The Cynics – KCSB FM 6/2/90 (Get Hip Recordings)
Allá por el año de 1989, George H. W. Bush era presidente de EEUU y la Guerra Fría estaba en su plenitud; la llegada de un nuevo presidente y una nueva era en Norteamérica pero en la juventud norteamericana se respiraba aún su característica ansiedad y desesperanza. En ese año, The Cynics lanza lo que sus mismos integrantes reconocen como su mejor trabajo: Rock ´N Roll.
Michael Kastelic, Gregg Kostelich, Kris Kasperowski y Tom Hohn, la alineación clásica, la joven y fúrica máquina de garaje-punk que aterrorizaba clubes y tenía de rodillas a rockeros y punks por igual. El 2 de Junio de 1990 se presentan en la estación KCSB FM en Santa Bárbara California y después de ser transmitido, el show se enlataría para no ser desenterrado hasta este 2014.
The Cynics lanzan al mercado independiente este álbum en vivo que, de edición limitada y solo adquirible en sus shows, tiene un valor igual que el color del disco mismo: oro. La banda se encuentra en su mejor momento, físico, creativo y mental. Ensordecedores, gritones y frustrados. Rock and roll a la potencia. El disco inicia con «Baby What´s Wrong?» y se sigue por «Girl You´re On My Mind», «You Got The Love» y «No Way». Clásico tras clásico que solo se sabía por rumor que en vivo eran el triple de rápidos que en estudio.
Sin instert, liner notes o siquiera un listado de tracks preciso, el material curiosamente omite «Blue Train Station» de la lista de canciones aunque le sigue justo a «Love Me Then Go Away» ¿un error? ¡Una grata sorpresa! La caja de fuzz de Kostelich suena tan fuerte y distorsionada que entre cada canción deja un zumbido de oídos esperado de un concierto pero no de un disco rústicamente grabado y editado. Son los jodidos Cynics en su plenitud, y además cierran con «Born To Lose» de The Heartbreakers.
Una rara gema sin duda alguna, y quien llegue a tener en sus manos una copia de este vinilo no dude en comprarlo sin importar su precio. Sin importar sí se es acólito del crudo garaje de estos norteamericanos, y sin importar si hay un mañana. ¡Oro solido!