Conciertos

We Are Standard – La Casa del Loco (Zaragoza)

Pasó otro caluroso verano, y como es habitual con la vuelta a la normalidad tras el periodo estival, la gente de Antípodas Producciones inauguraba una nueva temporada de conciertos, activando de nuevo la programación musical de La Casa del Loco con la presencia de los bilbaínos We Are Standard.

La trayectoria del quinteto debe resultar más que satisfactoria para sus componentes, tras ganar el proyecto demo del FIB en el año 2005 (aún bajo el nombre de Standard), recibir elogios en prensa de varios países y lograr con su segundo y hasta la fecha último disco, We Are Standard (2008) producido por Andy Gill de Gang of Four, una reciente nominación a los premios europeos de la cadena MTV.

Con estos antecedentes, los de Getxo evidenciaron además estar en pleno apogeo de popularidad, topándose con una aglomerada sala gracias a la numerosa congregación de juvenil modernidad, ansiosa del vistoso funky rock que emparenta a la banda con otras formaciones nacionales como Medetz o De Vito. Los asistentes recibieron desde el primer minuto la descarga eléctrica que habían ido buscando, a través de un Deu Txakartegi pegado a un enrevesado flequillo y de eterno subidón, ejerciendo de cantante y desinhibido animador de masas. A través de eficaces canciones siempre con un ojo puesto en la pista de baile como “Bye, Bye, Bye”, “The Last Time”, la pegadiza “The First Girl Who Got A Kiss Without A Please”, “Don´t Let The Children Play Around” o una “I´m Waiting For The Man” de The Velvet Underground inteligentemente llevaba a su terreno, la actuación corrió como la pólvora sin que nadie se plantease ofrecer o solicitar tregua.

La siempre efectiva doble batería, cañones de confetis combinados con juegos de luces, un generoso y sin embargo definido volumen, algo de percusión electrónica, un puñado de loops bien invertidos y teclados sintéticos, así como una banda enchufadísima junto con la proximidad al escenario y el ardor que generan los bajos techos de la sala, terminaron por convertir el local en una especie de improvisada rave, pareciendo por momentos más protagonizada por los Primal Scream o Happy Mondays acelerados que por cinco jóvenes vascos.

Con poco más de sesenta minutos idóneos para este tipo de concierto, la implicada banda terminó confirmada como una auténtica y descontrolada apisonadora en directo.

Simplemente inapelables.

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