Entrevistamos a Miki Ramírez de Mr. Kilombo

Con cinco discos a sus espaldas, cientos de horas en la carretera y millones de reproducciones de sus canciones, Miki Ramírez se ha consolidado como uno de los grandes cantautores de nuestro país. La personalidad de este artista es arrolladora, siempre capaz de hacer de lo difícil algo sencillo, mostrándonos su realidad con letras sutiles y estribillos pegadizos.

A principios del 2020 nos presentó su último trabajo “Cortocircuitos”. Un álbum que tuvo una exitosa presentación en la Sala But, pero debido a la pandemia la gira tuvo que posponerse. Actualmente, y tras un año frenético, el 2 de diciembre La Riviera fue el lugar elegido para finalizar el tour que empezó hace casi tres años.

Un final de etapa siempre supone un nuevo inicio. En estos momentos Mr. Kilombo ha publicado nuevas canciones que formarán parte de su nuevo trabajo previsto para el 2023.

«La música es un buen atajo para explicar cosas difíciles»

Todo un placer hablar contigo Miki. ¿Qué tal estás?, ¿cómo te encuentras?

Cansado pero contento. Nos hemos pegado un año de locos. Ya estoy en esa fase de cerrar ciclos y empezar unos nuevos. Ha sido un disparate todo, es muy gracioso ver cómo ha cambiado la forma en la que el público se acercaba a nosotros en los conciertos. Hemos pasado por tantas fases … Desde pequeños teatros a grandes festivales. Ha habido un nivel de euforia casi desmedido, incluso llegó a ser difícil cantar las canciones más tranquilas. Ahora en estos momentos sí que estoy viendo que todo está volviendo un poco a la normalidad. Estos últimos meses han sido espectaculares.

¿Cuántos conciertos has podido dar este año?

Pues no los he contado, pero entre sesenta y setenta. Nos quedan tres, Málaga, Valencia y Madrid.

Nosotros como venimos del mundo que venimos ha sido más fácil adaptarnos a los cambios. Que tocaba festival, pues ampliamos la formación, que era una sala pequeña, pues en formato acústico. No necesita una planificación supergrande.

 Fue a principios de enero de 2020 cuando comenzaste tu gira en la Sala But con el disco “Cortocircuitos”. Casi tres años después, el fin de gira será en La Riviera. Un camino muy largo en el que habrás aprendido un montón de lecciones.

Totalmente, como ha sido tanto tiempo, ya tengo nervios de empezar con lo nuevo. Siempre me gusta cerrar un ciclo dejando ver que es lo que viene después. Para eso soy muy impulsivo, en cuanto tengo algo grabado quiero publicarlo, no puedo evitarlo. Lo bueno de este concierto que vamos a dar es que traemos todo lo que hemos descubierto por el camino. El espectáculo ha ido evolucionando de manera orgánica y entrarán las dos nuevas canciones que hemos publicado recientemente.

 

“Ambivalencia” y “En peligro de extinción” son las nuevas canciones que has publicado. Dos temas en los cuales la voz y los instrumentos a la mínima expresión son sus señas de identidad. Elementos sonoros que nos dan pistas sobre el camino musical que va a transitar tu próximo álbum.

Va a tirar mucho a la raíz, vamos a ver qué ocurre porque la raíz que yo tengo viene de muchos sitios. El reto está en cómo unificarlo y como darle un bálsamo para llevarlo a mi terreno. En eso estoy, en la búsqueda eterna.

Sí, la idea es que tenga mucho de raíz, mucho de cuero y mucho de madera. Un poco todo lo contrario de lo que estoy viendo a mi alrededor. Cuando veo que algo se hace demasiado siempre quiero hacer todo lo contrario. Me gusta ir un pelín a la contra de la tendencia.

Formas parte de esa generación de cantautores que crecieron a través de YouTube entre el 2008 – 2012, justo en la época de la crisis económica. Al parecer, siempre que hay una emergencia política, los cantautores acuden al rescate.

La música es una vía de escape de todas las frustraciones del día. Desde luego el clásico cantautor reivindicativo siempre ha tenido sus huecos en las crisis, pero yo creo que ahora hay una amplitud mucho más grande en el concepto de cantautor. Personalmente, tengo muchas inquietudes políticas y estoy implicado, pero a la hora de trasladarlo en canciones no me sale, prefiero hablar de otras emociones que me hacen moverme de una manera u otra. Cómo entiendes la vida así te comportas.

A veces me da un poquito de envidia los artistas que aplican cosas concretas de su discurso a la situación política. Personalmente, es una cosa extraña, pero si miras mi discográfica hay pocas canciones que traten problemas del día a día, es algo más amplio y emocional. Entonces no siento que esos momentos de crisis hayan hecho florecer a ese entorno cercano, pero a otros grupos sí. En aquella época fueron otros estilos los que llevaron la voz cantante, como el Hip Hop. Esa carga política que he visto en otras generaciones no la he visto en esta.

¿Cuál dirías que sería el centro de gravedad permanente en tu música?

Las vivencias, me gusta hablar de dentro hacia afuera. Me gusta recrearme en los recuerdos que he tenido y cómo los he experimentado, también me gusta explorar la piel y la psicología de por qué hacemos las cosas que hacemos. No sé muy bien donde buscar, pero sé que hay un impulso de contar cosas. Me gusta que las canciones sean como recipientes, pero que siempre lleven una emoción. Yo compongo, desde ahí, de buscar la chispa de la emoción pura.

¿Cómo es el proceso tuyo de composición?

Cuando compongo voy tirando de todo el archivo, no es como me ha pasado esto y quiero sacarlo, no funciona así. Según voy empezando la canción, el principio siempre es caótico, pues esa primera chispa siempre es de algo que tengo la referencia clara, pero que no es de hace dos días.

 Vienes de una zona de Madrid que es extremadamente musical, Alameda de Osuna. ¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la música?

Es verdad que mi barrio es muy musical, aunque hace muchos años que no vivo allí. Había como unos locales de ensayo detrás de la terminal de carga del aeropuerto y era como la afición del barrio.

No sabría decirte cómo entró la inquietud. Recuerdo era super pequeña, tendría como 12 o 13 años. Íbamos allí para pasarlo bien con los amigos tocando canciones de Extremoduro o Platero y .

Yo no tenía ninguna pretensión, es más, yo soy zurdo y empecé a tocar con la diestra. No era algo organizado, no sabía que todo esto iba a ocurrir. Ya cuando era más adolescente empecé a tener algún grupo con la gente del barrio y ya a los 18 años me encontré con una colección de canciones.

 

En España, desde diferentes prismas musicales, se está llevando mucho la recuperación y la interpretación de música ligada a la raíz.

Me parece que las tradiciones están ahí por algo, siempre hay mucho que explorar. En mi caso es más sencillo porque no quiero trabajar la música de raíz desde la autenticidad, no quiero sonar con un ejercicio de estilo concreto. Lo que hago es coger diferentes colores y llevarlos a mis canciones. En estos momentos, veo una inquietud muy potente que hacía muchos años que no veía, creo que gozaremos de una buena salud musical en los próximos años.

 Durante siete años fuiste escudero de Macaco, ¿cómo fue el momento en el que decidiste comenzar un proyecto solitario?

Tendría unos veintipocos años. En mi caso, siempre he tenido mi proyecto personal, nunca lo he dejado de lado. Yo tenía mi inquietud y quería hacer mis canciones, pero se tarda bastante en aprender.

Para que te hagas una idea, yo empiezo a defender musicalmente mis tres últimos discos, que fueron en los que encontré el sonido y lo que quería contar. Todo fue una cosa muy orgánica, cuando deje Macaco no tenía ningún público. Siendo sinceros, yo no esperaba que Mr. Kilombo alcanza esta dimensión, me conformaba con llenar el Libertad 8 todos los meses.

¿Cuál consideras que fue el punto de inflexión en tu carrera?

Cuando empecé a trabajar el disco de Invencibles. El anterior ya había funcionado bien, incluso había sonado en la radio, pero con Invencibles todo cambió. Fue un proyecto autogestionado y fue el que más creció. Yo empezaba a ver que el canal de YouTube crecía en visitas, pero lo seguía viendo más como diversión que como plataforma para sacar música.

Recuerdo que llenamos la Sala Caracol en Madrid, y el público empezó a crecer por diferentes ciudades de España. Al principio tocaba para doce, luego para cuarenta y así sucesivamente. En ese disco, la canción “Sinmigo” explotó, incluso hicimos una versión con Rozalén. Eso disparó la cosa aún más.

 

Justo te quería preguntar por esa canción, un tema que se ha convertido en un himno dentro de tu discografía. ¿En algún momento te ha llegado a cansar la canción?

A mí no me pasa, si me ocurriera que doy un concierto y todo el mundo quisiera escuchar eso, pues puede que sí. Sería limitante.

Hay una cosa extraña con nuestros conciertos y es que el público piensa que son muy energéticos, sin embargo, nuestras canciones más conocidas son melancólicas. Entonces estoy deseando que lleguen estos momentitos para poder relajarme. En el momento en el que cantó sin mí es uno de mis momentos más favoritos, aunque siempre tenga que tocarla. Sí que me he cansado de otras, pero justo de esa no.

¿Cómo ves tu futuro a corto plazo?

Vacaciones. Ha sido un año intenso y necesito descansar, perfilar el disco nuevo, dar sentido al nuevo show. Me voy un mes a la playa (risas).

Por último, ¿qué significa para ti la música?

Para mí son muchísimas cosas. Es abstracción, es meditación, es artesanía, hacer cosas con las manos, relacionarte con los demás, decir algo cuando las palabras no llegan. Tengo un tema en el disco que se llama “Una canción nada más” en la que intento explicarlo. La vida la entiendo en forma de canción. En resumen, la música es un buen atajo para explicar cosas difíciles.

 

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