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Vibra Mahou Fest (WiZink Center) Madrid

El WiZink Center de Madrid albergó el pasado día de la Almudena, 9 de noviembre, el famoso, Vibra Mahou Fest; un día de festival con varios artistas que se celebra en distintas ciudades de España. En el caso de Madrid se hizo en formato interior, con 12 horas de música constantes desde las 12:30 de la mañana. Además de conciertos, se ofrecía durante todo el día un área de comida con el catering de Miguel Carretero, con una Estrella Michelin. Además, por esa zona podrías encontrar photocalls, puestos de purpurina y tatuajes, y demás.

El recinto, que cuenta con un aforo de 7.000 personas en pista, comenzó la mañana un poco tímida y bastante vacía. Pero eso no impidió que el público de Lucy no se viniera arriba. Las madrileñas son probablemente el mejor grupo de punk femenino que tenemos dentro del underground de Madrid. Toquen en la típica Wurli, en el Mad Cool, o en el WiZink, defienden siempre sus ideales a muerte, tanto en el ámbito musical como en cuanto a sus ideales políticos. Y es que son de las pocas artistas que demuestran el verdadero significado del punk.

Con canciones como «DES0KUPA» o «HISTERIA», además de una cover de la clásica «Me gusta ser una zorra», rompieron maravillosamente con el tono que presentaba el festival. Y a mucha honra. El pogo que se formó en su concierto fue el más grande de toda la noche. Y eran tan solo las 12 de la mañana.

Es cierto que la sala se vació algo más después de las Lucy, pero Rocío Saíz supo levantar el ánimo con sus 15 años de experiencia sobre el escenario y muchas ganas de tocar. Contaba con una banda enorme de 7 músicos que participan en otros proyectos conocidos, incluyendo un cello.

Combinaba temas propios como «No estoy bien» o «Si mañana me muero, te habré dicho que te quiero» con largos speech sobre amor propio, feminismo y algún tema algo más político, pero sin ser demasiado controversial. Destaca especialmente su apoyo al grupo que la precedió, a las Lucy, haciendo un comentario sobre la elección de poner a algunos grupos a esas horas de la mañana: “no hay bandas buenas ni bandas malas, hay bandas con dinero y sin dinero”. Consiguió levantar a todo el mundo bajando hasta el escenario y haciendo un poco lo que le daba la gana, algo que sumó mucho a su actuación, pues llegó incluso a arrastrar un cubo de la basura y subirse a él.

Tras la energía de los dos primeros conciertos, cada uno a su manera, tocaba relajarse en la hora de la comida con Carlos Sadness, un artista que presenta música de un estilo de cantautor bastante “chillout”, acompañado con un ukulele eléctrico. Un punto de inflexión en el día, pues lo mejor estaba por venir.

Cuando llegó el turno de La Paloma, el WiZink se había llenado bastante después de la hora de comer. Precisamente, el grupo no dejaba de hacer bromas con estar tocando a esas horas tan raras. Si bien una gran parte del público parecía no prestar mucha atención, el grupo madrileño lo dio todo sobre el escenario, dedicados a esa parte del público que sí estaba disfrutando, y con razón.

La setlist seguía la misma línea que la de otros bolos que llevan dando desde que comenzaron a presentar su primer disco, Todavía no, aunque presentaron temas nuevos como «La edad que tengo» e incluso una canción inédita titulada «Un tacto». Sonaron canciones como «Sigo aquí» para abrir y «Palos» para cerrar, donde por fin el público se unió en un pogo. Echamos de menos temas como «Tiré una piedra al aire», entre otros. Pero no es un gran problema porque, como ellos nos recordaron, el 21 de diciembre volverían a Madrid con un concierto en La Riviera.

A continuación era el turno de Shego — que casan mucho con el estilo de la banda anterior—. El grupo de Maite, Raquel y Charlotte, con el apoyo de Elena a la batería, se presentaron vestidas a juego con chándals rojos. Abrieron con uno de los primeros temas del que será su próximo disco, «La fiesta», y lo defendieron a la perfección. También sonó «arghHhh!», su último single.

Es imposible ver a Shego en directo y no notar la mejoría constante, con una energía inigualable. Nos trajeron canciones clásicas como «La kiero a morir», «Vicente amor» u «Oh boi», pero también se atrevieron a presentar temas inéditos, como la que será una colaboración con Aiko el Grupo, que llevan ya tiempo tocando y parte del público podía corear parte de la letra. En eso precisamente ayudaron con otro tema nuevo que presentaron, con un karaoke en la pantalla trasera para que la gente se animara a cantar. El concierto en el WiZink Center marcaba el final de la gira de su primer álbum, Suerte, chica (2023).

Si bien la mayoría de grupos dedicó algún momento de su concierto para recordar la situación que está teniendo lugar en Valencia, Shego fueron las únicas que tuvieron el valor de emplear el hueco de toda una canción en el setlist para lanzar un mensaje muy necesario y reivindicativo.

La música joven continuaba con la actuación de Cupido, que fusionan el género urbano y el pop-rock en una propuesta que conjunta no deja indiferente a nadie. El público cambió de repente y se llenó de sus dedicados fans. Las visuales en directo, combinando efectos y lo que sucedía sobre el escenario, aportaron mucho a su directo.

Tocaron muchos de sus himnos, incluyendo una versión bastante alargada de «La pared». Sonaron sobre todo temas de su último disco, Sobredosis de amor. Entre canción y canción, tuvieron tiempo de sobra para interactuar con su público, por ejemplo mediante una Kiss Cam.

Cuando llegó el turno de Shinova, otra vez el público cambió por completo, demostrándonos que esto no es un concierto sino un festival. Su concierto nos recordaba a lo que puede ser conocido como la definición de indie español.
Abrieron con su tema «Alas» y terminaron con «La sonrisa intacta», en un set bastante corto pero intenso.

Finalmente, llegó el momento estrella de la noche, el que daba la impresión de que todo el WiZink estaba esperando: La La Love You. Presentaron su concierto con el uso de una Inteligencia Artificial, pero rompieron la tensión empezando fuerte con su clásico «Más colao que el colacao».

Con una gran energía, el concierto estaba montado para ser un show absoluto, con un montón de interacciones con el público, destacando especialmente la de un concurso de vals que permitió que dos chicas del público subieran a bailar al gran escenario. Sonaron tanto temas nuevos como algunos más clásicos que levantaron el ánimo a los más nostálgicos, como «Laponia».

Pero aunque el público parecía muy dedicado, realmente una gran cantidad de ellos sólo estaba esperando a que llegara el momento final, las últimas tres canciones, que eran casualmente sus temas más famosos: «Que nada nos pare», «El principio de algo», y por supuesto «El fin del mundo», canción que ha sobrepasado ya el mainstream, convirtiéndose un himno aún fuera de su público general. La manera perfecta de cerrar la noche.

Además, entre concierto y concierto contamos con unos DJ set de la mano del Ochoymedio Club, Pompa Tardeo Club y Zebra Club, que amenizaron los cambios entre bandas.

En resumen, un festival más, pero organizado en interior en el WiZink Center, con una combinación de grupos un tanto bizarra que dio los resultados que se esperaba que diese. Todo lo que un evento de estas características puede dar en plena crisis humanitaria, pero salvado por el núcleo de éste: los artistas y el público.

Fotos Vibra Mahou Fest: Amanda D. Marcos

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