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Triángulo de Amor Bizarro – GIRAXX20 (Sala Copérnico) Madrid

Triángulo de Amor Bizarro continúan celebrando los 20 años desde que se juntaron como banda con una gira especial. Un repaso a Triángulo de Amor Bizarro (Mushroom Pillow, 2007), Año Santo (Mushroom Pillow, 2010), Victoria Mística (Mushroom Pillow, 2013), Salve Discordia (Mushroom Pillow, 2016),  Triángulo de Amor Bizarro (Mushroom Pillow, 2020) y SED (Mushroom Pillow, 2023) con el azar como dueño del destino.

Cada noche Isa, Rodrigo y Rafa se ponen en manos del tarot creado para la ocasión por el artista Wences Lamas y al inicio de cada actuación es el público de cada ciudad quien decide el disco y el orden. En Madrid tuvimos la suerte de disfrutar de todos ellos y aquí te lo contamos.

Triángulo de Amor Bizarro – GIRAXX20 (Sala Copérnico) Madrid

14 de noviembre

La primera noche del ciclo arrancó con curvas para la mayoría del respetable. El oráculo estuvo caprichoso y seleccionó para la primera actuación los dos discos que quizá sean menos populares de la discografía para una buena parte del público.

El primero en ser ejecutado —literalmente— fue SED (23), la que es su última referencia hasta la fecha. Un álbum que, si bien fue excelentemente recibido el pasado verano por crítica y público, creo que no ha terminado de cuajar aún entre nuestra memoria colectiva triangulera. Y no porque sea malo, ni siquiera tibio, sino por falta de tiempo y por comparación con sus superdotados hermanos.

El arranque fue impecable, con ese hit absoluto que es «Estrella solitaria», interpretada con más matices de lo que uno podría esperar, seguida de «Cómprate un yate», tema que, durante la gira de presentación del álbum, ya destacaba basando buena parte de su suerte en la manera de arrastrar las frases de un Rodrigo que, como siempre, salió enchufado desde el minuto uno. A partir de ahí continuaron desgranando en el orden original el resto de canciones, destacando la dupla final con una salvaje «Cripto hermanos» y una muy bien desarrollada versión de «La condena». Resumiendo, se quitaron de primeras el disco menos agradecido y esperado por la gente sin un solo minuto de aburrimiento, estando sublimes como siempre.

Para la segunda parte del primer día, la elección fue Victoria Mística (13), álbum considerado de transición en su discografía y que, desde el primer momento, quedó claro que es el menos favorito de la banda. Al menos de Rodrigo y, sobre todo, Isa, quien, al terminar de interpretarlo, dijo que por fin se terminaba «ese puto disco». Dubitativa con algunas canciones, a la cantante y bajista no la recuerdo tan incómoda en ninguna de las numerosas veces que les he visto en directo, pero ante este mal rollo, su actitud fue la de siempre: zapatilla y manta.

«Robo tu tiempo» fue el ladrillo industrial de siempre, con Rodrigo poseído por una energía liberadora. «Estrellas místicas» es un hit que no admite discusión y fue coreada con ganas por toda la sala. Momentos maravillosos fueron también «Un rayo de sol», intensa y maravillosa en directo, y esa pedrada, favorita personal de quien les escribe, que es «Ellas se burlaron de mi magia», una bofetada en toda regla. El resto de los temas del disco sonaron, en general, más cohesionados y robustos que en el álbum original, que es sin duda uno de los más eclécticos del trío gallego.

Y después de «soltar lastre» con estos dos discos, el bis fue lo que ellos mismos necesitaban para cerrar la noche por todo lo alto: una selección de sus éxitos más masivos que fueron carne de pogo y desgañite para una sala que, aunque presentó la entrada más modesta de las tres noches, ni siquiera rozó el pinchazo. A saber, y por este orden: «El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo» (con Martín Vallhonrat de Carolina Durante al bajo e Isa dando botes en el foso), «Barca quemada», «Vigilantes del espejo» y «De la monarquía a la criptocracia». Sobran dedos en una mano para contar los grupos que pueden montar un bis así en España.

Edu Cornejo

15 de noviembre

La verdad que mola un montón el tinglado que han montado Triángulo de Amor Bizarro para celebrar los veinte años que llevan en la carretera. Presentar en directo todos sus discos de estudio, dos por noche, sin saber cuáles serán los elegidos hasta llegar allí es algo original y bastante fascinante.

En las tres noches seguidas en la capital, los que decidimos –esta vez sin cartas- acudir a la segunda convocatoria contábamos ya con el pequeño spoiler, inevitable hoy día a poco que se asome uno por cualquier red social, de los dos anunciados por el inquietante monje una vez que el público eligiera cartas: SED (23) y Victoria Mística (13) habían sido los que tocaron y que ya no podrían ser (Victoria Mística es del que menos fan soy, pero hubiera adorado disfrutar sus recientes canciones tan bestiales de SED).

Esta vez los hados nos trajeron como primera opción nada más y nada menos que Año Santo (10), su descomunal segundo trabajo. Desde luego iba a ser una delicia disfrutar de unas composiciones tan frontales y abrasivas que no son mucho de prodigarse en sus directos más allá de la famosa “De la Monarquía a la Criptocracia”, encargada de abrir la velada.

Pronto descubrimos que, reconvertidos de nuevo en trío, su sonido se afila y emborrona mucho más si cabe, alcanzando unas cotas de suciedad eléctrica descontrolada que le fue como anillo al dedo a la sucesión de temas de Año Santo. Destacar una de mis canciones preferidas, “El radar al servicio de los magos”, el narcotismo fascinante de “Super Castlevania IV” y un final del todo arrasador con el encadenado de “El baile de los caídos” y un “Año Santo” dislocadísimo.

La segunda ofrenda nos regaló Salve Discordia (16), posiblemente su disco con más juego de piernas y que fue una delicia rememorar en vivo ya que hacía bastante que no lo escuchaba. Si Año Santo (10) nos trajo la cara más asilvestrada y deliciosamente huraña de la banda, con su cuarto trabajo hubo lugar para la línea más emocional e inflamada que los de Boiro han ido implementando en su discografía. Muy hermoso el binomio De “Barca Quemada” y “Seguidores” tras el pogo desenfrenado que se formó con una muy bruta “Gallo negro se levanta”. Muy bonita también la freak-balada “Qué hizo por ella cuando la encontró” y el calambre final con “O salve Eris”.

Como broche, el trío nos regaló algunos de sus hits fuera de la selección como “Robo tu tiempo”, “El fantasma de la transición”, “El crimen: cómo ocurre cómo remediarlo”, con la que invitaron al escenario a su productor Carlos Hernández para enfundarse el bajo mientras Isa bajaba a bailársela con nosotros entre el público y después era llevada en volandas de nuevo hasta él. Todo antes de terminar con un “Vigilantes del Espejo” mientras volaba gente por encima de nuestras cabezas entre pogos y celebración de victoria exultante entre los fieles. Tan grandes como necesarios, por otros veinte años más con ellos.

Raúl del Olmo

16 de noviembre

Soy de fines de fiesta, con lo que no fue ningún problema asistir a la tercera noche en la que los gallegos repasaban su catálogo de arriba a abajo, a dos discos por concierto. Daba igual saber de antemano con lo que íbamos a encontrarnos, sobre todo quedando como postre esos dos Triángulo de Amor Bizarro, el debut y su misma denominación pero en espejo; cima creativa que aunque pueda parecer que no tuvo la repercusión merecida al ser sepultado por la pandemia y el confinamiento, muchos lo asociamos a una época concreta de nuestra existencia y de ahí que sus canciones tengan el peso que tienen para nosotros y hayan calado hasta el tuétano. Puedo decir que me hubiera encantado revivir Año Santo (10), pero si hay dos obras suyas que me han impactado especialmente, son las protagonistas de la noche.

Con el halo ritual requerido, el misterioso monje se acercó a las primeras filas para que el respetable decidiera con qué abrirían fuego. Tras unas jugadas con el azar su mano se alzó abierta, dejándonos claro que el quinto disco sería el primero. Unos temas que dada su complejidad sonora quizá requieran un apoyo instrumental extra sobre el escenario, pero que afrontaron de una manera más cruda y directa, sin que echáramos en falta más de lo que ofrecieron. De los martillazos industriales de «Ruptura», a los desarrollos entre el dub atmosférico y el ruido de «No eres tú». De una siempre apoteósica «Vigilantes del espejo» -algo extraña en esos primeros compases-, a una «Canción de la fama» especialmente salvaje que produjo el primero de muchos incendios colectivos.

Poco a poco y en el orden previsto, llegaron la ambiental «Fukushima», una «ASMR para ti» tan emocionante como es habitual, los latigazos envenenados de «Acosadores», una «Calígula 2025» que nos gritaron a la puta cara,  y el nervio de «Folía de las apariciones». El bálsamo de la emocionante «Cura mi corazón» se convirtió en el último momento ensoñador de la noche, porque a partir de ahí se lanzaron a repasar su debut, y nos dejaron sin habla.

Sin darnos respiro, a navajazo limpio (nunca mejor dicho) y con un Rodrigo desatado, atacaron ese trío tan epatante como el primer día que lo escuchamos: «El himno de la bala», «El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo» y «¿Quiénes son los curanderos?». Tres portentos de noise rock sucio y peligroso que conectaban el espíritu puertohurraquense de los primeros Surfin’ Bichos, con dioses de la distorsión como The Jesus and Mary Chain, Telescopes o Spacemen 3. El poso melódico de una muy celebrada «El fantasma de la transición» dio paso a las cabalgadas de «Mal como efecto de mala voluntad» con las que volvieron a atizarnos. Los aires philspectorianos de «Estrella azul de España» sirvieron de tregua antes de que ardiera la virgen de las cabezas y con sus ascuas nos enseñaran «Cómo iluminar una habitación», con todo dios enloquecido ya, hasta el monje, que se sumó a aporrear los teclados.

Fue un gusto poder ver a Isa en un registro tan punk no tan habitual como el de «Isa vs. El partido humanista» que no han seguido explorando en álbumes posteriores, como también lo fue la guinda de «Para los seres atados (A las condiciones terrenas)». Apenas media hora de energía primigenia de una intensidad descomunal. Por si no fuera suficiente, aún hubo tiempo para tirar de infalibles y con «Barca quemada», «Estrellas místicas» o «Baila Sumeria»; para gritar «¡Guillotina!» en «Robo tu tiempo», recuperar la magnífica «O Isa», y terminar de explotar con «De la monarquía a la criptocracia».

No se me ocurren bandas con su compromiso, militancia e integridad.

Manuel Pinazo

Fotos: Manuel Pinazo. Portada (Raúl del Olmo)

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