Konono nº 1 – Konono nº1 meets Batida (Crammed / Karonte)

Aunque es bastante probable que muchos oyeran hablar de Konono nº 1 por primera vez a raíz de los problemas de visado que les impidieron actuar en el Sonar de 2008, lo cierto es que la banda congoleña es toda una leyenda para los amantes de la música africana, y llevan en activo, con los inevitables cambios de formación, desde 1966. No fue sin embargo hasta 2003 que actuaron por primera vez fuera de África, y su fama en Occidente se ha cimentado principalmente tras su descubrimiento por parte de Vincent Kenis, responsable del sello belga Crammed y de su serie de discos Congotronics, llamada así a raíz precisamente del disco debut de Konono nº 1, producido por el propio Kenis. A partir de ahí todo fueron halagos, llegando a colaborar con gente como Bjork o Herbie Hancock, y ayudando a abrir las puertas del mercado internacional a muchas bandas del continente africano, sobre todo de su país.

Abiertos a todo tipo de colaboraciones, en esta ocasión los congoleños se unen al artista y productor angoleño Batida (Pedro Coquenao), otro nombre interesante que no le hace ascos a ningún género a la hora de fusionarlo con los ritmos de su tierra. El resultado de tal asociación es, desde luego, fresco y estimulante. Los tradicionales likembés, teclados distorsionados y sonidos tribales de Konono nº 1, tan característicos de la banda, se acoplan a la perfección con la electrónica y los samples de Batida, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que la repetición, el groove sin final, está en la raíz de ambas músicas. La mayoría de temas se alargan más allá de los seis minutos, llegando alguno incluso a los once, creando bucles infinitos de ritmos ante los que resulta difícil resistirse. Igualmente magnéticos resultan los cánticos de formato más clásico y breve, como “Bom dia”, aunque lo más novedoso del álbum para mí, más allá de lo exótico que pueda parecer a oídos poco experimentados en estas lides como los míos, está, como siempre, en la apertura a otros sonidos, como el hip-hop en “Nzonzing Familia”. A su vez, los cantos de llamada y respuesta de temas como la mencionada “Bom dia” o “Nlele Kalusimbiko” resultan, aunque menos novedosos dado que han sido explotados en géneros más cercanos como el soul o el góspel, extremadamente pegadizos y excitantes.

Un disco para escucharlo con la mente abierta y el cuerpo en disposición de moverse sin inhibiciones. Resultará especialmente interesante para los iniciados en músicas similares, pero cualquier aficionado a los ritmos electrónicos lo puede encontrar interesante y, quién sabe, quizás le abra una pequeña puerta para asomarse a la gran cantidad de buena música que se hace en el continente africano.

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