Entrevista a Inoxidables, que vuelven con ‘Pobre y Puro’
Aunque el llamado «indie» goce de buena salud tras 30 años de existencia, quedan pocas bandas en activo de la que fue su primera oleada. La falta de recursos, la precariedad de entonces y el no poder asentarse en condiciones, hizo que proyectos como el de Inoxidables quedaran ahí, como uno de tantos recordados grupos que tras asomar tímidamente, pasaron al olvido. En su caso, hasta 2018, momento de volver a la vida con nuevas ilusiones y entregar Alas de Plomo, un excelente trabajo de pop fino y delicado que se mueve en los círculos de su primera etapa. Ese sonido onírico y elegante que tiene trazas de post punk (con esas guitarras estelares tan similares a las de The Chameleons) pero también con momentos que evocan a los también añorados Family.
Miguel Ángel San Nicolás y Angel Mario Alonso empezaron su carrera en los 90 en Salamanca, hoy la distancia les hace trabajar trabajar de otro modo, lo que no quita para que lleven tres discos entregados desde su nueva encarnación, el más reciente, Pobre y Puro. Charlamos con ellos para recordar sus primeras épocas, las decepciones que les llevaron a desistir y la chispa que volvió a encender la mecha de su creatividad para que Inoxidables estén de nuevo con nosotros.
«En los noventa no acabamos de encajar por nuestra caja de ritmos e ir con teclados cuando todo era noisepop»
Formasteis parte del recopilatorio ‘La Única Alternativa‘ que publicó el sello La Fábrica Magnética de Servando Carballar en ese proto indie donde estaban Alias Galor, Iluminados, Dirty Boots… ¿qué recuerdos os quedan de entonces?
Ángel: La ilusión de los comienzos y el desencanto del final.
Míkel: “La única Alternativa” fue un disco que a la postre ha terminado siendo importante, desde un punto de vista histórico, porque fue efectivamente el pistoletazo de salida de lo que se vino a llamar indie, pero, tras la sorpresa inicial, para mí resultó una gran decepción. Todo era muy distinto de como me lo había imaginado… más cutre: Lavapiés; el calor de Madrid; el estudio, ¡La fábrica Magnética!, en un inquietante patio interior…; el escaso entusiasmo de Servando Carballar; las prisas; mi faringitis… En lo que a nuestra participación se refiere, me parece un disco perfectamente prescindible. Salvaría, tal vez, “Don’t leave me alone”. Las otras dos canciones no las puedo soportar… Conservo un vinilo en el que rayé esos cortes con una navaja, en una especie de harakiri musical. Me quedo con su versión en maqueta, por supuesto. “Ojos llenos de mar” y “Times of war and love” eran dos grandes canciones.
En 1996 publicáis vuestro primer disco, Azul, que hoy sigue teniendo una estela casi de culto y es inencontrable. ¿Habéis pensado en reeditarlo?
Ángel: Actualmente estamos pensando en cómo hacerlo. Esperamos dar con una solución que nos permitiera reeditarlo con la calidad que se merece.
Poco después del disco os separáis, para volver 20 años después. ¿Os arrepentís de no haber seguido activos durante el hiato que tuvisteis?
Ángel: Son circunstancias. Nos sirvió para madurar, para darnos cuenta de lo que nos gustaba hacer: canciones.
Míkel: Creo que la pausa no debería haber sido tan larga, pero volvimos cuando la tecnología nos lo permitió. Ahora podemos ser realmente independientes. Hoy en día se puede ser un artista libre (aunque pobre). Puedes grabar y publicar tu trabajo sin necesidad de someterte a compañías discográficas y toda esa parafernalia innecesaria que tuvo mucha culpa de nuestro desánimo y de que abandonásemos la música en la primera etapa.
Echando la vista atrás, ¿cómo veis que ha cambiado el panorama independiente en nuestro país?
Ángel: Todo cambia. Ahora me parece más restringido. No sé si estamos llegando a la gente más joven. Parece que todo gira alrededor de los festivales y de la promoción. Somos independientes con recursos limitados. Preferimos emplearlos en mejorar la calidad de lo que hacemos.
Míkel: Lo de los 90 no fue independiente en absoluto. Cuando nosotros empezamos quedaba algún resto de independencia no absorbida, pero enseguida se estableció un triunvirato: Elefant Records, Radio 3 y Benicassim, que apagó cualquier otra voz. Nosotros por entonces ya nos íbamos fuera, hartos de gente maleducada que no te saludaba en los camerinos o cuando llegabas a una sala. Hubo excepciones, como Julio Ruiz, que siempre nos trató con cariño, pero no pintábamos nada en aquel fatuo ambiente del que llamas “panorama independiente”. Para ser indie había que ser un poco descuidado, tanto en el sonido, como en el aspecto, un tanto “grunge”, y yo por entonces llevaba camisas de gasa y me pintaba la raya del ojo para salir a tocar. Nuestras referencias eran grupos de los 80, con un sonido cuidadísimo. Para nosotros la música siempre ha sido demasiado importante, casi sagrada. Hicimos bien en irnos. Además, creo que artísticamente aún no estábamos maduros. Habríamos hecho el ridículo.
Hoy en día las cosas parecían haber cambiado, pero según me voy acercando al mundillo… Por ponerte un ejemplo: me llega propaganda del “Arenal sound”, y no me mandan el cartel, sino fotos de chicas en bikini con aspecto de estar en una despedida de soltera. ¿Qué demonios me estás vendiendo? Música, claramente no.
«Cuando nosotros empezamos quedaba algún resto de independencia no absorbida, pero enseguida se estableció un triunvirato: Elefant Records, Radio 3 y Benicassim, que apagó cualquier otra voz»
¿Cómo es el proceso creativo de Inoxidables actual en comparación con vuestro proceso creativo en los 90 aparte de trabajar a distancia?
Ángel: Antes, gran parte del proceso era algo que hacíamos a la vez, juntos. Ahora, cuando escucho lo que me envía Mikel, preparo unas líneas según me sugiere la cosa. Después hablo con él y le pregunto si tiene algo en la cabeza y trabajo sobre esto. Después en algunas canciones me dedico a experimentar. Un poco de serendipia de vez en cuando no viene mal.
¿Cómo ha evolucionado vuestro sonido actual en comparación con vuestro sonido en los 90?
Ángel: Yo creo que en esencia es similar. Lo que cambia es la posibilidad de acceder a sintetizadores de última generación y a bancos de sonidos de gran calidad, eso nos permite crear el sonido que nos caracteriza.
Míkel: Nuestro sonido de los 90 se vio condicionado directamente por nuestra precaria situación económica, vamos, que éramos muy pobres (aunque puros -risas-) y teníamos que arreglarnos con lo que había. Por ejemplo: yo tenía una guitarra que no afinaba nada bien, porque tenía algunos fallos en el mástil (para eso de la afinación he sido siempre muy puntilloso). Para compensar este defecto desarrollé unas afinaciones alternativas, con cuerdas que resonaban al aire. Más tarde descubrí con sorpresa que, inocente de mí, aquello no era invento mío. Ahora dispongo de instrumentos perfectos. Otro cambio importante ha sido la voz: yo empecé cantando a gritos, sin micro, en un local de ensayo con batería. De ahí la elección de mi tesitura de los 90: por las nubes. Ahora puedo susurrar al micro y decirle palabras de amor, como Julio Iglesias. Y la tercera y fundamental diferencia: ahora cantamos en español, para que se nos entienda. Curiosamente se nos reconoce algo por ahí fuera, aunque no entiendan una palabra. Nos encanta cuando pronuncian nuestro nombre en las radios independientes del extranjero: “Inóxidabols”.
Parece que las influencias se mantienen respecto a vuestra primera etapa. Que haya un revival de estos sonidos (postpunk, dreampop, etc) también ha sido algo que hacer que sigáis sonando tan atemporales. ¿No creéis?
Míkel: Nos ha venido muy bien. En los 90 estábamos fuera de la moda “Noise pop” de los Planetas y sus satélites, y tampoco éramos un grupo de pop babosín, al estilo Elefant.
Ángel: (Risas) Casualidades. En los noventa no acabamos de encajar por nuestra caja de ritmos e ir con teclados cuando todo era noisepop.
Ahora hay un revival o se ha convertido en un estilo musical más asentado, con un público minoritario pero muy fiel y apasionado.
¿Cuáles son las principales diferencias que veis entre ‘Alas de Plomo’ (2018) y ‘Alevín de plata, alevín de luz’ (2019) y ‘Pobre y Puro’ (2022)?
‘Alas de Plomo’ es la frescura de la vuelta, la alegría de reencontrarnos con la música.
‘Alevín’ fue la confirmación de que había una continuidad.
Y ‘Pobre y puro’, tras el encierro que supuso la pandemia, es más trabajado, más maduro. Tuvo tiempo para crecer.
Míkel: Te lo comparo con las estaciones: primavera, verano y otoño, respectivamente. Como ves, falta el invierno.
¿Cómo describiríais la visión onírica y surrealista de vuestras letras?
Míkel: Tendría que ir desgranando canción a canción, pero sí hay líneas temáticas generales. Uno de los temas recurrentes es el afán de huida: huida hacia el sueño (“Dormido”), hacia el pasado (“Pobre y puro”), hacia el fondo del mar (“Bajo el agua”)… Ya sé que la huida de la realidad es el tópico tema del Romanticismo, pero es que realmente se me da muy mal la realidad.
“Bajo el Agua” tiene un toque casi flamenco, ¿qué buscabais con esta canción?
Ángel: En algunas canciones hay influencias flamencas, armonías arabescas siempre al servicio de la canción.
Míkel: El sitar y las escalas orientales siempre nos han seducido y están en las cadencias de muchas de nuestras canciones desde el principio (Don´t leave me alone). Quizá tenga que ver con esas afinaciones que mencionaba.
“Como hacen las hojas” es otro de los momentos más inspirados de vuestro nuevo disco. ¿Diríais que es una de vuestras mejores canciones?
Míkel: Está cantada a la primera toma, con mucho corazón, y aunque la letra sea tan sencilla… crea una atmosfera, en la cual me sigue apeteciendo estar, pese a las mil veces que la he escuchado.
Ángel: Creo que junto a “Dormido” de ‘Alas de Plomo’ son nuestras dos mejores canciones.
Para mi también están “Zapatos nuevos”, “Alevín de plata Alevín de luz”, “Der Panther”, “Soldados”, “Moriría”… que tampoco desmerecen.
Planes de futuro. ¿Nuevas canciones de Inoxidables en mente?
Ángel: Seguimos trabajando. Ya tenemos varios bocetos.
Míkel: En ello estamos. Hay algo más que varios bocetos. Tenemos ya casi para otra obra.
¿Volveréis a tocar en directo próximamente?
Ángel: Estamos trabajando en ello. El estar a distancia nos lo dificulta, pero cuando estemos preparados y tengamos oportunidad volveremos al escenario.
Míkel: Creo que sí, pero ha de ser algo pequeño y sin problemas, tal vez en formato dúo. Nosotros, gracias a Dios, hacemos todo esto por amor al arte, y aunque nos encanta tocar, no necesitamos dar ningún concierto para comer. Pero sí empezamos a notar la necesidad de una respuesta cercana del público, ya sea en forma de aplauso, o de tomatazo (¡vete tú a saber!). Ningún artista crea para meter su alma en un cajón.
Escucha ‘Pobre y Puro’ de Inoxidables