Zico – Demonios al Sol (Astro Discos)
Poner este disco, pulsar el botón de reproducción y rebobinar tu vida en apenas unos minutos sin saber a qué punto exacto te va a llevar ese viaje son cosas que van de la mano. Lees los títulos, escuchas las tenues melodías y sabes que antes de que suenen las tres primeras canciones, esto te va a gustar. Y mucho. Luego te enteras de que por ahí anda metido el gran Guego, un músico de la corte de los tapados, trabajador, sincero y talentoso, y recuerdas que en su Sevilla natal lideró hace algunos años a los exquisitos Malahora, de los que conserva el pulso eléctrico y la tenacidad del trabajo hecho con convicción.
Lo que graba Zico, su nueva banda, es pop electroacústico con muchas historias detrás, escasos adornos e intensidad, mucha intensidad. Tal vez ese tono vehemente, que acentúa lo que para ellos (y para muchos de los que los escuchamos por primera vez) es pura tensión emocional, les perjudique más que otra cosa en el futuro de una carrera que empieza de forma casi impecable. No estamos acostumbrados a estribillos como el de «La piel» ni a su delicada manera de contar cosas que en otras manos sonarían hinchadas y poco creíbles. Ni al terreno propio que va conquistando cada vez que suena «Mueren las artes», un tema que se te mete en el corazón sin que te des cuenta. Ahí es cuando empiezas a pensar que el nombre de este grupo va a parpadear con frecuencia en tu cabeza en señal de aviso cada vez que te pregunten por uno de tus últimos descubrimientos. Sabíamos que los músicos que ha reclutado Guego para el proyecto tienen la suficiente solvencia para hacerlo interesante, algo que queda sobradamente demostrado. Juan Luis del Arco, por ejemplo, perteneció durante un tiempo a la errática banda de Sr. Chinarro, y Jaime Neria, otro de los reclutados, grabó las baterías en Salieri, una de las fuentes de la nueva psicodelia sevillana, por lo que tampoco podríamos dudar de sus poderes.
Todo encaja cuando ajustas el «Ritmo de campanas» a tu propio devenir cotidiano, o cuando piensas en rescatar cualquier tema de los que grababas en «Cassette» para la última chica de tus sueños. En aquellos días lejanos en los que el corazón se te reducía a una frágil «Astilla» con demasiada facilidad, las canciones de «Demonios al sol» ya te habrían servido como perfecta banda sonora. Pero hoy, con la satisfacción de haber vivido dentro de algunas canciones (por acercarnos a alguna referencia común, citaremos a El Niño Gusano, quizá la más evidente en algunos momentos), nos conformamos con reducir nuestro espacio a esos «70 metros cuadrados» de claroscuros y felicidad efímera, que es al fin y al cabo lo que pedimos a un disco cuando necesitamos escaparnos de nosotros mismos por unos minutos. A los de Zico, a partir de ya, les exigiremos eso y otras muchas cosas, porque estamos seguros de que no nos van a fallar.