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El Altar del Holocausto (Sala Nazca) Madrid 20/01/24

Resulta un fenómeno extraño, cuando no injusto, que algunas bandas que gozan de un estado de forma y reconocimiento notables entre su público no cuenten con la debida cobertura mediática por parte de la prensa musical especializada. Este hecho es algo emparentable a El Altar del Holocausto, una de las propuestas más increíbles a día de hoy dentro de la escena post-rock y post-metal no ya a nivel nacional, sino mundial. Su cada vez más esmerado talento a la hora de componer grandiosas canciones instrumentales, unida a su expansión internacional y salas abarrotadas como lo estaba la Nazca el pasado viernes en Madrid, son prueba palpable de ello.

Todavía recuerdo con cariño y asombro el momento en que conocí a la banda salmantina. Fue teloneando también en la capital a los igualmente imprescindibles God is an Astronaut. Fue entonces cuando sus atuendos de nazarenos y su imaginería cristiana me shockearon de buena forma y quedé prendado por tan singular grupo de músicos.

Ni que decir tiene que hoy día su imaginería, profesionalidad y presencia han crecido de manera exponencial, quedando en un plano casi secundario su vistosa escenografía porque la protagonista indiscutible y magna es la música tan bella a la par de contundente que emerge de sus instrumentos.

Ambientación y expectación sobresalientes antes de su entrada al escenario. No nos hizo falta que pasara mucho tiempo para palpar que nuestros cuatro feligreses estaban fraguando una homilía, como bien son conocidos sus conciertos, que nos iba a costar olvidar. Artistas y público hermanados en un único ser, ejerciendo de cordón umbilical un sonido celestial, realmente imponente, como hacía mucho tiempo no recordaba sobre un escenario.

Perfecto equilibrio el mostrado entre su última etapa de vertiente más post rock, sutil, hermosa y expansiva; la iniciada con su EP Trinidad (21) y culminada con esa maravilla desarmante que es De Euforia y Nostalgia (22), sin atisbo de duda el momento de mayor talento demostrado para quien les escribe. Por supuesto, el grueso de la parroquia es posible que no piense igual y tenga en su pedestal la etapa clásica de El Altar del Holocausto, aquella que, a través de su post metal más pesado e inapelable , no exento nunca de esos pasajes hermosos ensoñadores de sludge atmosférico, erigió lo que son hoy el combo castellano leonés.

De esta manera, alternaron en perfecta comunión brutales demostraciones de poderío como “Love your enemies…” (si escribo el título completo de este tema, o de cualquiera que compone –IT- (19), ocuparía tres líneas de crónica con cada uno), estimulantes desarrollos  con los que constatar su enorme valía como músicos (“Esperanza”) y trepidantes odas a la belleza más elevada a la par que instintiva como la que moldean la dupla “De Euforia” junto a “Y Nostalgia”, ambas interpretadas y no precisamente de manera consecutiva.

Hubo tiempo para dejarse llevar con los ojos cerrados e incluso para poguear en algunos lances del show mientras que nuestros cuatro héroes se mostraban constantemente entregados y jaleando a una audiencia desatada y fiel.

Una muestra más de que aquello que late subterráneamente pertenece al corazón más cercano a la trascendencia capaz de salvarnos en el mundanal día a día.

Foto El Altar del Holocausto: Raúl del Olmo

 

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