Lydia Lunch & Thurston Moore «Breaking Open The Head» – Fundación Telefónica (Madrid)

Resulta curioso ver un auditorio de 200 localidades lleno a reventar para ver a una artista como Lydia Lunch, que rebosa malditismo por cada uno de sus poros, cuando en sus dos últimas visitas a Madrid sus respectivos conciertos no han arrojado cifras de asistencia que sobrepasasen una cifra de dos dígitos. Está claro que la gratuidad de «Breaking Open The Head» y el espacio donde se desarrollaba, el auditorio del Espacio Telefónica en la calle Fuencarral, fueron factores determinantes para que se agotaran las entradas a las pocas horas de ponerse en la web de la Fundación, uno se alegra de que este tipo de iniciativas tengan su predicamento, pero es inevitable dejar de pensar que hubiera pasado de no ser gratuito.

Disquisiciones particulares aparte, la nueva propuesta de Lydia Lunch y Thurston Moore, se completaba por el gran James Johnston, Gallon Drunk, ex Bad Seed y compañero actual de la propia Lydia Lunch en Big Sexy Noise y Weasel Walter a la batería, actual aporreador de baquetas en los Bad Seeds de Nick Cave y guitarrista de la nueva banda de Lydia Lunch. Lo que, en un principio, se había presentado desde notas y comunicados de prensa como «una improvisación que combina música, proyecciones y elementos tecnológicos«, no fue ni más ni menos que un concierto a dos guitarras, batería y voz, con algunos versos leídos por el Sonic Youth en momentos puntuales.

Los elementos tecnológicos se limitaban a los amplificadores repartidos por el escueto escenario y ni un atisbo de proyecciones audiovisuales. No se tome esto como una crítica al concepto de espectáculo, un servidor encantado, no así tanto algunos de los asistentes, a juzgar por los comentarios oídos a la salida, es uno de los inconvenientes de los eventos gratuitos; muchos no saben muy bien lo que van a ver y por consiguiente no saben apreciarlo.

Sea como fuere, lo de Lydia Lunch y sus acompañantes fue una descarga de rabia controlada con improvisaciones sonoras, algún tema de Big Sexy Noise, los poemas recitados anteriormente mencionados, cabriolas guitarrísticas de Thurston Moore entre el público, la gozada que es ver (siempre) en directo a un guitarrista como James Johnston, la manera de tocar la batería de Weasel y, por supuesto, la voz de ultratumba de la propia Lydia, debidamente regada con los tragos de Coñac que contenía su copa de balón.

Cuarenta y cinco minutos de Terrorismo sonoro que retrotrajeron a los presentes al New York más radical de la No Wave encabezada por  los Teenage Jesus & The Jerks de la propia Lydia, que parece estar viviendo una segunda juventud y una vuelta a sus orígenes con su último disco; «Retrovirus«, háganse un favor y póngaselo en bucle.
 

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