Chuck Prophet – Bobby Fuller Died For Your Sins (Yep Roc/Popstock!)

Tom Petty, Bruce Springsteen, Jeff Tweedy, Elliott Murphy, Steve Wynn… o Chuck Prophet. Nombres todos ellos con sus peculiaridades, pero asociados de uno u otro modo a esa poesía americana que muta y se manifiesta en forma de canciones, aunque claramente hayan disfrutado de diferente fortuna de cara al éxito. Chuck Prophet pertenece al grupo de los que han conseguido una popularidad moderada, quizá porque la fuerza de su independencia creativa ha sido siempre mayor al ansia por llegar a una audiencia masiva. Y eso que el músico resulta de lo más fiable y cuenta ya con una carrera notable, ya fuese como parte de Green On Red en los ochenta o volando en solitario desde hace casi tres décadas.

El músico es, por tanto, un veterano del sonido pop-rock con tradicional ADN yanqui, y, partiendo una vez más desde ese clasicismo, consigue firmar una obra tan endemoniadamente fresca y vigente como resulta ser este “Bobby Fuller Died For Your Sins” (2017). Entre otras cosas porque el álbum carece de cualquier relleno, con piezas redondas que se suceden una tras otra y sin rebajar el nivel en ningún momento. Es además un elepé variado en unas formas que incluyen singles evidentes y bien parecidos del tipo de “Bad Year For Rock And Roll”, la propia “Bobby Fuller Died for Your Sins” que abre y titula el disco, o “Killing Machine”. Pero también hay cortes más cercanos a la americana pura como la sentida “Open Up Your Heart”, e incluso un homenaje explícito al Suicide fallecido en “In The Mausoleum (For Alan Vega)”. Por el camino queda además esa gema pop que es “Rider Or The Train”, momentos provocativos como “Jesus Was A Social Drinker”, y contundencias del tipo de la final “Alex Nieto”.

Son todas ellas composiciones compactas pero trabajadas al matiz junto a su banda The Mission Express, con una producción soberbia que aumenta la pegada del conjunto pero también el atractivo de los trece cortes. En ellas hay instrumentación expeditiva, pero también mucha melodía, inquietud a la hora de dar forma a las composiciones, y una interpretación vocal más sugestiva y cuidada que nunca. A estas alturas será difícil que la suerte del californiano cambie, pero el autor funciona como seguro de fiabilidad y a nivel creativo vive uno de sus momentos álgidos. Una fertilidad que ha dejado referencias tan intachables como “The Age Of Miracles” (2004), “Temple Beautiful” (2012) o mismamente esta última entrega, que se sitúa directamente y sin tapujos entre lo más destacado de toda su trayectoria.