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Interpol (Sala París) Málaga 25/02/23

Se presentaban Interpol por primera vez en Málaga como última de las fechas de su extensa gira por España y Portugal, para presentar The Other Side Of Make-Believe (Matador, 2022), un notable trabajo bajo la distinguida producción de Alan Moulder y Flood, capaces de dotar al característico sonido de la banda de un barniz más vanguardista. Se trataba de una noche especial y eso se mascaba en el ambiente, no en vano la capital de la Costa del Sol está viviendo días dorados en cuanto a resurgimiento festivalero se refiere, pero se echaba de menos una apuesta de esta envergadura a nivel de salas de generoso aforo, como lo es la Sala París 15. Es por ello que se antoje necesario aplaudir la valentía de Miel de Moscas, como promotora de lo que fue un concierto para el recuerdo de los allí asistentes que abarrotaron el recinto.

Abrieron Water From Your Eyes, compañeros de sello de los neoyorquinos, con su original propuesta, en algún punto entre Deerhoof, Setereolab o el math-rock. Una coctelera de rumbo impredecible que dejaba explosiones de ruidismo extrañamente adictivo sin hacer ascos a las melodías. El ambiente ya se encontraba del todo caldeado cuando los primeros acordes de “Toni”, uno de los momentos más celebrados de su reciente entrega, supusieron el pistoletazo de salida a una sucesión de infalibles miradas a un pasado que envejece orgulloso y vigente, ése que acaparó merecido y unánime aplauso de público y crítica gracias a dos discos incontestables e inmaculados como Turn On The Bright Lights (Matador, 2002) y Antics (Matador, 2004), en perfecto equilibrio con una sólida carrera de más de veinte años ya, capaz de sobrevivir al hype y huir del estancamiento, de buscar nuevos caminos en sugerentes aventuras junto al siempre interesante Dave Fridmann en el infravalorado Marauder (Matador, 2018) o de enriquecer su discurso con sonoridades más expansivas huyendo de los estrechos márgenes del revival post-punk en el que se les encorsetó en un principio, como demostraron los más que dignos Our Love To Admire (Capitol Records, 2007) y El Pintor (Matador, 2014).

Las diferentes caras de la banda brillaron en un repaso a su dilatada discografía que incluyó agradecidas caricias de hipnótico desarrollo (Rest My Chemistry, My Desire, No I In Threesome, Narc o The New destacaron en ese perfil que busca el impacto por el ángulo menos obvio), en perfecto contrapunto con las catárticas descargas de estribillo perfecto que suponen Evil, C’mere, Obstacle 1, Roland o PDA antes del épico broche que supuso Slow Hands, confirmando una vez más que la recurrente mención a Joy Division que les ha acompañado desde sus inicios, se queda muy corta para definir las miras de un grupo inquieto y ambicioso, cuyo espectro abraza también muchos otros referentes: de The Chameleons a Echo & The Bunnymen, de Pixies a The Cure.

La hipnótica e imponente presencia de un Paul Banks perfectamente respaldado por una banda de contrastada solvencia, funcionó como irresistible gancho para entrar en la dinámica de un set afilado y valiente, sin miedo al riesgo, rico en matices y sobrado en pegada, capaz de obviar singles del calibre de “All The Rage Back Home”, “The Rover” o “The Heinrich Maneuver”, para dar espacio a más medios tiempos, quizás el terreno en el que se muestran más cómodos ahora mismo. Así lo insinúa la exquisita delicadeza con la que atacaron su reciente single “Fables”.

En definitiva, fue una velada que evitó caer en la nostalgia gratuita y que vino a corroborar el magnífico estado de forma de una banda que ha sabido mantener su estatus con solvente holgura, a base de trabajos consistentes y directos vibrantes y sin fisuras, sin caer en lo pretencioso o recurrir a innecesarias reinvenciones.

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