Pigmy – Manifestación (Guerssen)
Su anterior trabajo, Hamsterdam (Hurrah!, 2014), quizá no fuera un éxito masivo -ni lo pretendía-, pero sí que ha despertado tal respeto por parte la comunidad, pequeña pero bien nutrida, de aficionados a los sonidos psicodélicos que hay en España (y parte del extranjero), que ya es considerado por éstos como un pequeño clásico del género. Y uno de los mejores álbumes de folk ácido jamás grabados en castellano, ya de paso. Es por eso que los seis años que median entre aquél y este que ahora edita la prestigiosa disquera catalana Guerssen, han alimentado un ansia que hace de este uno de esos “regresos esperados” que desatan pasión en la afición.
El protagonista de todos estos prolegómenos se hace llamar Pigmy, que en inglés significa algo así como “enanito”. Y nada de eso: Vicente Macià, natural del Prat de Llobregat y ex-miembro de The Carrots, una de las formaciones que más dignificaron el pop en nuestro país hace cosa de veinte años, es de todo menos pequeño, pues es dueño de un talento gigante, que él manifiesta como multiinstrumentista y compositor de exquisiteces que pese a saberse deudoras de una serie de erudiciones musicales de corte clásico y selecto, son totalmente ajenas al tiempo (e incluso al espacio).
Manifestación, como su antecesor, ha sido urdido y creado con las artes de un orfebre, alguien que cuida al máximo el detalle, cada pequeña sutileza que pueda servir para el realce de una canción, sin quitarle su esencia. De esta forma, el deleite que a buen seguro ha experimentado este esmerado creador al poner en solfa todo esto, queda perfectamente comunicado y transmitido a un auditorio expectante que recibirá plena satisfacción a su larga espera.
Y es que esto es de todo menos un disco común. Jamás podría otorgarse tal calificativo a una obra que tiene el atrevimiento de iniciarse con un canto gregoriano y acto seguido hace aparición lo que parece más bien la canción de un juglar del medioevo antes que un tema pop. Suena a sindiós, de acuerdo, pero les aseguro que es totalmente coherente con un músico que, a la vez que recupera a lo más granado del folk psicodélico y pop barroco de los sesenta y setenta (Magna Carta, Duncan Browne, Pete Dello, The Left Banke, Mark Fry, Trees, Vainica Doble, Jose & Manuel…), se concede a sí mismo la libertad que otros no se atreven a darse para dejar volar su imaginación a otros espacios y tiempos lejanos de todo.
A través de su viaje vamos descubriendo un mundo aparte, una galería de personajes inauditos y un mensaje tan onírico como esperanzador que él canaliza a través de esta música que va de un lado a otro de forma instintiva, pero a la vez ordenada, generando coherencia en un conjunto que obliga a escucharlo entero y sin descanso. No obstante, nos fijaremos en detalles: la canción titular es una ma-ra-vi-lla. Una pequeña epopeya de cinco minutos que empieza con una mandolina renacentista y pronto se convierte en una de esas gemas pop al alcance de muy, muy pocos y que seduce al instante, pese a su compleja estructura de puertas que se abren y se cierran. Una de esas epopeyas que de por sí justifican la magnificencia de un disco, pero es que hay más: “Incienso y bengala”, “Ana”, uffff, “Lo sagrado en lo profano”, “ Mi canción”, ufffff….
Canciones todas sencillamente estratosféricas, cada una por separado vale un universo, pero Macià ha conseguido que el todo cuente más que las partes y es en su ensamblaje, que además es más que recomendable disfrutar en vinilo, con esa pedazo de edición que Guerssen, como es habitual, ha puesto en circulación, donde realmente encontramos la plenitud del mensaje de amor que tras tanto tiempo nos lanza esta especie de genio salido de ninguna parte y al margen de todo y de todos. Su audición es una experiencia que termina siendo adictiva, un subidón constante, un interminable “¿cómo lo hace?”, algo tan atemporal, tan fuera de órbita, que encuentro muy difícil que nada cantado en castellano lo supere en este especialmente aciago ejercicio 2020 ¿Obra maestra? El tiempo lo dirá, pero yo, desde luego, caigo a sus pies…
Escucha Pigmy – Manifestación
El disco abruma por lo bonito que es. Qué maravilla.