Beck – Morning Phase (Capitol Records)
Tras una serie de proyectos paralelos y entretenimientos varios que incluyen versionar discos ajenos, ejercer como productor, y el lanzamiento arbitrario de algunas canciones, Beck Hansen anunció su regreso a escena seis años después de Modern Guilt (2008). El multifacético artista desveló también una incógnita siempre inherente a sus lanzamientos, proclamando que en el (esperadísimo) duodécimo álbum de estudio de su carrera había optado por un retorno a la senda acústica de Sea Change (2002).
Una afirmación definitivamente cumplida en la presente entrega, de predominante constitución minimalista a medio camino entre folk armónico y pop bucólico. La afable, impecable y lúcida voz del californiano se impone así como protagonista del estreno, destacando sobre la continua y cuidadosa introspección de una serie de detalles instrumentales ideados para sustentar las composiciones.
Un trabajo meditado que comienza dejando excelentes sensaciones para, a continuación, espesar ligeramente hasta complicar la escucha, apostando por la asimilación pausada. El total de trece cortes necesita de escuchas continuas y meditadas, en una degustación que forzosamente debe afrontarse con igual paciencia que la empleada por el músico en su construcción, porque cualquier otro tipo de acercamiento resultará seguramente infructuoso, fallido o incómodo.
Tras tanto tiempo de espera, quizá Beck se haya excedido en algún momento del elepé, pero la vuelta del vocalista luce como indudable triunfo. Porque Morning Phase (2014) resulta una obra emocionante, siempre creciente en pasión y profundidad, que además incluye momentos tan inspirados como el trío inicial formado por «Morning», «Heart Is A Drum» y «Say Goodbye» o piezas incuestionables del tipo de «Don´t Let It Go», «Blue Moon», «Turn Away», «Blackbird Chain» y la puntual épica final de «Walking Light».