ConciertosCrónicas

Miel de Montagne (Sala El Sol) Madrid 07/05/25

El pasado miércoles 7 de mayo, Miel de Montagne presentó en la Sala Sol de Madrid su nuevo álbum, Ouin Ouin, en un concierto que sirvió como antesala a una de las fechas más importantes de su carrera: su próxima actuación en el Olympia de París a mediados de mayo. Aunque el aforo no llegó a completarse y el público era mayoritariamente galo, Milan Kanche supo construir una atmósfera cercana y distendida, combinando su sonido french touch con una actitud descaradamente punk.

Un artista que se ha consolidado en los últimos años como una de las voces más singulares del pop independiente francés. Desde su debut en 2018 con el EP Petit Garçon, y el álbum homónimo que le siguió un año despúes, dejó clara su fórmula: electrónica sencilla, letras personales, a veces naif, pero siempre eficaces. Ouin Ouin, su nuevo trabajo, no rompe con esa línea, sino que la continúa sin sobresaltos.

El espectáculo empezó pasadas las 21:30, con un setlist que recorrió los tres discos que tiene publicados, manteniendo un pulso constante durante los noventa minutos de directo. Sin grandes artificios ni pretensiones, el concierto fue directo, efectivo y divertido. Una demostración de su capacidad para conectar con el público desde el desenfado. Un lujo poder descubrir propuestas tan interesantes llegadas del otro lado de los Pirineos, y hacerlo en una actuación que se vivió más como una reunión entre amigos que como un concierto medido al milímetro.

El concierto arrancó con “Nouveau départ”, uno de los temas que mejor está funcionando de su nuevo disco, y “J’y peux rien”, uno de sus buques insignia. Dos canciones que, desde el primer minuto, marcaron el equilibrio musical de Miel de Montagne: por un lado, la suavidad electrónica de su propuesta, cercana a la nueva ola francesa representada por artistas como Paradis, Polo & Pan o Kid Francescoli; por otro, una intensidad escénica que supera con creces las versiones de estudio. Milan Kanche, además de vocalista y guitarrista, fue el eje central del directo, respaldado por Zaccharie Schütte a la batería y un teclista (también bajista, según la canción), que aportaron cuerpo y densidad al sonido. El resultado fue una interpretación orgánica, donde el ritmo bailable asumió un papel protagonista, utilizando los beats electrónicos como impulso y trasladando su propuesta al directo en formato trío con fuerza.

Con “J’prends du plaisir” quedó clara su manera de escribir: letras que mezclan humor, incomodidad y cierta vulnerabilidad sin filtro. Un juego entre la ironía y la honestidad que define buena parte de su identidad. “Permis B bébé” y “Summer love” funcionaron como puntos de inflexión en el setlist, desatando un ambiente festivo, especialmente condensado en “Le roi Soleil”, uno de los mejores temas de su nuevo álbum. Milan, consciente de la complicidad, no dudó en bajarse del escenario, mezclarse con los asistentes, invitarlos a subir a cantar, animar, saltar o ir quitándose la ropa hasta quedarse en cueros. Hay algo en él de enfant terrible, pero sin arrogancia. Más bien como si hubiera encontrado en la performance un lugar donde ser él mismo sin tener que justificarse.

En la recta final, el concierto ganó cuerpo y una actitud cada vez más punk. “Trop vite”, “Relax le plexus” y “Pourquoi pas” marcaron el tramo más rítmico. Para cuando terminó “Ma vie”, la última canción, la Sala Sol se había convertido en una caldera. Milan acabó sin camiseta, sudado, agitado, con la sala teñida de luces rojas. La música de Miel de Montagne no es revolucionaria en lo formal, pero sí lo es en su honestidad. En un panorama donde muchos se esfuerzan por parecer distintos, él simplemente lo es. Y en directo, se nota aún más. Si este concierto fue la antesala del Olympia, el futuro de Miel de Montagne promete superar todas las expectativas.

Fotos Miel de Montagne: Víctor Terrazas

Más fotos Miel de Montagne

WP-Backgrounds Lite by InoPlugs Web Design and Juwelier Schönmann 1010 Wien