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Libro: Cien Hogueras: flamencos, hippies y poetas en la Andalucia contracultural (Piedra Papel Libros)

En la década de los sesenta y setenta Andalucía fue uno de epicentros contraculturales más importantes de la península. Esta fisura en la vida cultural, controlada por las leyes fascistas del momento, se llevó a cabo, en primer lugar, por la avalancha de turistas que llegaron a Sevilla, Granada, Cádiz, o Torremolinos (en otros lugares como Ibiza o Barcelona también se concentraba activismo en contra del régimen franquista a través de movimientos culturales) auspiciados por una dictadura que fomentaba el turismo hispano a cambio de amaneceres de postal, baile y bebida barata.

Jóvenes que localizaron en el mapa a España como destino de diversión (barato), y lugar en el que empaparse de la tradición flamenca. Una tradición que, a ojos ajenos, era el culmen de lo romántico, de la vida nómada, del arte atávico, de la ensoñación que esos muchachos con pintas de hippies querían vivir en sus carnes. Una finca en Morón de la Frontera se compraría el flamencólogo Donn Pohren en la cual, haría una especie de escuela-residencia en la que impartiría clases Diego del Gastor (guitarrista célebre por su “toque de Morón”).

En la finca fueron pasando desde beatniks norteamericanos hasta gitanos de diferentes localidades con ganas de aprender el toque de Gastor, cantaores, etc. Era el lugar soñado para vivir el arte primigenio, el arte de los gitanos “poseedores de esa lorquiana cultura de la sangre”. Como muy bien explica Antonio Orihuela, tuvo tanto éxito esta especie de “laboratorio ancestral” que hasta en las revistas underground extranjeras se detallaban las bondades de España – y Andalucia más concretamente como destino turístico y cultural-, y el boca a boca hizo que miles de jóvenes, de militancia hippie básicamente, llegaran cargados con drogas, libros de filosofía, y músicas de otras latitudes. El maridaje entre flamenco y otras sonoridades estaba a punto de llegar a una buena entente.

Orihuela narra en este excelente ensayo Cien Hogueras: flamencos, hippies y poetas en la Andalucia contracultural (Piedra Papel Libros, 2023) ese hervidero de creatividad que fue la Andalucía de aquellos años. La escenografía se puede intuir: tablaos atiborrados, cantaores como Joselero de Morón o las hermanas de Utrera, fiestas hasta el amanecer en donde la intelectualidad de la época mantenía un vivo diálogo a medio camino entre lo culto y lo popular.

Este denominado “neojondismo” -nombrado así por la sección flamenca más subversiva del momento- tuvo una fuerte escisión: músicos, poetas e intelectuales críticos con la dictadura quisieron renovar el flamenco a partir de patrones nuevos que llegaban desde el extranjero. Discos de King Crimson, Miles Davies, o Pink Floyd acercaron a la juventud nuevas posibilidades expresivas en las que lo jondo se hibridaba con la psicodelia o el jazz. Era una música que se convirtió en una forma de colectivismo, de sentir identitario y una manera de quebrar el orden establecido. De ahí surgirían discos como el Rock Encounter de Sabicas y Joe Beck, así como grupos legendarios tales como Smash, Triana, Alameda, y más tarde Veneno, y un largo etcétera. El flamenco como un género en contante acción mutante.

A su vez, Orihuela narra los activismos líricos de poetas como Juan de Loxa (el llamado beat andaluz) que fue un precursor heterodoxo gracias a su programa de radio Poesía 70 por donde pasaron nombres como Joaquín Sabina o Justo Navarro, la performance sonora y hasta el cómic radiofónico. Por su lado, desde Málaga, llega la poesía de Pepe Bornoy en donde aglutina sus experimentos con el LSD, los juegos tipográficos, y las deudas contraídas con las vanguardias europeas.

Puedes comprar el libro Cien Hogueras: flamencos, hippies y poetas en la Andalucia contracultural (Piedra Papel Libros) de Antonio Orihuela, en la web de su editorial.

 

 

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