AV Festival 2003 (Castillo Sohail) Fuengirola, Málaga
La primera gran cita del mes de agosto tenía lugar en Málaga. El Avant Music daba inicio a su segunda edición con un muy buen cartel, donde compartían protagonismo Hood, Tortoise y Mogwai. En su segunda edición, que se celebra en el castillo de Sohali, en Fuengirola, este festival ha dado un salto cualitativo importante, y lleva el camino de hacerle la competencia a los ya consolidados. Aunque aún le queda mucho por crecer.
Son muchos los atractivos que ofrece este festival, emplazamiento y cartel a parte. El apoyo visual ha sido un elemento muy cuidado, y durante las actuaciones, las paredes interiores del castillo se veían invadidas por proyecciones vanguardistas, conceptuales y coloristas, que, junto a la música, daba la sensación de estar inmersos en un microcosmos único. Pero aún quedan muchas cosas por mejorar. Entre ellos, el pequeño caos con los horarios (no había ninguno preestablecido; cada grupo iba a tocar lo que le pareciera)
La noche la abrieron los dos grupos noveles, seleccionados por la organización del festival: Notes to myself y Velhocido, con una gran acogida por parte del público. Los primeros descargaron la potencia de sus limpias guitarras y de sus samplers, además de utilizar la voz sintetizada. Lo suyo es el rock, de eso no cabe duda. Aunque en directo aún les falta para llegar a conseguir la intensidad de las bandas que les sirven de referencia (Sonic Youth, Yo la tengo…), consiguieron una actuación muy solvente, que sirvió de gran aperitivo para lo que no esperaba después.
La propuesta de Velhocido, el segundo grupo novel, es del todo diferente. Tras años experimentando y desechando barreras y tabúes, su música se ha centrado en el más puro jazz con arreglos electrónicos, que vagamente recuerdan a la propuesta de Saint Germain. Del eclecticismo y la amplitud de miras a la concreción, no sólo musical, sino también temporal, ya que su repertorio no duró más de 30 minutos. La candencia del piano y de la trompeta hicieron de su actuación un momento muy cálido, en la que hicieron gala de su vertiente melódicamente más borrosa y de la más refinada.
Con Hood se iniciaba el podium de estrellas del festival. Algunos problemas de sonido retrasaron su salida al escenario, pero valió la pena. Por algo son uno de los grupos con mejor prensa de los últimos tiempos. Basaron sus escasos 40 minutos en su último trabajo, Cold House (Aesthetics, 2001), con un directo solemne e incluso intrigante. Sobre el escenario consiguen solidificar la eteridad de su sonido. Suenan mucho más sólidos y compactos. El suyo es un sonido pensado para cobrar sentido tocando en vivo. Lo que en el disco puede parecer esbozado, se vuelve orgánico y las guitarras ganan en nitidez. El teclado en temas como “You show no emotion at all” se muestra aún más delicado, y consigue que la emoción llegue a altas cotas.
Uno de los problemas del Av fue la excesiva espera entre grupo y grupo. Es lo que ocurrió entre Hood y Tortoise: casi una hora de espera, lo que rompió bastante el ritmo de la noche. Aún y así, Tortoise salieron al escenario a seducir con sus sonidos circulares y su post-rock experimental de la mejor factoría. Optaron por abrir su actuación con sus temas menos oscuros, con los que consiguieron llevarse las mayores ovaciones. Sus loops hipnóticos y la mezcla de sonidos digitales y convencionales consiguen crear espirales muy intensas, tan densas que casi se podían tocar con los dedos. Para el final dejaron sus temas más sintéticos y refinados, producto de su laptop, en un directo que, aunque tuvo algún descenso, fue muy contundente.
Ya bien entrada la madrugada, y más tarde de lo esperado, los escoceses Mogwai hicieron su triunfal actuación. No es que en directo sean buenos: es que en directo lo dan todo, y son capaces de hacer aún más grandes los temas de sus discos. Venían a presentar su último disco, Happy Songs for Happy People (Pias, 2003). Aunque es un álbum mucho más elaborado, en el que por primera vez se han servido de ordenadores para grabar, y del que se podría pensar mucho más duro de llevar al escenario, la verdad es que en ningún momento perdieron su magia. El aire libre no consiguió dispersar su sonido. Eran el principal reclamo de la noche, y desde luego, bien merecido tenían ese puesto. Brillantes como siempre, cerraron el primer día del festival, con el listón muy alto y muchas ganas de seguir disfrutando de buena música.