escarpado Everest a escalar para cualquier rockero extranjero… ¡e incluso para una formación nativa de allí!. Así que fue Elton John quién asumió el colosal desafío de ser un pionero en tratar de triunfar completamente, a nivel popular, en el hermético estado soviético de por entonces; el cual, sin embargo, comenzaba a abrirse hacia el exterior, lentamente. Y es que como cualquier aficionado a la música de cualquier país, el público ruso estaba deseando ver actuaciones de renombrados artistas internacionales desde primeros de la década de los años 70; aunque nadie de allí lo pudiese expresar abiertamente, en esos momentos.
Ya os habíamos anunciado en 2019, en Muzikalia, que el concierto del músico británico en Moscú ya estaba disponible en formatos digitales y continuamos ampliando aquí todos los curiosos y muy emotivos detalles de aquel evento, en esta segunda entrega de “Conciertos Singulares”.
Como trasfondo político y general, en aquellos tiempos, se vivía en todo el planeta el hercúleo pulso entre comunismo y capitalismo pero la denominada “Guerra Fría” no intimidó al genial intérprete inglés. Después de publicar el LP A Single Man, en 1978, Elton John decidió aventurarse a una gira, la cual incluía países donde él no había acudido jamás, hasta entonces, como Irlanda, Suiza, Bélgica, Dinamarca, Israel o la propia España (en Badalona y en Madrid, en marzo de 1979, gracias al inigualable promotor Gay Mercader). Sin embargo, ¿era conveniente viajar también a la enigmática U.R.S.S.? Por supuesto que sí pensó el pianista, así que su representante, John Reid solicitó los permisos correspondientes para adentrarse más allá del bautizado como “Telón de Acero”.
Los soviéticos iban a organizar la Olimpiada de 1980 y les interesaba ir dando ya, desde antes, firmes pasos en su apertura hacia el resto del planeta, así que aprobaron 8 recitales del celebérimo artista inglés, a partes iguales entre Leningrado primero y Moscú después.
También contribuyó a limar distancias que alguien de la embajada soviética en Londres había acudido ya, previamente, en abril de 1979, a observar algún concierto de Elton John en la misma capital británica. Aunque se llegó a rumorear que este mismo diplomático, en concreto el Ministro de Cultura Vladimir Kokonin, estuvo estudiando si el mismo Elton era una amenaza para la idelogía leninista, dicho representante ruso quedó totalmente convencido de la trascendencia y carisma del músico al verle tocar sin sus estrambóticos atuendos y solamente junto al percusionista Ray Cooper, en London City. Incluso el susodicho burócrata pensó en que se celebraran hasta 20 conciertos del artista en la C.C.C.P., aunque la agenda del propio cantante británico no permitía tanta cantidad.
También al bluesman afroamericano B.B. King se le concedió autorización para viajar a Rusia a tocar, en un tour por varias capitales durante aquel 1979, siendo el primer artista del género “bluesero” en cruzar la tan vigilada aduana hacia Europa Oriental.
Como a la Unión Soviética le faltaba experiencia y agilidad en montar eventos rockeros de tan extensa magnitud, la organización con lo de Elton John fue bastante desastrosa, es decir, con escasa o nula información de cara al público y con dificultades técnicas de la gente de la calle para adquirir las entradas para ver al afamado vocalista del Reino Unido. Acerca de los propios tickets, al precio de 8 rublos, los pocos que no se quedó el gobierno y su ancha órbita de simpatizantes, es decir, el 10% fueron revendidos ilegalmente y a precios prohibitivos para los ciudadanos, entre 70 y 150 rublos (entre 110 y 225 dólares, aprox.).
Aún con todo, los promotores rusos pagaron relativamente poco por cada uno de sus 8 shows a Elton, quedándose la cifra en 1.000 dólares por actuación: era la más baja, desde 1970, cuando estaba él empezando en eso de la música y circulaba por pequeños garitos en Inglaterra. En aquel caso concreto, lo de los billetes fue lo de menos, de todos modos.
“No vine aquí para ganar dinero, si lo necesitase me iría a Estados Unidos.” – manifestó incluso el propio Elton John sobre ese mismo tema de su tour por la Unión Soviética.
En compañía de familiares, managers y periodistas como Robert Hilburn, del rotativo Los Angeles Times y David Wigg, del Daily Express, Elton aterrizó en Moscú en un día primaveral pero de desbordante frío y topándose con que sus declaraciones a la prensa rusa no resultaron traducidas de la manera más fiel, precisamente. Sin embargo, le fueron dados algunos regalos de bienvenida por parte de algunos seguidores, en el aeropuerto; además de que el gobierno le asignó un coche de lujo, una traductora personal y un gerente específico para toda su estancia en la U.R.S.S..
El 21 de mayo de 1979, arrancó el primer concierto en Leningrado (tras previo viaje en tren hasta allí) con el tema “Your Song”, con solamente un piano Steinway y sin ningún músico de acompañamiento ni llamativos disfraces puestos. Fue entonces cuando el cantante británico observó un abultado desconocimiento de la gente hacia su figura y sus canciones, en especial por parte de todos los principales políticos comunistas y sus invitados; todos los los cuales copaban casi todo el aforo del teatro Great October Hall, redundo.
El mismo Elton John declaró un tiempo después: “Estaba aterrorizado antes de la primera noche. Sentí que nadie realmente me conocía aquí y que todo podría salir terriblemente mal. Creo que yo y los míos sentimos, hasta el último minuto, que alguien en algún lugar nos daría un “No” … o un “¡Nyet!”, como dicen en Rusia. Sería ‘Bennie y los Nyets’ “.
La estrecha vigilancia policial en el ambiente, esa fue otra de las visicitudes que observó el bravo músico una vez dentro del recinto de Leningrado y es que ni muchos vítores ni gestos ostensibles tampoco estaban permitidos a nadie de la concurrencia.
Entre el repertorio habitual de baladas de Elton, éste intercaló fragmentos de música clásica rusa como el “Concierto para piano nº1” de Piotr Tchaikovsky o “Noches de Moscú” de Vasili Soloviov-Sedoi, para intentar que la pasiva audiencia de 3.800 personas (90% relacionadas con el “politburó”, recalco una vez más) se sintiera algo más identificada.
Entonces una inesperada llama se encendió. En la segunda parte del concierto, el percusionista Ray Cooper se sumó al bolo, a ver si el asunto se animaba algo más, sin embargo, todos los altos funcionarios gubernamentales ya se habían ido a mitad de la actuación y es que quizás, a éstos no les complació mucho la imagen tan estrafalaria de aquel tal Elton John (¡y eso sin ir vestido ni de Pato Donald, ni de Pinball Wizard, ni nada!). Entonces el público de a pie, unas 400 personas ya no tan cohibidas, comenzaron a acercarse algo más al escenario y con las fuerzas de seguridad con problemas para contener la desbordada pasión de la parte más modesta de la audiencia. ¡Algo estaba cambiando y algo muy bueno estaba sucediendo en el corazón rockero de los rusos de a pie! Entonces, comenzaron a sonar seguidas “Saturday night’s alright for fighting” (“un poco de acción es lo que hace falta”, frasea este espléndido rock and roll) y la propia “Pinball Wizard” y mucha gente del público descubrió una alegre y alocada luz en su interior, la cual no sabía que anidaba dentro de su ánima. El rock and roll puede con todo y Elton John es un maestro en este sacro arte.
Finalmente, Elton interpretó “Back in the USSR” ante la algarabía y la locura popular, aunque con la advertencia posterior del Soviet Supremo al músico de que no la hiciera sonar más durante el resto de la gira, ya que hacer versiones de los Beatles y aún más precisamente de esa canción, podía provocar demasiado descontrol e histeria entre los melómanos rusos. Ya el Ministro de Cultura soviético le había pedido al vocalista, en abril y antes de la excursión a la propia Rusia, que no representara esa misma tonada rock allí, en mayo. También, le comunicaron dichos capitostes del Kremlin al músico acerca de que éste debía moderar sus exagerados gestos al tocar en sus siguientes shows rusos.
A pesar de todas aquellas órdenes gubernamentales, la cuales Elton se las pasó por sálvase la parte, el tour comenzaba a ser un considerable éxito a disfrutar por los gentíos de la U.R.S.S. y aunque éstos, a duras penas, podían pagar los 8 rublos que costaba la entrada, dichos fans hicieron el sacrificio de asistir a ver a su ídolo Elton John: uno de los músicos con más toneladas de talento de toda la historia, bajo mi punto de vista. Al concluir cada concierto de Leningrado, muchos aficionados nativos esperaban fuera del recinto Great October Hall a un agradablemente sorprendido Elton y es que los oyentes soviéticos iban apasionándose, a millones, por la emocionante música de este grandioso compositor.
Como guinda positiva, en esta misma capital, Elton John y Ray Cooper, además de Clive Franks al bajo y algún otro músico a la guitarra, se saltaron todas las restricciones impuestas, de nuevo y en el restaurante del hotel donde se alojaban en Leningrado, abordaron una saltarina y electrizante versión de “I heard it through the grapevine”.
Ya de vuelta en Moscú, las cosas se dispararon hacia una mejora incluso más amplia, ya que de manera preciosa y sana, varios aficionados rusos le demandaron decenas de autógrafos al cantante en una de las plazas principales o también justo después de las propias actuaciones en el teatro Rossiya Center Hall; lugar en el cual, además, se coreó su nombre, enfervorizadamente. Un poco antes, ya al llegar a la enorme urbe capitalina, Elton John disfrutó de una recepción tal y como él se merece: fue agasajado con flores por una multitud en la estación de tren de la propia capital moscovita, algo que conmovió mucho a este increíble creador de canciones porque dichos ramos les costaban un dineral a dichos habitantes obreros.
A Elton, además, le causó una inmejorable impresión cuando visitó las zonas más populares de esta impactante metrópolis e incluso el entrañable Reg Dwight fue a ver algún partido de fútbol entre los equipos locales, entre otras de sus actividades turísticas. Además, delante de los fotógrafos y las cámaras, el músico hizo un baile típicamente cosaco como un guiño gentil y simpático hacia la cultura rusa y a los lugares más emblemáticos de Moscú como la Plaza Roja. Por otro lado, también concedió una entrevista televisiva a la reportera Tatyana Korshilova y al comentarista político Anatoly Ovsyannikov.
Por otro lado, aunque la señal internacional no era de la calidad más idónea, la cadena inglesa BBC retransmitió, en vivo, el cuarto y último de los conciertos en la propia Moscú, en el Rossiya Center Hall (¡primer enlace vía satélite entre la U.R.S.S y el resto de Europa!). Aquella memorable visita, que terminó el 30 de mayo de 1979, tuvo su eco luego en el impagable documental To Russia with Elton, filmado por Dick Clement e Ian La Frenais.
Incluso poco tiempo después del concierto, en junio de 1979, el propio álbum comentado A Single Man, aunque con dos canciones suprimidas, también fue editado en Rusia de manera oficial y con el título de Poyot Elton John (se traduciría como “E.J. canta”). ¡Se trataba de la primera vez, en el estado soviético, que no había que conseguir los discos de contrabando de intérpretes foráneos!
Elton John, manifestó en el mismo año 1979, sobre su debut en la U.R.S.S.: “Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Fue una de las giras más memorables y felices en las que he estado. El último show fue, probablemente, uno de los mejores conciertos que he dado en mi vida. Trabajando con Ray Cooper, solo los dos en el escenario, fue tan emocionante como desafiante”.
Después de aquella gira, todo fue un poco más sencillo para el rock en la Unión Soviética y las bandas de locales que practicaban este estilo musical no fueron tan censuradas y sí que gozaron de más oportunidades. Ésto mismo se cumplió ya en 1980, con el Tbilisi Rock Festival o también conocido como el “Woodstock soviético”, en el cual tocaron 20 formaciones autóctonas del propio país. Gracias a este afortunada metamorfosis de aquel panorama, poco después, la banda rusa de post-punk, Kino, se convirtieron en ídolos musicales para los jóvenes de la misma U.R.S.S, entre 1981 y 1990.
Con el ascenso de Mijail Gorbachov a la presidencia del Kremlin, acudieron a tocar luego artistas internacionales como Bob Dylan en 1985, UB-40 en 1986, Santana o Billy Joel en 1987, Scorpions o Status Quo en 1988, Sonic Youth, Pink Floyd o Black Sabbath, en 1989, Metallica o AC/DC, en 1991; entre otros (aunque no fueron demasiados en aquellos años de la “Cortina de Hierro”). Añadir que los Wings, comandados por Paul McCartney, estuvieron a punto de acudir a la Unión Soviética, ya en 1980, pero casualmente ahí esta banda se había empezado a fracturar.
El propio Elton retornó a tocar en Rusia, en 1993, aunque esto mismo ya sobrevino después del desmoronamiento del bloque soviético y después siguieron más de 35 veces ofreciendo conciertos suyos allí. En 2013, el extraordinario pianista británico declaró su afecto por la gente del territorio ruso: “Amo este país. Quiero mostrarles a ellos y al mundo que me importan y que no creo en aislar a las personas. La música es una cosa muy poderosa. Reúne a las personas, independientemente de su edad, raza, sexualidad o religión. No discrimina.”
Así pues, Elton John inscribió su nombre como un meritorio héroe que abrió, sana y pacíficamente, una serie de arduos y oscuros portones, hace 40 años y se transformó en la primera mega-estrella del rock en ser aclamado, en directo y abiertamente, en la U.R.S.S., en el citado 1979. Este tan querido intérprete inglés se labró y efectuó, con éxito, su propia revolución rusa.
Muy bien documentado, felicidades por el artículo
En efecto, muy bien documentado artículo sobre esta histórica gira, piedra angular de la progresiva apertura y normalización del Rock entre la población rusa. Elton abrió muchas puertas en tan hermética potencia y en una encrucijada temporal muy arriesgada. Sin duda, pocos como este «a single man» de tan enorme calidad hubieran sido capaces de hacerlo. Enhorabuena a Txus Iglesias por reportárnoslo y a .Muzikalia por publicarlo. Un cordial saludo.
Gracias por sus comentarios a Julio C. y a Xavi Gállego, en Muzikalia, sobre el histórico viaje musical de Elton John a la U.R.S.S.