Celebramos los 50 años del prodigioso debut de Vainica Doble
Cuando esos acordes envolventes, marcianos y lisérgicos, empiezan a sonar, el sol calienta más que nunca. Y para cuando las voces se entrelazan, el hechizo ya está completo. Nada volverá a ser igual. Su poder lo inunda todo, lo puede todo. Y no sólo pasa con esa canción, “Caramelo de limón”. Todo el álbum que la contiene, el primero que Carmen Santonja y Gloria Van Aersen hicieron juntas como Vainica Doble y que precisamente hoy cumple 50 años, es de otra galaxia. Una galaxia de brujas, caramelos, tarros de mermelada, bordados a mano y una España idealizada a base de personajes imposibles que salían de una imaginación portentosa, absolutamente ajena a todo contexto o tendencia.
Ellas eran y serán por siempre únicas. Lo demostraron en un debut impresionante que llegaba tras años de intentar llevar las peregrinas ocurrencias que iban trasladando al formato canción más allá del cuarto en que las componían. Su paso por Columbia se salda con disgustos y el sensacional single “La bruja/Un metro cuadrado” para la posteridad, pero es en el sello fletado por Manolo Díaz, Ópalo, donde consiguen al fin su propósito de llevar todo esto a un LP.
Su debut homónimo se abre con “Refranes”, pizpireta colección de ingenios marca de la casa con la que el oyente ya empieza a caer en la inhabitualidad de lo que escucha, pero es con la llegada de la referida “Caramelo de limón”, segunda en la lista, cuando estalla la bomba. ¿Qué es esto? ¿Psicodelia, pop, canción de autor, marcianada, todo eso junto? Nadie lo sabe, porque su música es indefinible. Es Vainica Doble y nada más, algo que el resto del disco termina de certificar. “Dime Félix” y sus aires gregorianos, la versión aflamencada del rock de los Stones que propone “Quién le pone el cascabel al gato”, el desarmante costumbrismo de “Mariluz”, la conexión de Laurel Canyon y la aristocracia madrileña que propone “Roberto querido” o, sobre todo, la infinita tristeza que despierta “Fulgencio Pimentel”, de efecto absolutamente devastador, todas dejan claro que esto es una obra maestra sólo comparable a lo más grande que haya ocurrido a nivel musical en los últimos cincuenta años.
Pero ocurren tres cosas: se hizo en España, por dos mujeres y su contenido estaba a años luz del nivel general de entendimiento musical. Digo estaba, pero ni siquiera hoy se las ha llegado a entender por completo. Son un género en sí mismas, una rara avis que llegó para iluminar el mundo y sólo lo consiguió con unos cuantos especímenes tan inhabituales como ellas. Raro o rara es quien haya sucumbido a su hechizo y no haya hecho algo interesante artísticamente hablando. Pocas cosas son más inspiradoras, si se es una persona curiosa y abierta, que la música, letra y arreglos, que estas dos mujeres pusieron aquí y en el resto de discos, singles y canciones que dejaron para la humanidad. Son un tesoro. Y parece mentira que esta barbaridad hoy cumpla 50 años. Podría perfectamente haber sido publicada ayer. Y no, no es porque se adelantaran a su tiempo -que también- sino porque son absolutamente atemporales, eternas, incandescentes. Siempre es momento para comerse un caramelo de limón, pero hoy más que nunca.
P.D. Aprovechamos la ocasión para señalar que en València tendrá lugar, el mes de diciembre, un interesante evento: Guru Zakun Kinkones (o lo que es lo mismo, los cantautores El Ser Humano, Alberto Montero y Ona Nua) rendirán sincero homenaje al cancionero de Carmen y Gloria el día 18 de ese mes en dos pases: uno en sesión vermú y otro en sesión de tarde. Será en el Tulsa Café del Barrio de Benimaclet y toda la info la podéis encontrar a través de sus RRSS.
(versión corregida y ampliada del texto que aparece en el blog de la plataforma Rock’n’Cloud con motivo de la publicación del artículo “Los otros discos del 71 (segunda parte”, en el cual se destaca el debut de Vainica como cúspide)
Recuerda nuestro especial Vainica Doble: En la Disneylandia del amor hereje
Escucha el debut de Vainica Doble
Qué buenas eran, dios
Eternamente reivindicables. No pertenece a este disco, pero no conozco maravilla de la métrica, de la rima, y del costumbrismo más triste que «Alas de algodón».
Edito:
Eternamente reivindicables. No pertenece a este disco, pero no conozco nada que supere la maravilla de la métrica, de la rima, y del costumbrismo más triste que es “Alas de algodón”.