Conciertos

No Future – La Boite (Madrid)

La música que sonaba en los altavoces de la sala avisaba de un posible encuentro con un directo en el que el post punk y cierto eco gótico marcarían el rumbo de la noche. Las referencias que amparaban la presencia de No Future se reducían a unas pocas canciones que, circulando en cassette, tienen un fuerte acento de oscuridad e intensidad. Pero también van más allá.
Más allá porque los cimientos de esta banda sueca están compuestos por integrantes de bandas como In Solitude, Reveal o Wataín, cuyo cantante Erik Danielsson, ejerce de batería en esta nueva aventura. Esto quiere decir que estamos frente a un cuarteto cuyos efluvios tienen el fuerte sello del black y el heavy metal, géneros practicados por estos grupos.  Pero en esta aventura toda la rabia y tensión de esos estilos se mixtifica con el punk, y su post, con la psicodelia y, por momentos, con el garage más oscuro.
Así la potencia bullía en capas de atmósferas que se revolvían frente a la disparada presencia de Pelle Ahman, que saltaba del escenario, clavaba sus rodillas al suelo, se revolvía y latigueaba al micro en una especie de danza narcótica que abría la puerta a una interesantísima paleta de frecuencias cuya fuerza se mantenía tanto en la ejecución como en su propia razón de ser.

¿Y cuál fue el repertorio? En la contundente y adecuada duración de su sexto concierto como No Future,  sonó el contenido que alberga su cinta «Jämtländska Mord», autoeditada en su sello Bolvärk Kassetter, y algunas otras canciones. Los nebulosos navajazos de títulos como «Splendour Of My Hometown», «Louise», «What Are We Doing Here», «Alright (Babel Of Sighs)» o «Närmare Gud Till Dig», se alimentaron de guitarras mordientes, voces reverberadas, ritmos acelerados y bajos latentes y muchos gritos.
Quizás sea esa la esencia de los de Uppsala, el grito metamorfoseado en la fuerza que busca el matiz. El público retrocedía cuando Ahman forzaba al cable del micro estirándolo hasta conseguir confundir su espigada estatura entre los presentes mientras el suelo del escenario sudaba cerveza y la sala retumbaba de buena manera. No se trataba de algo amenazante, era más bien algo extraño e inquietante.
Efectivamente, fue un concierto extraño e inquietante, bestia y a la vez de una curioso recogimiento a pesar del alud de sonido. Bienvenido sea el alud, bienvenida sea la aguerrida oscuridad de No Future.
 

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