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Lagartija Nick (La Sala del Movistar Arena) 19/12/25

Mientras Dani Martín agotaba diez noches en el Movistar Arena, el recinto grande, el de las cifras redondas y los titulares, Lagartija Nick tomaban al asalto la Sala, ese espacio lateral del Palacio, que no entiende de cifras masivas de público, pero sí de un sonido envidiable y una visibilidad excelente en cualquier parte de su espacio.

Mientras uno instaba a la “anti política” animando a sus seguidores a no votar a ningún partido (al tiempo que – hace 24 horas – se fotografiaba ufano con la presidenta de la Comunidad de Madrid), otros cambiaban la letra y título de su canción inmortal “Buenos días, Hiroshima” por: “Buenos días, Palestina”. Un gesto claro, sin consignas vacías, integrado con naturalidad en el discurso del concierto y con la historia de Lagartija Nick.

Y el hecho de comenzar esta crónica así, no es un ejercicio de reivindicación romántica, es solamente para recordar que el rock independiente nacional, el de verdad, el que muerde, se mueve en los márgenes, pero también en la atemporalidad y de eso saben mucho los de Antonio Arias.

Aunque no se colgó el cartel de “sold out”, la Sala presentó una muy buena entrada casi hasta el lleno, con un público conocedor de la banda y entregados desde el primer trallazo. El sonido fue explosivo, de los que se lanzan al impacto frontal nada más comenzar, como lo hicieron con “Sonic Crash” que abrió la noche, dejando claro que iban a prescindir de calentamiento preliminar.

A partir de ahí, “Lo Imprevisto” y “Hipnosis” terminaron de ajustar todo y sirvieron de declaración de intenciones de lo que venía a continuación. El setlist estuvo dominado por las canciones que componen el disco en directo, grabado el pasado mes de abril en el Teatro CajaGranada; y editado por Montgrí (también en la producción del tour) con el título Eternamente en vivo. Trabajo que ha dado lugar a esta necesaria gira que, por cierto, en propias palabras de Arias, será la última en mucho tiempo.

Y si en todo el concierto no hubo relleno, ni palmas, ni chorradas, destacaría la parte central del set como autentico manifiesto, “Agonía Agonía” y “Crimen Sabotaje”, sonaron salvajes como lo que son; canciones que no van a envejecer nunca, porque nunca buscaron ser cómodas.

Aquí llegó uno de los momentos más significativos de la noche, que comentaba al principio, “Buenos días, Hiroshima” mutó en “Buenos días, Palestina”, con cambio de letra y título incluido. Memoria, posicionamiento y coherencia integrados en el propio ADN de la historia de Lagartija Nick.

Lejos de bajar el ritmo, el grupo encadenó “Niña Ahogada en el pozo”, con un comienzo de batería a cargo de David Fernández (esta vez no estuvo Eric) que retumbó en toda la sala. La canción, de aquel Omega, grabado con Enrique Morente, nos recordó hasta qué punto Lagartija Nick han sabido jugar con la tradición de su tierra, sonando igualmente radicales y peligrosos. ¿Qué decir también de “Strummer Lorca”, comenzando con los compases y el riff de “Safe European Home”? Piel de gallina asegurada para las casi ochocientas almas presentes.

Imbuidos en ese terreno que dominan, la mezclad de postpunk, aspereza industrial, bases rítmicas a prueba de bombas y experimentación sonora, enfilaron a un final apoteósico. “Satélite”, manteniendo la intensidad intacta y con la guitarra killer de Juan Codorniu haciendo de las suyas, mientras las teclas de JJ Machuca – presentes en todo momento – creaban las atmósferas adecuadas. Habría más, ya parar terminar “El signo de los tiempos”, “Anfetamina” y otra visita al imprescindible Omega, con “Ciudad sin sueño”, una homilía final sin concesiones para dejar sin aliento a su parroquia.

Para algunos, la máxima expresión de rebeldía es escribir una canción porque no les dejaron entrar con zapatillas en un garito. Para otros, la rebeldía es algo mucho más incómodo y duradero, la búsqueda y el aprendizaje constantes, no venderse a nada ni a nadie, no acomodarse jamás y mantenerse fieles únicamente a su coherencia, ideario y trabajo.

Lemmy Kilmister lo resumió una vez de forma magistral, “o eres del Louie Louie, o eres de los otros”; una línea divisoria simple, brutal y definitiva. Y no es casualidad que siempre haya pensado que Antonio Arias toca el bajo de una manera muy Lemmy, no solamente como una base rítmica, más bien de una forma muy “guitarrística”, empujando las canciones y marcando territorio. Así que, apropiándome sin pudor de aquella frase, ya sabes: o eres de Lagartija Nick o eres de los otros.

Fotos Lagartija Nick: Fernando del Río

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