Angel Olsen (Sala But) Madrid 25/01/20
Aunque fuese en el mismo día, Angel Olsen consiguió agotar todas las entradas para su concierto en la madrileña Sala But. En realidad lo extraño hubiese sido lo contario, después de que la artista se impusiese como una las vencedoras de la pasada temporada en base a su cuarto álbum, All Mirrors (Jagjaguwar, 19), con el que consiguió colarse en casi todas las listas de lo mejor del año. El disco supuso un significativo salto de calidad y, sobre todo, de ambición creativa y ejecutiva, que ahora tocaba presentar y defender sobre las tablas. Un desafío complicado, que implicaba dar con la manera de mantener intacta toda esa intensidad y emoción lograda con anterioridad por la norteamericana en el estudio.
Finalmente -y tras la apropiada actuación de Hand Habits como aperitivo-, a la de St. Louis le esperaba un aforo abarrotado y considerablemente rendido de antemano, ante una cita que sugería que podía ser de aquellas que la audiencia recuerda, henchida de orgullo por el mero hecho de haber estado allí, mucho tiempo después. Finalmente el asunto no llegó a tanto, aunque sí dejó multitud de instantes notables y efectivamente estremecedores. Para trasladar al directo sus nuevas canciones -esas alejadas de la desnudez folk de anteriores entregas-, la vocalista se rodea de una generosa banda de seis músicos que incluye violín y chelo, con la intención de concretar unos arreglos clásicos que se antojan necesarios a la hora de insuflar vida a las propias composiciones. Que no iba a ser una velada más quedó claro desde la inicial “All Mirrors” que da título a la referencia, generando en el público una sensación inhabitual y derivada directamente de las peculiaridades artísticas del propio proyecto. Tras ella llegaron los penetrantes cambios de ritmo perpetrados a lo largo de otros instantes álgidos como fueron “Lark”, “Summer”, “Sister” o “Forgiven/Forgotten” y “Windows» -recuperadas ambas de Burn Your Fire For No Witness (Jagjaguwar, 14)-. En el tramo final Olsen dejó elegir al público entre “Acrobat” y “Sweet Dreams”, decantándose la balanza del lado de la primera y justo antes de que la majestuosa “Endgame” echase el cierre al grueso del concierto. La protagonista se sabe en su mejor momento y lo evidenció disfrutando del logro, convencida del poder que radica en todas y cada una de la docena de piezas seleccionadas para la ocasión, con “Chance” quedando como único bis de la noche.
Unos ochenta minutos bastaron para que nos enamorásemos un poco más de Angel Olsen, aunque la artista no consiguiese ese flechazo eterno que tanto se ansiaba. Con un sonido bueno pero no excelente, el suyo fue un concierto notable y con algunos picos realmente excepcionales, pero que también dejó la agridulce sensación de que podría (o incluso debería) haber sido mejor. Quizás el desborde final quede para la próxima, pero lo cierto es que el pasado sábado parecía el día propicio, al amparo que da una sala de dimensiones comedidas y con un respetuoso público en frente. Y es que seguramente la próxima visita de la cantante ya deberá ubicarse en un emplazamiento mayor, con la consiguiente evaporación de parte del encanto.
Foto: Blanca Orcasitas
A mi me gustó mucho, hay gente que dijo que faltó química, no estoy de acuerdo