Los Planetas – Zona temporalmente autónoma (El Ejército Rojo – El Volcán Música)
Siete años y varias crisis después de Una ópera egipcia, Los Planetas regresan con Zona temporalmente autónoma, noveno álbum de su discografía y primero que editan en su propio sello, sin el amparo de las discográficas que tanto dicen odiar. En entrevistas previas a su publicación admitían que les había llevado más tiempo tomar la decisión de editar un nuevo álbum que su propia grabación. Libres de contratos y de cualquier tipo de presión, Los Planetas suenan renovados, frescos e inspirados. Alejados de la solemnidad de su última etapa, Zona temporalmente autónoma es una oda a la libertad individual que toma su nombre del ensayo homónimo del norteamericano Hakim Bey, quien a través de estructuras auto-gestionadas al margen de la sociedad juega con una nueva idea de anarquismo. Tampoco conviene asustarse, no estamos ante el nuevo álbum de Nacho Vegas. Se trata más de una actitud vital que de un discurso recurrente y el amor sigue capitalizando la mayor parte de las estrofas.
Donde más nítidamente se percibe este enfoque -de calado más político que social, por cierto- es en el comienzo y final del álbum. La hipnótica, expansiva y psicodélica “Islamabad”, espectacular arranque del disco, seduce desde la primera escucha con su maraña de teclados, guitarras y proclamas antisistema. La letra de J intercala versos de Yung Beef (Los Santos, referente del trap español), reflexionando sobre el uso del concepto de dios para dividir a los hombres, con un fraseo callejero inédito hasta el momento. Una alianza tan audaz como provocadora, que nos deja perlas como “Sabes que sin violencia estarías perdido/ y me metes tu mierda de miedo en el hocico” o “Te llevas a paraísos fiscales dinero con sangre de hermanos a los que traicionaste”. Quizá su mejor tema en una década. Igualmente explícita resulta “Guitarra roja” –irónicamente, casi diez minutos de capas y capas de teclados, más cerca de “Los Poetas” que de “La copa de Europa”-, que cierra el álbum con la letra más política que se les recuerda revisando un texto del anarquista argentino Martín Castro: “Que no se robe al obrero el fruto de su trabajo, y que no haya más esclavos políticos, ni guerreros”.
Con el sentido de la melodía intacto y un dominio de la métrica cada vez más profundo –Erik Jiménez brilla especialmente a la batería -, retuercen la textura de su propio sonido en varios temas. Impactantes pueden resultar, además de la citada “Islamabad”, la breve y concisa “Porque me lo digas tú” con su entramado de palmas, teclados y cuerdas, “Libertad para el solitario” con guitarras y sintetizadores ochenteros a más no poder, o una “Ijtihad” tan ligera como disfrutable, que remite por igual a The Jesus and Mary Chain y Pixies –“Hermanita ven conmigo” cantan-. También encontramos temas que desde la primera escucha resultan inequívocamente planetas. Especialmente reconocibles son, por ejemplo, “Hierro y níquel”, esa “Seguiriya de los 107 faunos” que termina por desembocar en una cascada de electricidad marca de la casa o “La gitana”, psicodélica adaptación de un poema del británico Aleister Crowley.
Sobre el manido tema del flamenco, a diez años vista del revolucionario La leyenda del espacio, la relación de grupo con el género ha dejado atrás reivindicación y experimentación para consolidarse como una de sus principales influencias. Muestra de ello, la estupenda “Espíritu olímpico”, con la breve pero ya imprescindible aparición de Ana Fernández-Villaverde (La Bien Querida), o la colaboración de Soleá Morente en “Una cruz a cuestas”, tan previsible como legítima y acertada. En el último tramo, “Zona permanentemente autónoma”, “Amanecer” y, sobre todo, “Hay una estrella”, desnuda heredera de “Línea 1”, rebajan la tensión antes del estallido final de la comentada “Guitarra roja”, clausura de un álbum largo, completo y con visos de perdurar que nos devuelve en su mejor versión a un grupo tan necesario como infalible.
Disco flojo, apenas 3 canciones que valgan realmente la pena. Las otras, más de lo mismo.
A J hace tiempo que se le fue la pinza en su egocentrismo, con su discurso político de párvulos
Yo creo que hay algo más que 3 canciones que valgan realmente la pena. A mi me parece un discazo. Cuando para decir que es un disco flojo se entra en el insulto personal es que tal vez no sea tan mal disco.
Estos Planetas son otros Planetas, con otras líneas con otras influencias, con otras tendencias que te podrán gustar más o menos pero con una calidad fuera de toda duda. Si te quedaste atrás de La leyenda del Espacio y ya no quieres saber nada más de la andadura de este grupo, pues adiós amig@ oyente. Quédate allí en los 90 y disfruta. Eso está muy bien. Y si entiendes la evolución musical de estos otros Planetas disfruta de esta nueva entrega que es realmente buena. Con esto no pretendo ser vanidoso, simplemente me gusta su música, me gustan estos nuevos Planetas, aunque no tenga ni puta idea de quién es Crowley ni Castro ni la madre que los parió a todos ellos. Música Popular.
Un ejercicio de pretenciosidad y ombliguismo. Medio disco es prescindible y al otro medio le falta fuerza. Las letras oscilan entre ridículas y planfetarias. La de Porque me lo digas tu la hicieron cuando estaban en primero de BUP.
Con una buena poda pasaría a ser un disco salvable pero en este estado es tremendamente aburrido.