Noname (Razzmatazz) Barcelona 25/04/19
“Gracias por venir aquí esta noche, es increíble poder estar rodeada de tanta gente tan lejos de casa”, Noname viene desde el otro lado del charco, concretamente del barrio histórico de Bronzeville al sur de Chicago, donde era asidua a las noches de Slam poetry y open mics, y donde creció su amor por la poesía.
Noname se proclamó anoche como una de las grandes promesas a seguir del hip hop. Su avidez verbal es apabullante, esa rapidez con la que articula las palabras convirtiéndolas en largos poemas y melodías contagiosas seduce a gran velocidad. La poeta conquista con su humor e inteligencia en el escenario.
Fatimah Warner (su nombre real), aterrizó anoche en Barcelona bien acompañada, su banda en directo completaba un show íntimo con el que aún seguimos soñando.
Su álbum debut Telefone publicado en 2016, venía cargado de matices de jazz y neo-soul y de colaboraciones con artistas como Ravyn Lenae, The Mind, Xavier Omär o Saba. Un trabajo con letras reivindicativas sobre tópicos sociales que llamó la atención de público y crítica, y la posicionó como una de las grandes revelaciones de ese mismo año.
El cartel de sold out que llevaba colgado desde hacía días confirmaba que la sala 3 de Razzmatazz se quedaba claramente pequeña para todo el torbellino que la norteamericana traía consigo. Desde el primer segundo que pisó el escenario nos sedujo con su amplia y cálida sonrisa, su soltura nos transmitió una clara familiaridad aún encontrándonos en un recinto con completos desconocidos.
Sus tiernas palabras fluyeron en el espacio llenando de color una sala oscura: “podríais apagar las luces, por favor?” y así, con tan solo la música de fondo, unas sombras nos deslumbraron con su electricidad.
Noname desplegó todo su flow con un arsenal de temas de su último álbum Room 25 como “Window” y “Ace”, entre otros, completando su actuación con temas de su debut Telefone como el laureado “Bye Bye Baby”. “Yesterday” y “Song 32” flotaron en la sala cerrada, donde el público coreó al unísono y bailó con toda la energía contagiosa que la joven desprendía. Sus dos coristas se encargaron de añadir el swag gospeliano a su música poniendo la voz de los colaboradores en los temas que sonaron. La complicidad con sus compañeros de ruta era altamente palpable, no paró de hacer guiños a su equipo durante la escasa hora que tocaron.
Tiene gran mérito repasar con tanta rapidez mental todas sus estrofas sin equivocarse, por eso, cuando lo hizo, el público perdonó y animó con fervor ignorando el desliz. Su despliegue cósmico nos recordó en esencia a la gran Lauryn Hill, con la que compartió gira como telonera, la también estadounidense es uno de sus referentes musicales.
Está claro que Noname no es una artista más, desprende esa magia particular que te llega a los huesos y hace que te muevas al ritmo de sus suaves melodías. Ella es clase y elegancia, es rebeldía, es impotencia reflejada en palabras, ella es poesía y dulzura, es sin duda una artista especial, una mujer fuerte preparada para todo lo que venga.