black midi – Schlagenheim (Rough Trade)

Fue un flechazo a primera escucha (y vista). Me pasa pocas veces que no sabes explicar el por qué una música con patrones, en principio tan socorridos, acaban por sacudirte de esta manera como me pasa con esta jovencísima banda londinense. black midi es un cuarteto que tiene una fuerza aun no contaminada por las malos tics rockeros. Son savia joven que ofrece un lote de canciones de una belleza turbia, rabiosa, angulosa. Esgrimen influencias académicas que van desde Swans pasando por Bartók y Can, y en directo quitan el resuello.

Debutan con Schlagenheim (Rough Trade, 2019) con una pléyade efervescente de riffs proteínicos, giros vocales de un manierismo imprevisible que, llevados al extremo, pueden cargar por parte del vocalista Geordie Greep, unos espacios en donde prenden silencios intrigantes, y, una sección rítmica, en definitiva, que va creando viscerales a la par que matemáticos crescendos que dejan esquirlas a su paso.

Arrancan con “953” que es un maremoto rítmico que pueden ponerle el prefijo que quieran, “post” o “math” son los que encajarían mejor, cualquiera de los dos son en cierta manera irreversible, aunque a mi me recuerdan a los King Crimson de la etapa “Red” pasados por el tamiz postpunk. Después llega una calma ingrávida que se confabula para retorcer nuestros referentes auditivos, y que se acoplan perfectamente a las resonancias más prog. Un arranque espléndido, huelga decirlo, que repite coordenadas con “Reggae”.

En “Speedway” recrean sendas por donde su sonido compite por conseguir su mayor gesta rítmica a volandas de la síncopa motorik junto a guiños a Kraftwerk, y en “Near DT, MI” la quietud y la brutalidad de la electricidad rememoran a Fugazi, con una labor encomiable a la batería de Morgan Simpson. El lisérgico burbujeo de “Western”, la canción más larga (más de ocho minutos) se vuelve más y más adictivo a cada escucha y se arremolinan espectros de funk, No Wave, e incluso Van Der Graaf Generator, acabando los últimos compases como si fuera una canción a medida para Kurt Wagner. Las analogías con Can (época Damo Suzuki) son evidentes en la estupenda “bmbmbm” en la que Geep se complace haciendo varaciones y giros vocálicos a partir de repetir la frase “She moves with a purpose” mediante un dramatismo que va retroalimentando una manta sonora llena de ruido, y sonoridades oblicuas. Gran debut.

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