Román Gil – Atom (Discos Belamarh)
En el mundo de la melomanía hay una enooorme devoción al tesoro oculto. Al “esto lo conozco yo y tú no”. Yo lo desenterré, me lo quedo. Y obviamente, si todos fuésemos así, esto sería un páramo muy, muy aburrido. Descubrir tiene, o debería tener, una segunda parte ineludible, que es comunicar. El arte -el bueno, claro está- nunca debería permanecer oculto, ni en manos de élites. Aunque dichas élites no tengan que ver con el dinero, sino con la cultura.
El tercer disco en solitario de Román Gil -también productor, arreglista y catedrático de las seis cuerdas colaborador de músicos y bandas como Alberto Montero, Isaac Ullam, The Gurus, Parkinson D.C. o Sidonie– es sin duda un potencial tesoro oculto por el que cualquier yonqui del vinilo o erudito friqui vendería su alma a Satán. Sobre todo si alguien lo hubiera olvidado en una cubeta llena de polvo en 1971. Pero el caso es que no es así. Este disco pasa ahora. Y queremos que lo sepáis.
El mero hecho de que un músico del desmedido talento que gasta Román, pueda quedar en secreto a voces de entendidos, me parece indecente. Pero lamentablemente es el signo de los tiempos. Lo que sería aún peor, al menos, por nuestra parte, es no hacer nada para evitar que música tan exquisita como la que contiene este Atom, caiga en ese saco roto, que no beneficia prácticamente a nadie. Y no me vengan con rollos de que si la vanguardia, de que si el underground… toda música nace para ser escuchada y ésta, más que ninguna.
Obviamente, en absoluto hablamos de un producto comercial, aunque tenga presentes a los Beatles en su enigmática portada, pero tampoco de un álbum inaccesible. Sí lo es, como decía, exquisito. Y como todas las delicatessen requiere cierto gusto para apreciarse en todo su esplendor. Pero, en resumidas cuentas, lo que aquí encontramos no es más que belleza. Belleza compuesta, interpretada, orquestada y encapsulada en un soporte audio por un tipo que se lo toma con calma, sí, pero cuando sale de su letargo tiene mucho, pero mucho, que decir.
Atom es el universo particular hecho sonido de un extraordinario músico, a años luz de la mayoría. Lo muestra ya, de entrada, el barroquismo orquestal de la suite que abre el disco. Una pieza de tres fases que da perfecta muestra de los límites y las aristas que está dispuesto a asumir un creador como Román Gil, sin miedo a nada. La complejidad sinfónica de la canción titular, da entrada al dramatismo épico y psicodélico de la genial “Hijo de la luz”, una delicia de canción con mil lecturas que desemboca en la coda sideral de rabiosas cuerdas que contiene “Vida”.
Un inicio de los de cortar respiración, literalmente, que no desmerece en absoluto la profunda emoción que despierta la desgarradora “Mi padre” o la miniatura al más puro estilo de Jaume Sisa que es “La capsa” y que cierra una primera cara (recomiendo escuchar esto en vinilo, por cierto, puesto que la edición que ha puesto en circulación Discos Belamarh es exquisita), que no contiene en absoluto todas las sorpresas. Ahí llega, para corroborar esto, el alucinado sonido italo-disco-sideral que convierte la irónica “El negoci” en todo un anti-hit. Y toda una declaración de intenciones, por descontado.
Tras este pequeño bailoteo, de nuevo, “La por” prosigue con ese tono entre épico y confesional que parece sobrevolar el disco, pero no impide que llegue la fanfarria auto paródica de “Amic meu” para mostrar todavía más versatilidad. Y por si fuera poco, el cierre prog del disco que cincela “Cançó de comiat” da todavía más muestras de esa diversa paleta que un músico con gusto y que se divierte con lo que está haciendo, es capaz de mostrar sin perder un ápice de cohesión ni coherencia. Rubrica así un disco que ha tardado nada menos que siete años en gestarse, pero que a prácticamente cualquier otro no le saldría ni en dos vidas. Una pequeña obra maestra que no debería caer jamás en la categoría de lo oculto y debería saludarse como uno de los trabajos más interesantes aparecidos por aquí en lo que va de año. Compren, escuchen, maravíllense!