Entrevistamos a Glen Matlock, que lanza disco

Glen Matlock (Londres, 1956) tiene un nombre en la historia de la música. Haber sido el fundador y bajista original de los Sex Pistols son hechos que marcan para siempre, aunque al londinense no es algo que, precisamente, le entusiasme demasiado y haya aprendido a lidiar con ello. Desde su salida del iconográfico grupo punk en 1977, un año después de su fundación, sus inquietudes musicales se han traducido en una extensa carrera discográfica en solitario (o liderando bandas como sus The Philistines) y con presencia en un sinfín de grupos que, como The Rich Kids, junto con el Ultravox Midge Ure, o The London Cowboys, han ido dando forma a una discografía que ahora se completa con Consequences Coming (Cooking Vinyl, 2023).

Este nuevo álbum, con el trasfondo del brexit y de la situación política de los últimos dos años, es una oda al rock’n’ roll más puro y ha contado con renombrados colaboradores. Con la excusa del lanzamiento, conseguimos hablar con él recién aterrizado en su Londres natal al que regresa desde Estados Unidos tras un periodo de tiempo en el que, además de algunos conciertos suyos, ha sido el bajista de la gira de Blondie junto a su gran amigo Clem Burke, para que nos cuente sobre el rock como su marca personal y cómo ve la música y el mundo que nos toca vivir.

“La situación me ha hecho más político e involucrarme en temas en los que no solía hacerlo”

Tu nuevo álbum, Consequences Coming, parece describir una realidad.

Sí, así es. Estoy seguro de que todos están al tanto de la estupidez que fue el brexit en el Reino Unido, un hecho alentado insidiosamente por la extrema derecha para proteger sus intereses bancarios offshore a expensas de los intereses del resto del país. Ahora ya no podremos hacer muchas de las cosas que hacíamos antes, como movernos libremente en Europa, y es una pena. Tampoco sabría decirte si la oposición es mucho mejor, pero sí que te puedo decir que las consecuencias ya están llegando. Fíjate que tuvimos tres primeros ministros en un año, y también lo de Trump en Estados Unidos. Puedo ver ahora la luz al final del túnel, pero ya no sé si es un tren que viene de frente. Obviamente, miro también por los intereses de mis hijos, de mi familia, amigos y de los músicos con los que trabajo.

Esta situación política ha motivado gran parte del álbum, y hablas de ese impacto en los tuyos y en el trasfondo social. ¿Cuánto te ha afectado todo esto? 

Obviamente no es un disco que tenga canciones de chico y chica. Podría haber hecho otra cosa, pero creo que cuando compones y escribes canciones, debes reflejar qué está aconteciendo. Acabo de llegar ahora de Estados Unidos, de tocar con Blondie, de tocar en México, Argentina, Colombia… y ves mundo, pero claro que te afecta, también como músico. No puedes ir como antes a Europa… Y no es solo esa cosa de la actitud del rock’n’roll, sino que es realmente importante, porque se trata de la libertad. Hay demasiados problemas en todo el mundo, pero la gente sigue siendo la misma en cualquier lado.

¿Crees que puede existir ahora mismo la misma rabia que existía hace 40 años? La gente parece ya anestesiada del todo.

Sí, aunque de otra manera. Quiero decir, yo no es que esté enfadado, sino que vivo con lo que está pasando. Digamos que la venganza es un plato que se sirve frío. Todas estas cosas al final me han hecho más político e involucrarme en temas en los que no solía hacerlo. Y te diría que es hasta divertido. Ahora soy muy fan de los franceses, porque ellos sí que saben cómo mostrar esa rabia. Parece que cada generación de franceses tiene que montar una revolución.

Volvamos a este Consequences Coming. ¿Qué aporta este nuevo disco en cuanto a estilo o desarrollo como artista?

Es muy mío. No he pretendido hacer un cambio, es casi una marca personal. Es muy rock’n’roll, y siempre intentas crear una buena canción y ponerte con ella. Nací en los 50 y crecí en los 60, y este estilo siempre estaba alrededor con grandes álbumes como los primeros The Kinks y The Who… Esa es mi marca. No hago heavy metal o EDM, eso se lo dejo a otros. Es como apreciar a un pintor, pero no tanto por lo que pinta, sino también disfrutar de la técnica. Estoy más interesado en esa faceta del rock’n’roll, la técnica, tocar bien… Tengo suerte, además, de tener músicos y amigos con mucho talento alrededor. Vas al estudio y ves que puedes dar un paso más todavía, ¡pues aprieto la tuerca!

 

En este álbum nos encontramos a muchos colaboradores. Luego hablaremos de alguno en específico, pero, ¿cómo ha sido trabajar con ellos en general con el concepto del disco?

Ha sido genial que se involucrase otra gente. No soy ni multimillonario, ni tengo que sacar un disco gigante por contrato, ni tengo esas relaciones con discográficas que son monstruos, no. Miro quién está a mi alrededor y disponible en ese momento. Por ejemplo, hace unos años, en el Museo de Londres en la inauguración de la exposición sobre The Clash, me encontré con Norman Watt-Roy, de Ian Dury and the Blockheads, y él está en el álbum porque le dije: “¿Qué haces la semana que viene? Estarás muy ocupado…” y me contestó que todo el mundo creía que está ocupado, pero que no tenía nada que hacer, así que fuimos a la semana siguiente al estudio a grabar. Es así de simple. Norman es un bajista increíble.

Y así, además, puedes ir alternando con varios instrumentos…

Yo toco el bajo en un par de canciones en el álbum, porque está bien, no tocas siempre lo mismo. Yo les lanzo una idea, la vemos y quizá alguien le da una nueva dirección. Y es ahí donde vemos si sucede la magia. Es como aquello de Donald Rumsfeld: “Hay cosas que sabemos que sabemos. También hay cosas desconocidas conocidas, es decir que sabemos que hay algunas cosas que no sabemos. Pero también hay cosas desconocidas que desconocemos, las que no sabemos que no sabemos”. Y eso es lo que ocurre en el estudio (risas).

Además de Norman, hay otro nombre especialmente interesante en esa lista: el de Clem Burke. Vuestra relación tiene un episodio español con aquel concierto improvisado en Mallorca, pero, ¿cuál es la historia de vuestra amistad?

Clem es uno de mis mejores amigos. Nos conocimos en Londres, creo que en el único concierto de Vicious White Kids, la banda aquella con Sid Vicious, porque todo Blondie vino a vernos, ya que solían ir a ver conciertos cuando estaban de gira por Inglaterra. Desde entonces, hemos mantenido varios proyectos juntos [el más reciente incluye a Glen Matlock como bajista de la última gira de los neoyorquinos] y, de hecho, en este último concierto en Los Ángeles, él también estaba por allí. Somos buenos amigos.

“Nací en los 50 y crecí en los 60, con los primeros The Kinks y The Who… Esa es mi marca”

 Ahora que tocará la gira de presentación, ¿qué y a quiénes podemos esperar sobre el escenario?

 Sobre todo, gente de Inglaterra. Tengo un grupo muy bueno alrededor: Chris Musto, que ha tocado con Nico y Johnny Thunders, y que ha colaborado en el disco y que es un muy buen amigo también; Neal X, que ´también está en el disco y es el guitarrista de la banda de Marc Almond… Al final es una gran colaboración entre amigos. Ahora mismo no puedo permitirme traer gente desde Estados Unidos para uno o dos conciertos. Aunque sí que es cierto que Clem (Burke) y yo tocamos juntos en Palma. Aquello fue divertido, porque estando en Mallorca de vacaciones hace dos años nos mensajeamos y descubrimos que estábamos en el mismo pueblecito.

Voy a aprovechar que estamos hablando de conciertos para preguntarte tu opinión sobre la música y el panorama musical actual. Parece que estamos abocados a perder toda la autenticidad y que todo sea fagocitado por la tecnología.

Creo que es verdad. Hay muchas bandas que tocan con partes programadas. Mi hijo, por ejemplo, está en una banda y tocan mucho con esa parte electrónica. Parece que, en efecto, todo esto está envolviendo la música. Pero mira, el otro día estuve viendo a Iggy Pop en el Paladium, en Los Ángeles, y fue fantástico, con sus setenta y pico de años… Eso es algo que me gusta bastante de Estados Unidos, que les sigue encantando que los músicos toquen en directo.

 

Te prometo que solo es una, pero tengo que preguntarte una cosa sobre los Sex Pistols…

Te agradezco de verdad que solo sea una.

Es que además es sobre ti. ¿Hasta qué punto el haber sido un Sex Pistols ha eclipsado toda la historia posterior? Parece que, por un año en esa parte de la historia, el resto de lo que uno haga da igual.

Bueno, así son las cosas. Hace unos años leí una entrevista a Keith Richards que tenía una pregunta: “Keith, ¿cuánto cuesta una pinta de leche, medio litro de leche (habla en castellano)”? Y le contestaba: “Ni idea. He sido una estrella del rock toda mi vida”. Pues esto es parecido, yo he sido un Sex Pistols toda mi vida. Es así, y tampoco puedo estar descontento con ello siempre. Antes me molestaba mucho todo eso, pero ahora sé lidiar con ello. Y es que es algo que siempre está presente, porque siempre me preguntan en las entrevistas, como ahora mismo lo haces tú, aunque insisto, te agradezco mucho que solo sea esta.

Vaya, lo siento. Solo que pienso que es injusto que por un periodo tan corto de tiempo se eclipse el resto de lo que hagas.

No, no pasa nada. Es así. Ya sabes, la historia se ha contado muchas veces y tampoco creo que la gente vaya ya a descubrir nada nuevo. También te abre algunas puertas, claro.

¿Qué echas de menos en este mundo de ahora? ¿Quizá algo de esa furia de la que hablábamos antes?

Tiene que haber esa rabia, por todo lo que te decía. No voy a sacar un álbum divertido y hablando de cosas felices. Hay que hacer buena música, y siempre he creído que hay muy buen rock’n’roll. He estado ahora en Estados Unidos y creo que es muy similar al Reino Unido, donde hay cierta angustia. Toqué allí en el Saturday Live Night y había un público espectacular, pero tuvimos algunas bajas porque coincidió con el 90 cumpleaños de Willy Nelson.

“Te agradezco que solo me preguntes una vez sobre Sex Pistols”

Te lo preguntaba más en otro sentido, algo así como lo que resume esa frase de Mark Renton en Trainspotting: “Dentro de mil años ya no habrá tíos ni tías, solo gilipollas”. A mí me parece que ese tiempo se ha reducido a cinco años.

Bueno, solo nos quedan 7,5 años, ¿no? Mira, hace poco presencié a gente ahí, en Estados Unidos, bailando, bebiendo cerveza, que no es algo solo de Europa del Este, pero la gran movida era que todo estaba hecho por IA. Al final, todo estará controlado cada vez más por menos y menos gente. El otro día, en el Roxy, después de un concierto, salgo a fumarme un cigarro y veo algo arrastrando una maleta y vendiendo bebidas y era un robot. Eso ya está aquí y ahora: es Blade Runner.

Bueno, ¿qué? ¿Te animarás a volver por España?

Siempre me gusta volver. Me encanta el país y ahora con el disco, podría ser. Pero es que es todo: la gente es divertida, me gusta cómo se hacen las cosas y, joder, qué tienes wifi en todos los sitios… ¡y funciona!

Escucha ‘Consequences Coming’, de Glen Matlock

 

 

Fotografía: Tina K.

 

 

 

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