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IDLES (WiZink Center) Madrid 01/03/24

En 2017, desde la ciudad portuaria de Bristol, irrumpió un vendaval sonoro. Un sonido condensado en Brutalism que avivaba las llamas del post punk, la fuerza del directo y la reivindicación social. IDLES emergió como un titán, convirtiéndose por derecho propio en una de las principales aristas de la renovada escena underground de las islas británicas. Con los años llegaron nuevos discos, todos ellos aplastantes, como Joy as an Act of Resistance (2018), Ultra Mono (2020) y CRAWLER (2021).

Hace menos de un mes, este conjunto británico publicó su quinto disco de estudio, Tangk, un trabajo que al menos en cuanto al sonido ha cambiado hacia algo menos combativo y más festivo. La música ahora invita más al amor y a la sonrisa que a la rebelión contra los Tories. El primer sencillo, «Dancer», con la colaboración de los aclamados LCD Soundsystem, fue la primera muestra de este sorprendente cambio de dirección, un trabajo con un abanico sonoro mucho más amplio. Es imposible, por ejemplo, no notar las influencias de Radiohead.

Para los seguidores de la banda, resultaba extraño este descenso de decibelios y la adopción de una nueva dimensión de gratitud, sonrisas y beatitud. Para otros, incluido un servidor, también resultaba algo inusual, pero principalmente por la habilidad de mantener la serenidad y la capacidad de reinventarse desde su propio estilo post-punk hacia algo mucho más difícil de definir.

Sin embargo, tanto los que comprendíamos la evolución del sonido como los que anhelaban volver al frenesí estábamos llenos de dudas sobre cómo estas nuevas canciones funcionarían en el escenario. No vamos a engañarnos, todos temíamos que la intensidad perdida en su nuevo trabajo también se reflejara en esta nueva gira.

Recuerdo cuando los vi por primera vez, hace unos años en La Riviera. El sonido de “Colossus”, la canción con la que empezaron esa noche aún resuena en mi pecho. Fue sin duda uno de los mejores conciertos en los que he estado. ¿Podrán reproducir esa misma intensidad esta vez? O tal vez lo que recuerdo fue una especie de sueño febril marcado por las cervezas y la nostalgia. Me daba miedo saber la respuesta a esta pregunta. Además, no teníamos muchos detalles. La gira del conjunto británico comenzó un día antes en Oporto, por lo que íbamos a ser de los primeros entusiastas en observar este posible cambio de rumbo.

El concierto arrancó puntualmente a las 21:00, como estaba anunciado. Los ecos de “IDEA 01”, al igual que en su nuevo trabajo, marcaron el inicio del regreso de IDLES en Madrid. Empezábamos con dudas. La nostalgia comenzaba a superar al presente. Ya estaba empezando a maldecir en mil idiomas, cuando de repente los ecos de “Colossus” volvieron a retumbar en mi esternón. Era exactamente como lo recordaba. Una vez más, el bajo de Adam Devonshire y la batería de Jon Beavis me emocionaban como la primera vez. De nuevo, Joe Talbot golpeándose el pecho y sacando los demonios de su interior, y por supuesto, no podían faltar el resto del núcleo duro: el teclista Mark Bowen y el guitarrista Lee Kiernan.

Tras “Colossus”, llegó otro de los nuevos temas, “Gift Horse”, y de nuevo, un regreso nada fugaz a los good old times con “Mr. Motivator”, “Mother”, “Samaritans”, “Car Crash” o “I Am Scum”. Pim Pam, Pim Pam, los golpes me llegaban por todos lados. Joe Talbot era como Illia Topuria y yo un púgil novato con apenas dos clases de entrenamiento. ¡Qué barbaridad, qué intensidad! El WiZink Center estaba a reventar, salvo por la grada extensible donde apenas habría doscientas personas.

Una euforia que parecía haber estado contenida toda la semana explotaba en cada canción con los pogos, los saltos, los abrazos o la bajada de los miembros del grupo al foso para disfrutar junto al público. El concierto en su totalidad constó de veinticuatro temas, lo que representó una duración más extensa de la que la banda de Bristol nos tenía acostumbrados en sus presentaciones anteriores. Aquellos que esperaban un espectáculo breve se equivocaron enormemente; la actuación se extendió por dos horas.

La duración extendida del concierto se atribuyó, en parte, a la inclusión de ocho de las once pistas de su último trabajo en el setlist. La meticulosa planificación del mismo, que cuidaba con detalle los momentos de intensidad y calma mientras mantenía una cohesión rítmica impecable, garantizó que el espectáculo de dos horas de IDLES nunca careciera de fuerza o discurso. Aunque era evidente que el público percibiría las diferencias tanto en lo musical como en lo emocional entre los himnos anteriores y las nuevas canciones, los pocos puntos negativos que se pueden señalar, como la posible falta de intensidad en canciones como «1049 Gotho» o la ausencia de temas como «A Gospel», que marcan una diferencia significativa con respecto a trabajos anteriores, son mínimos.

La esencia del concierto de IDLES no solo radicó en la calidad del sonido o en la efervescencia tanto del público como de la banda. Lo que realmente me impactó y emocionó fue su discurso sociopolítico, que resonó desde la primera hasta la última canción. Desde críticas mordaces a la monarquía hasta llamamientos urgentes al alto el fuego en Gaza, cada palabra pronunciada sobre el escenario llevaba consigo un peso político significativo. Este mensaje alcanzó su punto culminante en las últimas cuatro canciones: “Never Fight a Man With a Perm”, “Dancer”, “Danny Nedelko” y “Rottweiler”, cuyas palabras finales antes de abandonar el escenario resonaron con una urgencia palpable: «¡Cese al fuego ahora!». Resulta inevitable comparar este evento con el concierto de Sleaford Mods hace unos meses en Madrid.

El concierto de IDLES en el WiZink Center de Madrid, comparado con el anterior en la Riviera en 2022, se reveló como una experiencia diferente, un poco menos enérgica y sobre todo menos íntima. Esta percepción, por supuesto, está teñida de una nostalgia romántica, inseparable de nuestros propios recuerdos. Desde una mirada más crítica, han logrado evolucionar sin renunciar a la esencia hooligan que nos cautivó desde el principio. Con este nuevo sonido, han agregado capas adicionales de complejidad sonora, enriqueciendo así su espectáculo. Si tienes miedo a cómo responden al directo, olvídalo. Han sabido perfectamente introducir este nuevo disco en su desarrollo musical. Ahora, observo con envidia, y admito que no precisamente de la sana, a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de presenciarlos en esta nueva gira y tienen entrada. Es probable que nos encontremos ante la banda de post-punk que está en mejor forma en el panorama internacional.

 

 

Foto IDLES: Blanca Orcasitas

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