Broke Lord – Nazgul Says (Orphan Records)

Me siento muy afortunado de conocer a Luis Boullosa. Conocer gente de bien siempre te consuela en tiempos difíciles. Nuestra relación viene de trabajar codo con codo para sacar adelante la edición del primer disco de su proyecto Broke Lord (precioso nombre para un grupo de pop), “Death of a flower”, un disco que no tuvo la suerte que hubiera merecido. Mis contacto con Luis venía de antes. Le leía en medios de comunicación, y había devorado su espléndido libro “Santos y francotiradores” (66 RPM, 2016) en donde su torrencial y narcótica prosa se ponía al servicio de personalidades tan dispares como Fernando Alfaro, Javier Colis, o Mursego. Luego llegaría una especie de búsqueda de mecenazgo para sacar a la luz canciones que tenía entre manos, y las canciones eran demasiado hermosas para que quedaran olvidadas en un cajón. Nos pusimos en contacto y el tema de la edición salió adelante no sin fatiguitas.

Un año después de todo aquello, este proyecto bicéfalo, de contornos oscuros, y poseído de lirismo expresionismo y otoñal vuelve al ruedo editorial. Con preciosa portada de algo parecido a un animal mitológico perdido en una campiña fantasmagórica, “Nazgul says” (Orphan Records/Cosmic Tentacles/Gog Artifacts, 2018) cuenta de nuevo con la unión de fuerzas de pequeños sellos, y de músicos de solvencia contrastada: Marco Serrato (Orthodox, Hidden Forces Trio) al bajo, Asier Maiah (Viva Bazooka, Los Nitxos) a la guitarra, la poetisa Macky Chuca a las voces, Antonio J. Moreno a las baquetas y percusiones, Raul Pérez tecleando sintes (además de estar detrás de la magnífica producción que se llevó a cabo en estudios de La Mina en Sevilla), y un Luis Boullosa cantando, o pareciendo que lo hace, versos más negros que una noche cerrada, y tocando el bajo. Broke Lord es un proyecto en continuo work in progress en el que cualquier talento tiene cabida.

Canciones que huelen a tierra mojada y a asfalto quemado, y que van inoculando un dulce veneno a través de sus imbricadas lineas melódicas. Abren el disco con “Nazgul says” y es como si entraras en los maremotos a cámara lenta y controlados de Michael Gira (precioso engarce de voces entre Boullosa y Chuca). Suena espesa y atmosférica, tan terrenal como esotérica.

En “Hole of a soul” se escucha una guitarra al fondo irradiando electricidad que empaña los compases de una canción pop con ese toque siniestro marca de la casa, mientras en la fantástica “Illumination” me recuerdan a Screaming Trees y a Bill Callahan.

Las texturas opresivas de The Fall no dejan respirar a “Digital mother” en la que Luis escribe versos de aislacionismo e incomunicación. De esa espesura mercurial pasamos a otra elevada al cubo: ”Eve of all churches burning” (cantada por Macky como si de una Lydia Lunch se tratara) es una epopeya no wave de ecos industriales.

Llega la calma con el fraseo benigno de “New town” que despega emulando Lou Reed de “Power and glory (The situation)”, y luego entra por los meandros rocosos de Silver Jews, para después, en la vacilona “Read it on my palms” se cuela el Neil Young de algunos pasajes del “Re-ac-tor”.

Se acerca el final de este espléndido pentagrama, y toca bailar a ritmo de garage con “Eveybody is weak”, dejarse engatusar por el vals de “Pay in Rain” que mataría por él Nick Cave, y acabar con uno de esos medios tiempos, “I wanna go to the beach” que saben a gloria, y que esta vez viene con un guiño a los Ramones incluido. I wanna more BL soon!

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