Jessie Ware – What’s Your Pleasure? (Virgin-EMI)
Aún a riesgo de repetirme: con excesiva frecuencia los que nos las damos de curtidos en esto de la música pop observamos con desdén los productos mainstream o comerciales y los tildamos de pastiche, sin siquiera pararnos a dar una escucha a lo que tienen que ofrecer, que el tiempo ha demostrado que puede ser bastante interesante. El cuarto disco de la británica Jessie Ware no es en absoluto una excepción a esto, de hecho es la confirmación plena de que muchas veces la música nacida con voluntad de tomar al asalto las listas de éxitos, guarda en sí más elementos de enjundia en términos estrictamente musicales que otros productos más subterráneos y pretendidamente, por tanto, “auténticos” (ese término).
Tras tres discos que la pusieron en los primeros puestos de los charts de UK, pese a que eso no suponga hoy día ventas millonarias, y también tras dar a luz a dos hijos, la londinense ha decidido dar el todo por el todo: un disco puramente hedonista y lleno de groove en el que ha estado trabajando dos años con la ayuda e intervención de varias luminarias de la música electrónica e independiente como el productor Benji B o Joseph Mount (Metronomy), con los que se ha distanciado sensiblemente del sonido más melancólico que cultivaba con anterioridad para abandonarse al suave hechizo de unos sonidos que rinden tributo al disco, el boogie ochentero o el Hi-NRG.
Parece fácil decirlo, pero de las doce canciones que componen el álbum prácticamente todas podrían aspirar a la categoría de hits. Y es que al escuchar What’s Your Pleasure? -título con el que parece que quiera servir en bandeja el disfrute- es literalmente imposible no sucumbir al baile y entrar en un placentero estado mental. Ese en el que sólo las obras de verdadera enjundia nos consiguen emplazar. Y ésta lo es, no cabe duda.
Sin hacer prisioneros, la inaugural “Spotlight” se encarga de ponernos en situación para un viaje mental a la pista de baile (ya que últimamente, dadas las circunstancias, no puede ser físico) que no decae un sólo segundo. Dianas justo en la línea de flotación que se suceden sin piedad: “What’s your pleassure”, la absolutamente irresistible “Oh La La”, “Soul control”, “Save a kiss”, “Step into my life”… es imposible resaltar una por encima de las demás. Cuesta creer que en algo tan trillado como estos géneros alguien consiga encumbrarse tanto, pero la verdad es que este paquete de canciones perfectas está a la altura de Off The Wall, Diana, Risqué o cualquier otra piedra rosetta de la música de baile que pudiéramos citar.
Ha hecho, pues, Jessie Ware el disco dance perfecto? Muy probablemente, sí. Y eso, desde el humilde punto de vista de quien suscribe, es susceptible de tanto o más aplauso que la más sesuda de las obras avant-garde o el más triunfal disco de rock que pudiéramos considerar. El otro día vi en una repetición del programa ochentero Con Las Manos En La Masa que Elena Santonja planteaba a la legendaria actriz Rafaela Aparicio la consabida pregunta de qué es más difícil, hacer reír o llorar, a lo que ella contestaba rotundamente que lo segundo. No sé si el paralelismo viene a cuento de una diva de la canción pop del siglo XXI, pero creo que es suficientemente acorde con lo que quiero explicar: lograr hacer música plenamente hedonista, incitadora al más inconsciente abandono al placer y además, sin lugar al relleno o al ingrediente insulso, es digno de la mayor de las ovaciones. Y nosotros, desde luego, desde aquí se la brindamos bien fuerte a Jessie, que ha conseguido llegar a la difícil meta de que nuestros pies se arranquen aunque el mundo se derrumbe.
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Qué aburrida es la primera persona