Lori Meyers (Hostal Pimodán) – Joy Eslava (Madrid)
Lori Meyers, héroes consagrados del indie patrio, están a punto de cruzar la línea que los mantiene en el otro lado del pop español, para convertirse en el siguiente éxito comercial venido de los circuitos sin promoción en la radio fórmula. Como prueba de ello están las cuatro noches consecutivas en las que han presentado en la discoteca Joy Eslava de Madrid su discografía, un álbum por noche. Algo que de primeras pudiera resultar asustadizo para aquellos que no somos fieles creyentes de los granadinos pero que como músicos es un capricho que después de tanto éxito concatenado Noni y los suyos se pueden permitir.
Julio Ruiz, esa voz del pop a través de Radio3 desde uno de los palcos del teatro-discoteca presentaba la actuación de la noche, anunciando grandes sorpresas en lo que iba a ser el repaso a Hostal Pimodán, su disco favorito. Minutos antes le acompañaban en la espera los hermanos Ferreiro, por lo que entendíamos revelada parte de las sorpresas.
Lori Meyers aparecieron en escena para interpretar o deberíamos decir ejecutar, en escrupuloso orden las canciones de su segundo álbum. La noche anterior fue el turno de su Viaje de Estudios y en las dos restantes se ventilarían Cronolánea y Cuando el destino nos alcance.
La primera protagonista de la noche fue la voz de Noni, que campaba a sus anchas entre el margen que le daba el sonido ultra cristalino del concierto, con cada instrumento en un amplio rango y momento. Un aplauso para el técnico de sonido, que consiguió un asombroso conjunto compacto, líquido y muy gozoso, especialmente para un concierto en que desde el primer momento se vislumbraba como antítesis a los saltarines conciertos a los que nos tienen acostumbrados.
Siento decir que es una pena que los dos grandes trallazos y revienta pistas de Hostal Pimodán “Dilema” y “El Aprendiz” se sitúen tan pronto en el setlist, a la tercera canción ya nos habíamos desprendido de las canciones más valiosas del álbum. En “El aprendiz” apareció un Iván Ferreiro al que le consiguió un poco entrar en la comba, pero llegando al final de la canción ya tenía al toro cogido por los cuernos, justo antes de que los Lori se auto regalaran un trallazo guitarrero digno de aplauso. Después de haber soltado el más valioso cargamento de canciones, ya sólo quedaba disfrutar de las canciones más simples pero ejecutadas de una manera complejamente ejemplar, con un Alfredo Núñez y sus baquetas en estado de gracia.
Es indiscutible que autocomplacencia al margen, el concierto se programó como un delicatessen para los die-hard fans, un guiño y un regalo a sus escuderos más fieles. Aún así disfrutable para los que no pasamos de agnósticos. Y es que los que estamos más acostumbrados a los Lori Meyers de conciertos de bollería industrial en los festivales, nos quedamos con ganas de saltar más sobre las Converse. Aunque momentos tan de agradecer como el dueto que se marcaron con Guille Mostaza de Ellos cuando le tocó el turno a “Sus nuevos zapatos” mostrando de manera pícara su chuleta en el antebrazo, hicieron revitalizar el concierto unos grados por encima de su primera parte.
Gran parte de la culpa de que todavía hablemos de Lori Meryes la tienen sus directos, y hemos de alabar y sufrir a la vez, la decisión de defender en directo su Hostal Pimodan con gran soltura pero anhelando la fiesta de otras citas ya vividas con los granaínos.
Supersubmarina fueron los siguientes invitados para ejecutar “Vigilia”, muy bien recibida por un público que asombrosamente también jaleó con vigor la presentación de las canciones maqueteras que se grabaron circa 1998.
Por último y como era de esperar, aunque pasadas por el betún de la autoindulgencia y sin salirse ni un milímetro del marco, se despedían con una versión karaoke de “La Caza”, el clásico español de Juan y Junior, a la que le añadieron un par de estrofas del “De Viaje..” de Los Planetas. Para que todos nos fuéramos bien contentos, nos regalaron «Mujer Esponja» del primer disco, “Funcionará” del tercero y una preciosa versión bossa nova de “¿Aha han vuelto?” con un descafeinado confeti cayendo sobre una pista llena más de espectadores que de bailarines. No en vano gran parte del mismo volvería a la noche siguiente con su abono de 4 días, y es que hasta en ese detalle se agradece que Lori Meyers nunca abandone ese saborcillo a gran grupo de festival.