El Hijo

Durante un tiempo he vivido cómodo en cierto lugar. He tirado los tabiques para ver que había más allá y, la verdad, me gusta más que ese lugar tan pequeño y poco ventilado en que estaba antes

Con motivo del lanzamiento de Los Movimientos, el reciente trabajo de El Hijo, tuvimos ocasión de charlar con su alma máter Abel Hernández para que nos desentrañara los recovecos de sus nuevos pasos inquietos y vivos; Una búsqueda excitante en sí misma, independiente del desenlace que supone el encuentro.
 
Los Movimientos parece una nueva reencarnación de El Hijo. De una forma u otra, pienso que cada lanzamiento tuyo con esta aventura ha sido así. ¿Obedece esto a un ansia de exploración o inquietud o más bien a no haber encontrado aún del todo la horma del zapato para el proyecto?
No lo sé muy bien. Creo que nunca estoy del todo satisfecho con el sonido. Cuando estoy acabando las mezclas de un disco mío siempre pienso que podría haber quedado mejor o que se podían haber probado otras opciones. Soy un poco inconformista, supongo, y la música y el sonido son cosas tan ricas, tan maleables, tienen tantas posibilidades distintas… Creo que si hubiera encontrado la forma idónea para El Hijo ya no buscaría más y seguramente no haría más discos de El Hijo. El Hijo sería abandonado.
Luego aparte, están las posibilidades con que uno cuenta en cada momento. Quiero decir, más o menos presupuesto, determinados conocimientos o instrumentos nuevos, aparatos, productores, medios de grabación, tiempo para hacer el disco… Me parece que a menudo se pasa por alto esto. Uno no hace sólo aquello de lo que se encapricha sino lo que buenamente puede. Grabar un disco supone resolver una ecuación con todos esos factores.
Supongo que seguiré buscando caminos distintos para El Hijo, mejores soluciones para expresar lo que quiero. De todas formas, siempre he pensado y dicho que las únicas normas con respecto a este proyecto musical son que elijo yo y la canción está en el centro. Nunca me propuse hacer discos con una clase concreta de sonido o estilo. Ahora mismo me interesa más el sonido en sí (y el ritmo, el ambiente) como aspecto importante de la canción que antes. En otros momentos igual ha pesado más la armonía, la instrumentación…
 
Los movimientos es, a mi juicio, el primer disco de El Hijo que suena más a banda y no a cantautor de herencia folk. ¿Era una de tus intenciones a la hora de concebir Los movimientos?
Sí. Los movimientos se concibe desde el principio como un trabajo de proceso largo que va a empezar cuando aún hay muchas cosas importantes sin determinar como muchas de las letras, por ejemplo, y casi todas las estructuras; también como un juego entre el sonido conseguido con la gran aportación banda que me viene acompañando en directo y mi sentido particular de la producción; y por tanto, es un disco que ha buscado el sonido a la vez que la canción y, de modo más específico, que éste no sonara añejo.
 
Las otras vidas (07) y Madrileña (10) suenan bastante más espartanos que tu nuevo trabajo. ¿Estabas especialmente interesado en sonar más abrigado, más alejado de tu faceta desnuda?
Quería dar rienda suelta, buscar, probar cosas, acumular sensaciones en la escucha, capas y arreglos que casi se interrumpieran. Dar el máximo. Pero como te digo, todo es consecuencia de muchos factores. El haber podido contar con David T. Ginzo, Javier Monserrat y Xose Luis Saqués, el haber tenido tiempo para procesar (a veces hasta reprocesar) todo, el mirar al futuro más que al presente…
 
El trabajo de postproducción parece concienzudo. Cuéntanos un poco cómo se llevó a cabo.
Como te comento fue un trabajo bastante laborioso de meses. Pero es que además la postproducción ha estado unida a la grabación y a la composición. Por ejemplo en el caso de alguna canción, se grabaron las bases pero luego de esas bases se quitaron elementos que no funcionaban y volvimos a grabar otros encima. Desde luego no ha tenido mucho que ver con llevar unas canciones prácticamente cerradas a Raül Refree y ver cómo las arreglábamos.
  

 
También parece que hayas modificado en parte tu forma de cantar adaptándola a las necesidades que demanda los Movimientos, más liviana, más pop. ¿Estabas cansado quizá de ese tono «grave» con que tus seguidores casi siempre te hemos percibido desde la lejanía?
Bueno, creo que ahora canto como quería cantar. A veces muy grave (porque en «Los movimientos» también canto muy grave), a veces muy agudo, a veces ni una cosa ni otra. En general más natural, más como hablo. Durante un tiempo he vivido cómodo en cierto lugar. He tirado los tabiques para ver que había más allá y, la verdad, me gusta más que ese lugar tan pequeño y poco ventilado en que estaba antes. Creo que afuera, con más luz y agua, quizá pueda crecer.
 
Generalmente tu forma de escribir me remite a un costumbrismo muy personal, muy localizable e identificable. Con Los Movimientos al escuchar las canciones esto se me desdibuja para, por el contrario, ganar la faceta musical, la globalidad sonora. ¿Estás de acuerdo en esta apreciación? ¿Estabas cansado del cliché del cantautor cuyas letras eclipsan las canciones?
A mí me parece que en  Los movimientos hay más costumbrismo que en los otros discos. Casi todas las canciones de la cara B y Remolino, de la cara A, tienen mucho de eso, ¿no? Pienso que lo que puede afectar en este disco es que la voz está mezclada con menos volumen y presencia, más tendente a funcionar como un instrumento y menos como algo completamente principal que otras cosas acompañan tenuemente. Eso ha hecho que quizá las letras se entiendan un poco peor, tengo la sensación.
 
Este disco también supone tu salida de Acuarela y recurrir a la cada vez más recurrida fórmula del crowdfunding. ¿Es este el futuro que aguarda al artista inquieto y que busque sobrevivir en una industria tan herida de muerte?
Espero que se nos ocurran a todos más ideas aparte del crowdfunding, pero ese sistema de ayuda a la financiación es una realidad imparable y muy bonita. Creo que la industria es necesaria pero debe reconvertirse y pensar en la música, en aportar más calidad y no menos a lo que los músicos hacemos, y por tanto, en el público al que de verdad le gusta la música.
 
¿Crees que este disco hubiera podido concebirse auspiciado con un sello detrás tal y como tú lo demandabas?
Quizá sí. Sin embargo me apetecía probar otros caminos, también en esto.
 
¿Cómo se adaptarán al directo las nuevas composiciones y convivirán con el anterior repertorio de El Hijo?
Ya lo estamos haciendo y conviven como buenas hermanas, tanto en el formato con banda completa como en formatos más sencillos.
 
Volviendo la vista atrás y como seguidor de Migala me gustaría un poco ahondar en ese colectivo del que formaste parte. Con la perspectiva del tiempo, ¿Qué supone para ti tus años en Migala, qué recuerdo guardas?
La verdad es que guardo muchos más recuerdos personales, sentimentales, de amistad y de vivencias y en ese plan, que musicales. Tengo la impresión de que sus discos y canciones, salvo por el inglés y en algunos casos por un sonido demasiado lo-fi, han envejecido muy bien.
 
En esta época de retornos, no es de extrañar que el de Migala fuera uno de los más añorados por muchos de nosotros. Dentro de lo que supone un grupo con tantas cabezas pensantes y flujos de entrada y salida, ¿es algo que se ha barajado en algún momento?
No hay mes, igual es incluso cada menos tiempo, que no haya alguien que desde fuera lo sugiere. Nosotros no hablamos de ello.
 
Migala para mí fue otra banda que logró evolucionar de forma asombrosa sin perder su personalidad nunca hasta desembocar en La increíble aventura (04). ¿Con qué disco te quedarías de toda la trayectoria?
Es difícil de decir pero creo que con Arde (00).
 

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